El Grupo 1820 del Ateneo de Madrid había significado, hasta ahora, tan solo la aparición de un grupo de asociados de la Docta Casa comprometidos con el futuro del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, movidos por la firme voluntad de contribuir a mejorarlo y a rescatar los momentos de su mayor brillo intelectual. Un Grupo nacido en el año del Bicentenario del Ateneo (1820-2020), con la vocación de sentar las bases para el Ateneo del futuro, que pasa por el diálogo intergeneracional y por la inserción de la institución en la cultura de los tiempos que vivimos.
El Grupo 1820 del Ateneo de Madrid nace con la vocación de sentar las bases para el Ateneo del futuro
El hecho de que una publicación como entreletras.eu, tan ligada en su origen y trayectoria al Ateneo y en la que escribe un buen número de ateneístas, haya abierto sus páginas para que se puedan plantear los problemas actuales de esa Docta Casa, es para nosotros un primer hito en la recuperación del Ateneo del que nos congratulamos. Por primera vez en muchos años, se ha vuelto a plantear la posibilidad de que el destino del Ateneo de Madrid sea objeto de atención por parte de medios de comunicación comprometidos con la Cultura Española.
Porque Hubo un tiempo en el que el Ateneo de Madrid era la referencia indiscutible del libre pensamiento, de la difusión de las artes, de las ciencias y de las letras. Eso era cuando las colas para escuchar a Unamuno daban la vuelta a la manzana de la calle Prado, cuando Einstein o Marie Curie elegían sus salones para hablar, o cuando los intelectuales más prestigiosos habitaban sus pasillos. O cuando Ortega y Gasset retornó a España en mayo de 1946. El Ateneo, siempre un club privado del más alto prestigio, se mantuvo en la vanguardia del libre pensamiento durante buena parte de su existencia. Incluso en las épocas más sombrías, cuando los dictadores intentaron someter al silencio a la Docta Casa, no por ello dejó de brillar el Ateneo. Como cuando Antonio López realizaba sus primeras exposiciones pictóricas en el Ateneo, a finales de la década de los 50 del pasado siglo, o José Hierro presidía la Sección de Literatura en esa misma época.
Pero hoy, nuestro Ateneo es una institución en crisis. Crisis económica gravísima, con pérdidas anuales inasumibles y crecientes. Y con un contencioso sin resolver con el Ministerio de Cultura, y otro que mantiene cerrado el restaurante y la cafetería, sin visos de solución a corto plazo.
Hoy, nuestro Ateneo es una institución en crisis especialmente económica y de gestión
Una crisis, también, de gestión. Y también grave. Desde hace años la vida del Ateneo se ha ido reduciendo. A pesar del esfuerzo encomiable de muchos socios y socias que tratan de mantener el ritmo de actividad, lo habitual es que las numerosas conferencias y mesas redondas y tertulias que se organizan no despierten el interés de los socios ni de la sociedad madrileña más que en un grupo muy reducido de personas. Los jóvenes no van, y los mayores van muy poco.
El resultado de la crisis ha sido un descenso de la financiación pública y privada, una decadencia en el nivel de excelencia de las actividades, una excesiva dependencia del alquiler de las salas, que priva a los socios de actividades interesantes para ellos, un abandono alarmante de la biblioteca y de la hemeroteca, joyas de Madrid y de España.
De los 1.700 socios y socias, un número que viene cayendo desde hace una década, en las elecciones votan entre 150 y 320. Las juntas generales mensuales no reciben habitualmente a más de una treintena de personas, casi siempre las mismas, que se enzarzan en discusiones irrelevantes, desatendiendo los graves problemas que afectan a esa Docta Casa. Es nuestra responsabilidad, como ateneístas y como ciudadanos, evitar que se continúe en esa situación que constituye una absoluta deslealtad al espíritu del Ateneo.
Y así, como al comienzo decía, en el año 2020, un grupo de asociados de toda condición, de edades diversas, ascendencias profesionales varias y de ideologías incluso opuestas, nos hemos propuesto revitalizar nuestro Ateneo. Primero fuimos dos, luego diez, luego cien y ahora más de doscientos. Y decidimos llamarnos Grupo 1820, en honor a la fecha fundacional de la entidad. No nos une otro espíritu que no sea aquel que dio origen a la Docta Casa: la ilustración. Ni más exigencia que la de sus fundadores: la excelencia y el libre pensamiento. Desde nuestra entrada, como es natural, suscitamos todo tipo de dudas, suspicacias y maledicencias… Que si queremos instalar allí un Burger King o un centro comercial, que si somos un think tank de espías y socialistas, que si queremos abrir un bar de copas… En la casa del libre pensamiento, el pensamiento es libre de pensar lo que quiera.
Pero quizá convendría poner un poco de razón también a la hora de evaluar a la situación: por mucho que se empeñen algunos -precisamente quienes han presenciado como testigos mudos o incluso como protagonistas, la decadencia de la Docta Casa-, somos tan solo un grupo de ciudadanos, socias y socios, al que se suman cada día más veteranos, que quiere dedicar su tiempo, sus recursos y su talento a revitalizar la institución y sacarla de su evidente letargo, de su grave crisis económica y de gobierno.
Elevaremos el nivel de las actividades, profesionalizaremos la gestión, abriremos la institución a Madrid y a España
Hay elecciones en mayo de 2021 y presentaremos nuestra candidatura a los seis puestos de la Junta de Gobierno que han de elegirse. Incorporaremos en ella a ateneístas veteranos y nuevos, a jóvenes y a mayores, de ascendencia diversa. Trataremos de ganar el apoyo de las socias y de los socios yendo de cara y diciendo la verdad, con espíritu constructivo y sin ir en contra de nadie.
Incrementaremos el número de actividades y elevaremos su nivel, profesionalizaremos la gestión como sucede en cualquier institución cultural que quiera sobrevivir hoy. E incrementaremos la financiación pública y privada. E igualmente haremos todo lo posible por resolver los contenciosos con inteligencia y con respeto. Como también haremos que el Ateneo entre en la era digital plenamente, abriremos la institución a Madrid y al país, atraeremos a sus salas al mejor talento nacional e internacional, seduciremos a los jóvenes que han de recibir la herencia de los mayores, cuidaremos nuestro valioso patrimonio, material e inmaterial.
Es precisamente el espíritu del Ateneo lo que reivindicamos, el espíritu de las luces, que vamos a encender de nuevo y que tan largamente se habían ido apagando en nuestro querido Ateneo de Madrid. Y, mientras tanto, bienvenido sea el debate y la iniciativa de entreletras.eu