noviembre de 2025

El péplum nunca murió: Carlos Ezquerra lo devuelve al altar del gran cine  

¡Mis queridos palomiteros!

Ha llegado a mis manos el muy interesante ensayo Historia informal del cine bíblico y grecorromano, subtitulado De Moisés a Las invasiones bárbaras. Un original recorrido por la Antigüedad en cine que ha publicado la editorial Almuzara en su sello Erasmus Ediciones.

Firma el ejemplar de 336 páginas, ilustrado con gusto y elegancia, acompañado de fotogramas en blanco y negro bien identificadas y de buen tamaño Carlos Ezquerra Vendrell, escritor catalán autor de importantes títulos como Historia informal del cine británico (2024), Historia informal del cine musical (2024), Historia informal del cine negro (2023) o Actrices en perspectiva (2008).

En líneas generales, Historia informal del cine bíblico y grecorromano es, ante todo, un acto de memoria cinéfila y una declaración de amor a un género vilipendiado, si bien es cierto que como he señalado en otras ocasiones, empezó a tenerse en cuenta desde que sabía que daba mucho dinero.

La principal virtud del trabajo de Ezquerra no radica solo en la exhaustividad del catálogo y sus 20 capítulos, sino en la legitimación de una experiencia de espectador que fue masiva y definitoria para varias generaciones. Por este motivo, Ezquerra acierta al bautizar su obra como “informal”. Esa etiqueta funciona como salvavidas que le permite orientarse en un territorio cinematográfico tan fascinante como escurridizo.

El péplum, por su naturaleza, toca mitos fundacionales de la civilización occidental (la Biblia, Homero, la Roma imperial). Un ensayo académico tiende a abordar estas películas con una seriedad que a menudo pasa por alto su función primaria, es decir, el entretenimiento popular. Al adoptar el tono informal, Ezquerra puede apreciar y valorar el género por lo que es, a saber, una ópera kitsch y grandilocuente.

Ello facilita la valoración de títulos por su impacto visual y su capacidad de fascinación, y no solo por su rigor histórico o su calidad dramática. Al fin y al cabo, el péplum está lleno de errores históricos y licencias dramáticas, pero su fuerza reside precisamente en su despliegue estético y su épica sin límites. Es aquí donde el libro, al centrarse en la experiencia de las “tardes enteras en salas oscuras”, se conecta con la auténtica razón de ser de este cine.

Eso sí, el riesgo de la mencionada “informalidad” es que, al priorizar la visión del espectador, se diluya el análisis del contexto industrial, puesto que el péplum no es solo una lista de héroes, sino un fenómeno económico surgido de la pugna de Hollywood por competir con la televisión, recurriendo al “espectáculo ancho y en color”.

Si bien se menciona el fracaso de La caída del Imperio romano (Anthony Mann, 1964) y la irrupción del cine de bajo presupuesto de los 60, un análisis más detenido podría examinar las implicaciones del star system de la época (Kirk Douglas, Charlton Heston) o el rol del péplum italiano de serie B (los Maciste) en mantener el género vivo con presupuestos modestos. La decisión de desechar la cronología en favor de un recorrido temático (Adán y Eva, Cleopatra, Espartaco, etc.) es la mayor contribución del libro y su motor analítico.

Dos enfoques bien trazados facilitan el hallazgo de otras virtudes en Historia informal del cine bíblico y grecorromano. Me refiero a la propuesta del diálogo atemporal y a la justificación de la vitalidad.

En cuanto al primero, permite a Ezquerra trazar un diálogo atemporal entre películas. Por ejemplo, al analizar las adaptaciones de Jesucristo, se puede contrastar el solemne idealismo de los años 50 con aproximaciones más críticas o humanistas de décadas posteriores. Igualmente, agrupar las cintas de Hércules revela cómo un mismo mito se transforma según la época, pasando de las películas formales a las aventuras en forma de  parodia sin perder su esencia.

Y respecto a la justificación de la vitalidad, la organización temática del volumen es la mejor prueba que Ezquerra puede ofrecer para demostrar que el péplum sigue vivo. El género no se extinguió; sus temas simplemente se reciclan. El lector puede ver cómo los valores de la épica y el tremendo espectáculo renacen en Gladiator (Ridley Scott, 2000), señalando que la necesidad de ver a héroes inmortales luchando en la pantalla grande es una constante cultural, no una moda pasajera.

Además, Historia informal del cine bíblico y grecorromano logra establecer un puente sólido entre la nostalgia de la butaca de cine y la revaloración crítica. Su principal mérito es recordarnos que la riqueza plástica (el vestuario, la escenografía) que tanto se critica del péplum es, en realidad, un lenguaje estético con autonomía propia, tal como se argumenta con la animación.

Ezquerra asume el riesgo de hablar desde la pasión para llevar al lector a la comprensión, recordando que el cine de “túnicas y sandalias” es un género capaz de adentrarse en todos los temas, siempre que sepamos mirar más allá del barniz histórico y atender a lo verdaderamente humano.

Por todo lo dicho, Historia informal del cine bíblico y grecorromano es un trabajo más que recomendable, indispensable, que más que hacer un repaso integral por la historia del cine de la época que retrata, reaviva la llama de la experiencia péplum.

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