Como residente de Las Rozas toda mi vida, muy pocas veces he tenido la necesidad de viajar a la ciudad de Madrid, sobre todo antes de comenzar los estudios universitarios. Es por este motivo que recuerdo perfectamente la primera vez que fui a la capital.
Alejándonos de una zona tranquila, nos encontramos con una larga carretera repleta de automóviles que se van acercando cada vez más y más a un núcleo de edificios separado de las afueras. Al llegar, lo primero que vemos es un gran arco que, a ojos de un joven sin previo conocimiento histórico o político; solo ve una entrada vistosa marcada en primer lugar por el Arco de la Victoria, seguido por el actual Cuartel General del Ejército del Aire y del Espacio, creando una imagen impactante en la mente de una persona que, hasta ese punto, nunca vio una monumentalización arquitectónica de ese calibre.
Una de las necesidades imprescindibles para todos los regímenes totalitarios del siglo XX, fue la de poder llegar a todos los aspectos de la vida de sus ciudadanos, buscando controlar todos los ámbitos de sus vidas privadas. Esto no podía lograrse eternamente a base de la fuerza militar bruta, necesitando convencer a sus ciudadanos de la grandeza tanto del régimen implantado como la inviolabilidad de sus líderes, generando de esta manera una cultura de culto que trascendía toda lógica y moral. Dos elementos claves para lograr este objetivo es, en primer lugar, la utilización masiva de símbolos; algo que se puede entender claramente a la hora de hablar del nazismo con su extensa simbología. Por otro lado, también es crucial la implantación de una arquitectura que visibilice a todos los sectores de la sociedad lo que el régimen quiere mostrar.
En el caso de la dictadura del general Franco, esto se puede apreciar mucho en los primeros años de su régimen. Madrid, tuvo una importancia mucho mayor que cualquier otra ciudad del país. No solo se trataba de la capital, sino que Madrid se edificó a lo largo de la guerra como el lugar de resistencia de la república, siendo el punto por el que “no pasarán”. Esta ciudad, es la gran defensora que logra evitar el envite constante de las tropas de los sublevados tras el fracaso de tomar la ciudad en 1936-1937. Este fracaso, tal y como nos muestra Jesús Martínez es su libro “España, siglo XX” hizo que el golpe de estado perpetrado el 17 de julio de 1936, mutase en una auténtica guerra civil. Madrid pues, se convirtió en una ciudad simbólica.
Para hacernos una mejor idea de la importancia de este hecho, en la actual Ciudad Universitaria, la carretera que separa la facultad de medicina y la facultad de ciencias de la información fue un frente de guerra constante. Si el lector siente curiosidad por esto, hoy en día se mantienen los disparos de balas en múltiples puntos de la facultad de medicina.
Por todos estos motivos, tras la rendición de la ciudad; fue necesario cambiar por completo la forma de ver Madrid. La preocupación fue tal, que por un instante se quiso cambiar el estatus de capital, algo que al final no se realizó. La solución a esto fue una remodelación completa de la capital para mostrar la nueva imagen de la nueva España que Franco quería para su nuevo régimen. En este proceso, es necesario recordar como fue en líneas generales la dictadura de Franco.
A lo largo de su gobierno, Franco remodeló la forma en la que se veía España tanto a nivel interior como a nivel exterior, acomodándose a la coyuntura internacional para lograr sobrevivir a los cambios geopolíticos. Desde 1939 a 1945, la influencia que bañó el gobierno de Franco fue la de sus vecinos fascistas de Italia y Alemania, por lo que estos eran los estados que se buscaron imitar.
No obstante, la monumentalización no se logra únicamente construyendo lo que podemos llamar “monumentos”. El cómo y el dónde se construyen estos monumentos, además de la forma de organizar el espacio colindante a estos pueden hacer que estas estructuras se monumentalicen aun más o se pierdan en un conjunto que las empequeñece. Es importante entender que, al hablar de monumentalización, nos referimos a todas las transformaciones arquitectónicas en un espacio concreto: el monumento en sí, edificios colindantes, la forma en la que las personas van a acceder a ese sitio, por donde van a andar, como van a ver el edificio, etc.
