¡Mis queridos palomiteros!
En el panorama literario del siglo XX, Albert Camus destaca como uno de esos autores capaces de poner palabras a las preguntas que todos nos hacemos. Nació un día como hoy de 1913 en Mondovi (actual Dréan), en Argelia, y una vida sin lujos le enseñó enseguida la importancia de ser uno mismo sin dobleces. De esa experiencia nació un estilo claro y directo que conquistó a los lectores del mundo entero.
Buena prueba de ello fue su primera gran novela, El extranjero (1942), que lo situó de inmediato en el centro del debate
cultural. Ese mismo año escribió El mito de Sísifo. En estas dos joyas, de una acentuada personalidad, Camus desplegaba ya su filosofía del absurdo —que también se ha relacionado con el teatro del absurdo—, que tanto ha contribuido a la difusión de la literatura de este género hasta nuestros días. Con La peste (1947), donde reflexiona sobre la solidaridad en tiempos de crisis, consolidó una obra que también incluye títulos como La caída (1956) o El primer hombre, su autobiografía, que quedó inconclusa a su muerte por accidente de tráfico (1960) y se publicó póstumamente en 1994.
Cuando en 1957 recibió el Premio Nobel de Literatura, la Academia destacó en particular su aportación en La peste, donde —decían— había puesto de relieve “los problemas que ocupan hoy la conciencia de la humanidad”. Tenía tan sólo cuarenta y cuatro años.
Ese modo de mirar la realidad —sin disfraces y sin resignación— conectó con millones de lectores. Digamos que se convirtió en alguien que invita a pensar por uno mismo, a desconfiar de los fanatismos y a defender la justicia sin grandes discursos, con hechos.
Como no podía ser de otra manera, el cine también se ha sentido atraído por su legado. Sus novelas plantean dilemas morales muy actuales: ¿qué nos hace verdaderamente libres?, ¿cómo actuamos cuando nadie mira?, ¿cuánto pesa la responsabilidad individual? Los directores que lo han llevado a la pantalla han querido explorar esas preguntas a través de sus propios lenguajes. He aquí una pequeña muestra.
Camus en el cine
Lo straniero (1967)
Dirigida por Luchino Visconti, con Marcello Mastroianni como Meursault, adapta El extranjero con una puesta en escena sobria. En su estreno generó debate, pero hoy se reconoce como una de las miradas más interesantes al desconcierto del individuo moderno.
La peste (1992)
Luis Puenzo sitúa la acción en una ciudad hispanoamericana para insistir en que la amenaza puede aparecer en cualquier lugar. Con William Hurt como protagonista, la cinta se centra en la respuesta colectiva ante una crisis que pone a prueba la solidaridad del individuo. No fue un éxito de taquilla, pero dejó huella por su lectura actual de la novela.
Le premier homme (2011)
Basada en El primer hombre y dirigida por Gianni Amelio, es quizá la película más íntima sobre Camus. Narrada con mucha sensibilidad, recorre su infancia y muestra cómo ese niño curioso y tenaz fue construyendo una idea propia de justicia, afecto y deseo de pertenencia. Fue muy bien recibida por la crítica por su honestidad.
Estas películas demuestran que el cine no se limita a ilustrar libros y que continúa el diálogo que Camus abrió con sus lectores. Y nos recuerdan que su legado sigue vivo porque, en el fondo, todos buscamos lo mismo que él, es decir, claridad para un mundo que no sabe muy bien qué rumbo tomar. Camus nos dijo que hay que imaginar a Sísifo feliz; el cine sigue mostrándonos por qué vale la pena intentarlo.












