noviembre de 2025

El patrimonio incómodo. ¿Qué nos hace sentir la arquitectura? (y III)

Como los lectores han podido apreciar, el término de “patrimonio incómodo” nos ha acompañado desde la primera parte. No obstante, nunca he entrado en detalle sobre lo qué es el patrimonio incómodo. Esto se debe a que el objetivo, antes de hablar en detalle sobre la posible incomodidad de algún edificio, es la de trasmitir la historia detrás del Ministerio del Aire de forma clara y completa.

Los historiadores tenemos como objetivo final investigar desde múltiples puntos de vista diversos objetos de estudio para poder entender el pasado de forma muy clara. Como mencionó uno de mis profesores nosotros no somos narradores ni cuentacuentos, somos traductores del pasado, una época distinta a la nuestra con una forma de ver el mundo diferente.

No obstante, es cierto que estudios sobre el pasado reciente, sobre todo en nuestro caso particular por la controversia que genera hablar del periodo de Franco, hace que sea necesario exponer los hechos de la forma más objetiva posible.

El patrimonio incómodo hace referencia precisamente a la herencia tanto material como arquitectónica que épocas pasados y controversiales nos han dejado en el presente. Este tipo de edificios generan una serie de debates, por un lado, de índole investigativa y por otro de índole social. Es por ello clave que los historiadores, dentro de lo posible, busquemos lograr la mayor objetividad posible de forma que los debates sociales partan de una base verídica para centrarse en si ese patrimonio debe o no conservarse. Al final del día, no obstante, la mejor forma de ver si un edificio u objeto material es patrimonio incómodo se reduce a si genera directamente incomodidad. Es con esta premisa que el Ministerio del Ejército del Aire cobra relevancia.

A pesar de toda la importancia y simbología franquista, o incluso me atrevería a decir fascista; que hay detrás de esta obra arquitectónica, en la realización de un artículo que tenía como principal objetivo analizar el Ministerio del Aire dentro de la lógica franquista, la falta de artículos y de noticias actuales que hagan referencia a la incomodidad de este edificio es algo que ha sido inesperado. No obstante, al estudiar el edificio no como objeto único, sino dentro de un espacio concreto, siendo esto lo que pudimos ver en la primera parte; podemos ver una posible explicación del porqué de este suceso.

Para empezar, antes de ponernos a hablar del que fue el Ministerio, siendo hoy en día el Cuartel del Ejército del Aire y del Espacio, vemos el Arco del Triunfo como un elemento mucho más llamativo dentro de esta premisa de patrimonio incómodo. Como hemos visto, originalmente ambos elementos iban a estar mucho más relacionados entre sí.  El arco, tiene una función diferente a la del Ministerio pues en vez de ser la puerta al recinto como en los bocetos iniciales, el arco forma su propia plaza conectada pero separada del Cuartel. Esto hace que ambas obras a pesar de formar parte en teoría de un mismo conjunto terminan viéndose como dos espacios diferentes y, por tanto, hace que una tome más prioridad que la otra a la hora de discutir patrimonios incómodos. Al fin y al cabo, no es lo mismo un edificio con función estatal que un monumento conmemorando la victoria de la Guerra Civil.

Dentro de esta idea de otros patrimonios incómodos cerca del Cuartel General del Aire y del Espacio, Ciudad Universitaria es otro recinto cercano que sigue contando con restos de la Guerra Civil como agujeros de balas, un elemento que impacta mucho más que la historia de un antiguo Ministerio que parece haberse camuflado con las viviendas colindantes, atrayendo de manera obvia la mirada de los investigadores.

Si hablamos de los restos más visibles a nivel social y qué personas sin conocimiento histórico pueden identificarlos como patrimonio incómodo, los restos en Ciudad Universitaria son más claros. De igual forma, si analizamos la historia de Madrid, parece ser que la simbología del Arco del Triunfo genera más atención para los historiadores que el edificio del antiguo Ministerio, tomando este un mayor protagonismo y prioridad. Del mismo modo, al alejarnos de la ciudad de Madrid como tal, otros elementos como el Valle de Cuelgamuros, más conocido como el Valle de los Caídos, acumulan toda la controversia relativa a edificios con simbología totalitaria.

Es cierto que el Cuartel General del Aire y del Espacio es heredero de unas líneas de pensamiento fascistas, pero el hecho de que se optara por emular el Monasterio del Escorial en vez de buscar imitar los edificios fascistas de sus vecinos totalitarios en Europa hizo que la idea inicial pasara desapercibida en favor de la idea de recrear un edificio conocido de España. El hecho de que no hubiera una inauguración o que no se realizara ningún tipo de festividades relacionadas con el edificio hizo que su relación con el ideario fascista se fuera difuminando en la conciencia popular en favor de esta idea de imitación que puede considerarse más inocente, algo que no se puede decir del Arco del Triunfo.