Franco se inspiró de las otras potencias fascistas en este periodo de tiempo, pero al mismo tiempo quería recuperar la tradición imperial hispánica y destruir el periodo anterior. El objetivo para el gobierno de Franco era reconstruir la ciudad a nivel estructural pero también, según sus pensamientos, reconstruirla a nivel moral. Se pensaba que, purgando Madrid, se lograría cambiar el resto del país.
Como antes hemos mencionado, Ciudad Universitaria fue la línea de frente durante prácticamente toda la contienda militar, por lo que la región conocida como Moncloa fue uno de los puntos estratégicos más importantes.
Aquí nos encontramos con uno de los monumentos más peculiares y que más polémicas a despertado para los historiadores, siendo este monumento el Arco del Triunfo. Debido a su posición, este arco puede verse como una puerta a Madrid. Esto está hecho a propósito. Este arco de la victoria es único en el mundo por dos motivos: en primer lugar, no ocupa un lugar central en la ciudad, sino que actúa como entrada a la ciudad. Al mismo tiempo, este arco sirve para conmemorar una victoria frente a un enemigo interior, en vez de ser edificado para celebrar una victoria exterior. Comparándolo con el Arco del Triunfo de París, queda claro como el Arco de la Victoria es único.
No obstante, su posición no está elegida simplemente para actuar de puerta monumental a la ciudad, sino que su función es también de carácter humillante, pues está elevado en el mismo lugar en donde se realizó la rendición de la ciudad. Al mismo tiempo, tenía como objetivo servir de recordatorio y mensaje para las nuevas generaciones, pues todos los estudiantes que fueran a la Ciudad Universitaria se verían obligados a ver el arco de forma constante.
El Arco del Triunfo, a pesar de ser un elemento merecedor de numerosos artículos, no es más que una pieza de lo que se convertirá en un espacio completamente nuevo, estando este espacio liderado por el que fue el Ministerio del Ejército del Aire, siendo este edificio el actual Cuartel General del Ejército del Aire y del Espacio, estando diseñado por Luis Gutiérrez Soto. En el próximo artículo, hablaremos sobre como fue el proceso tanto de diseño y de creación, como se inspiró Gutiérrez Soto y que peculiaridades tuvo este edificio. No obstante, lo que nos interesa para este primer artículo es su monumentalidad.
Como se puede apreciar a simple vista, el Ministerio del Ejército del Aire está inspirado en el Monasterio del Escorial, siendo la obra de referencia a la hora de hablar del gobierno imperial de los Austrias. El Escorial fue para Felipe II su nuevo hogar, un nuevo lugar a partir del cual lograría controlar su imperio. A modo de imitación, el Ministerio quiere transmitir esa nueva idea de que, a partir de edificios como ese, Franco construiría y controlaría su nuevo estado imperial.
Edificado sobre la Cárcel Modelo, este edificio se sitúa en un punto muy transitado y refleja el ideario de los regímenes totalitarios de los años 30 y 40, siendo esto la idea de grandeza del estado y de sumisión de la gente a este. Las casas a sus alrededores estaban edificadas con una doble intencionalidad, tanto funcional como monumental. Funcional por el hecho de que serían ocupadas por los trabajadores y miembros del ejército que estarían en el ministerio, pero también monumental porque servirían para cercar el espacio liderado por el monumento, ampliando su monumentalidad de esta forma. Esta idea de que el Ministerio del Aire y su conjunto arquitectónico se construía para crear un espacio propio y cerrado se amplía en los bocetos originales en donde podemos ver como el Arco del Triunfo más que ser una puerta metafórica a la ciudad, es literalmente la puerta que da acceso al Ministerio.
El estudio de los bocetos y de los prototipos arquitectónicos son muy útiles para los historiadores, pues nos permiten adentrarnos por un lado en la mentalidad de las personas detrás de ciertos proyectos, viendo claramente cuales eran sus intenciones. De igual forma, analizar las obras originales a las obras que se terminaron realizando nos sirve para entender cual era la realidad frente al pensamiento original e idealizado.
Esta diferencia entre los bocetos y la realidad arquitectónica nos muestra como los enfoques arquitectónicos pueden variar. Como podemos ver en el texto “La reconstrucción de Madrid y de Varsovia desde 1939/1945: diferencias estructurales y similitudes orgánicas”, de José María Faraldo y Carolina Rodríguez López; a la hora de plantear una reconstrucción, se pueden seguir varias vías.
Por un lado, como ya hemos mencionado en Ciudad Universitaria, una opción es dejar los daños causados para establecer ese daño como un discurso ideológico. De igual forma y como se plantea en el “Plan de Reordenación de la Ciudad” ideado por Pedro Bidagor, uno de los arquitectos principales en la reconstrucción de Madrid; se puede demoler por completo las ruinas, destruyendo así el pasado; para crear una nueva ciudad desde cero.
Dentro de esta visión idealizada, Madrid sería una ciudad completamente nueva, con una zona central de la que partirían tres grandes avenidas que recorrerían toda la ciudad. Una de estas avenidas, la Avenida de la Victoria, integraría en su tramo final la nueva Plaza de Moncloa liderada por el Ministerio del Aire y el Arco del Triunfo con una estatua ecuestre de Franco delante del arco. De esta forma se buscaría no solo conmemorar sino mostrar la legitimidad de Franco para gobernar, siendo esta legitimidad su victoria durante la Guerra Civil.
La tercera opción, es la versión realista económicamente hablando. Tras la guerra, España estaba en un estado de crisis económica constante, una situación que se incremento con el estado autárquico de los años 40 y principios de los 50. Bajo esta realidad económica, la tercera opción y la principal fue la de usar las ruinas preexistentes para volver a edificar edificios funcionales para recuperar el funcionamiento de la ciudad.
En un primer momento, Franco pretendía crear una nueva ciudad, una Nueva Madrid; que sirviera de epicentro para su nueva España, siendo Madrid en su ideario la capital de un nuevo estado centralizado. No obstante, la realidad económica y posteriormente, los cambios en las relaciones internacionales (algo que exploraremos con mayor detalle en el próximo artículo) hicieron imposible la edificación de una ciudad con un discurso similar a sus antiguos referentes en Italia y Alemania.
Es por este motivo por lo que obras como el Arco del Triunfo o el antiguo Ministerio del Ejército del Aire son tan importantes para los historiadores. Estos edificios y sus historias nos permiten adentrarnos a otros mundos hipotéticos, en donde las condiciones reales no son un impedimento y en donde las utopías que los gobiernos buscan crear pueden hacerse realidad.
El antiguo Ministerio del Aire no solo sirve para estudiar la monumentalización que este tipo de obras querían crear. Su historia desde el inicio de las obras en 1943 hasta la finalización de estas en 1958 son dos fechas que nos muestran dos Españas completamente diferentes la una a la otra. Es por esto por lo que estudiar edificios como a sus arquitectos nos permite a los historiadores profundizar en los cambios que ocurren dentro de un país.
En el próximo artículo, hablaremos sobre la historia de Luis Gutiérrez Soto, su educación, su participación en la guerra y su influencia como arquitecto en toda Madrid, aunque mantendremos nuestro foco en el Ministerio y así responderemos como fueron las obras y como podemos ver el cambio de un país entero estudiando únicamente uno de sus múltiples espacios arquitectónicos.
Fotografía: extraída de Gutiérrez Soto, L. (1943). Proyecto de edificio para Nuevo Ministerio del Aire en la Plaza de la Moncloa. 20, 290-295.