El hecho de que sea el Cuartel del Ejército del Aire también juega a su favor, pues símbolos usados por Franco como pueden ser las águilas que adornan el edificio pasan desapercibidas, mientras que el águila del monumento a favor de los caídos, de igual forma que el Arco del Triunfo, termina por analizarse de manera separada.

A través del análisis de la evolución del Ministerio del Aire, algo queda claro. El edificio en sí tiene mucha carga simbólica de un pasado muy próximo al fascismo europeo, algo que en otros países llamaría mucho la atención. No obstante, la existencia de otros edificios y recintos con una mayor carga simbólica de este pasado doloroso como el Arco de la Victoria o Ciudad Universitaria hace que la atención se aleje de lo que, a simple vista, incluso para algunos historiadores, es a fin de cuentas una copia del Escorial. La falta de una conmemoración política en su finalización contribuye a que el edificio siga camuflándose hoy en día sin despertar una aparente incomodidad.

Podemos ver como el espacio de la Moncloa responde a una lógica que con el paso del tiempo se fue perdiendo. Partiendo de la idea de reconstruir Madrid como si fuera una nueva capital que representara las antiguas glorias imperiales en el día de hoy, la realidad económica de los años 40 hizo que muchos de los proyectos que se diseñaron a partir de 1939 se acabaran eliminando en favor de seguir una lógica arquitectónica más pragmática frente a la realidad cotidiana de la ciudad. Es por esto por lo que la plaza de la Moncloa nos sirve a los historiadores para adentrarnos en una realidad hipotética de lo que Madrid pudo haber sido si las condiciones hubieran sido diferentes.

No solo las condiciones económicas, sino que la evolución geopolítica internacional y el aperturismo de España en la comunidad internacional a partir de la década de los cincuenta también generó un cambio en el paradigma arquitectónico. Gutiérrez Soto continuó siendo un arquitecto del régimen pero marcado por la tendencia racionalista de los años 20 y 30, cambiando el discurso de eliminar el arte corrupto de la República, tal y como decía el gobierno franquista, a un discurso de ejemplificar cómo los elementos de la República fueron “domesticados”. Además, como ya hemos mencionado, la falta de una gran inauguración ejemplifica el cambio en las prioridades del régimen generadas por la coyuntura geopolítica de los años 50, queriendo evitar despertar heridas del pasado reciente con sus nuevos aliados occidentales, engrandeciendo una obra de carácter fascista.

Las críticas a este edificio no tienen que ver con su calidad arquitectónica o artística. El actual Cuartel del Ejército del Aire es una obra cargada de un gran peso histórico, siendo un recordatorio constante de una memoria histórica incómoda para la actualidad. Este recuerdo no solo está en los edificios y sus historias, sino que también contamos con una serie de águilas tanto en el monumento en frente del Ministerio como en la fachada del propio edificio que, a pesar de no ser de gran tamaño, sí que destacan y pueden llegar a provocar momentos incómodos en la ciudadanía. Tenemos pues que discutir que elementos son necesarios mantener por su elegancia arquitectónica, que elementos dejar para recordar nuestro pasado reciente y así evitar repetir errores, y si hay algunos aspectos que debido a su clara conexión con el régimen deberían o no ser retirados y conservados en espacios más académicos y menos públicos, eliminándolos así de la vida cotidiana pero no de nuestra memoria.

El edificio del Ministerio del Aire tuvo una gran importancia, no solo por el valor simbólico del que hemos estado hablando a lo largo de estos artículos, sino porque era una de las sedes de poder del ejército, siendo este el organismo que permitió ganar a Franco la guerra, por lo que la prioridad máxima y absoluta fue la de edificar todo lo necesario para mantener al ejército en una posición de privilegio y respeto. Todas las construcciones como esta que se realizaron no solo en Madrid, sino en toda España, generó que este cuerpo lograra apoderarse de un inmenso patrimonio arquitectónico y cultural.

Me gustaría acabar esta conclusión recalcando con una breve reflexión sobre cual debe de ser el trabajo del historiador a la hora de realizar investigaciones de momentos incómodos de nuestro pasado, sobre todo si este pasado es reciente. Tal y como hemos concluido, este monumento no parece despertar ningún sentimiento de rechazo en la sociedad, al menos no uno que sea visible.  De ser así, como historiadores; ¿debemos centrarnos en un estudio puramente objetivo que busque mantener el estatus quo aun cuando este sujeto tiene una relación tan directa con un régimen dictatorial, o debemos de denunciar la impasividad del estado a la hora de poner solución a este patrimonio incómodo, pudiendo en el camino generar descontento y malestar social con un debate que actualmente parece no existir?

Fotografía: Extraído de: https://patrimoniocultural.defensa.gob.es/es/centros/archivo-ejercito-aire/historia.

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