octubre de 2024 - VIII Año

El 8 de marzo de 2021, un día muy adecuado para hablar de la filósofa feminista Silvia Federici

8 de marzo, Día Internacional de la Mujer

Los efectos de la pandemia se han hecho notar en todos los órdenes. Hoy, 8 de marzo será un día distinto a cómo tendría que haber sido. El movimiento feminista despliega, cada vez más, su influencia en la sociedad… y es sencillamente, imparable. Consciente de la importancia de este momento sabrá actuar en consecuencia.

Probablemente las descalificaciones y la inquina de la extrema derecha fascistoide y populista como VOX, tienen mucho que ver con que las mujeres hayan decidido alzar la voz, plantear exigencias laborales, sociales y legislativas… y romper amarras con un larguísimo periodo de sumisión, enclaustramiento, invisibilidad…

Conviene recordar que feminismo es, ante todo, igualdad, comenzando por la igualdad de derechos y también, por la igualdad de oportunidades. Es una tarea que nos compete a todas y a todos. Por eso precisamente, quiero que mi voz se sume a otras voces para conmemorar, pese a todo, este hermoso día por lo que tiene de emancipatorio. Será una jornada reivindicativa y concienciadora… mal que les pese a algunos.

Es una cantinela, tan machacona como incierta es que la filosofía está en crisis. Si fuera verdad, habría que decir que está en crisis desde que nació. Por el contrario, presenta perfiles combativos y vigorosos. Las contradicciones sociales son muchas y los espíritus más inquietos y sensibles exigen planteamientos teóricos adecuados para analizarlos. Ese es justamente el espacio del pensamiento crítico.

Los dos movimientos sociales, que hoy presentan una mayor pujanza y calado son el ecologismo, como consecuencia de la crisis medio-ambiental, imprescindible para frenar la degradación del Planeta y el feminismo. Por estas y otras razones, voy a ocuparme hoy de la filosofa feminista italo-estadounidense Silvia Federici, poco conocida en nuestro país pero cada vez más influyente como activista y como pensadora en determinados ámbitos.

No es, desde luego, baladí que el feminismo, comenzando por Simone de Beauvoir y continuando por Judith Butler  y alguna otra figura, se haya fortalecido hasta haber forjado una vertiente filosófica. Lo que obviamente lo dota de una mayor proyección intelectual, sin merma de su combatividad social.

Es, asimismo, de una notable importancia que alguna de estas autoras partan del marxismo, que lo revisen desde una óptica de género y que realicen penetrantes aportaciones al respecto. Es decir, es el suyo un planteamiento feminista que viene a suponer, nada más y nada menos, que una revisión, modernización y actualización del pensamiento marxiano, lo que supone una relectura de Marx en clave feminista.

Silvia Federici tiene unas bases sólidas y amplias. Con todo, no es nada desdeñable la labor pedagógica que viene realizando así como una exigente tarea de divulgación de estos nuevos conceptos para que logren ir penetrando cada vez en círculos más amplios.

La vieja dialéctica de opresores y oprimidos se presenta con nuevos matices y nuevas perspectivas, que ayudan a ir derribando prejuicios añejos y abriendo camino a nuevos conceptos poniendo, además,  el foco en nuevas realidades emergentes.

Determinados escudos sociales que impedían mostrar las estructuras patriarcales, tan arraigadas en las sociedades europeas y en la de Estados Unidos, van cayendo demostrando la pujanza de los nuevos enfoques. Este impulso se desarrolla en varios frentes. El político y el jurídico, tal vez sean aquellos sobre los que hay que hacer mayor presión para corregir deficiencias seculares pero en modo alguno, los únicos.

Lo que resulta cada vez más evidente, es que negar la realidad no solo carece de futuro sino incluso de presente. La senda de la servidumbre va quedando definitivamente atrás.

No puede ni debe negarse la importancia de las heroicas y tenaces luchadoras que han llevado las reivindicaciones hasta aquí… sin olvidar que no hay que perder de vista la transcendencia de los pasos dados… pero aún restan muchos más que dar.

La dimensión y el significado de las palabras libertad e igualdad, tienen que ampliarse con nuevos contenidos semánticos, es decir, incorporando una perspectiva de género. Pasó el momento del desánimo y de las ramas vacías de hojas… por el contrario, más temprano que tarde, reverdecerán.

El proyecto tendente a explicitar que es posible una relectura de Marx en clave feminista, merece un esfuerzo atento. Silvia Federici, por ejemplo, critica lo que se ha dado en llamar el reduccionismo productivista de Marx. De ese análisis precisamente, procede uno de los aspectos más polémicos pero con mayor dimensión de futuro de su pensamiento, es decir, la reivindicación de un salario para el trabajo doméstico. Lo que pretende la pensadora es dar visibilidad y dotar de una dimensión política a algo como el trabajo doméstico que ha sido menospreciado y minusvalorado, sin cuestionarse si quiera lo que ha venido suponiendo para la sujeción de la mujer y el mantenimiento de estructuras patriarcales.

Defiende Silvia Federici que el sujeto es algo que se construye socialmente. A este respecto, es necesario tener presente que los papeles o roles sociales establecidos son arbitrarios. Precisamente por eso, una de las tareas ineludibles del presente es denunciarlos y mostrar su debilidad. Ha sido la consecuencia lógica del inmovilismo social de abundantes estructuras patriarcales. El edificio comienza a agrietarse. Es, por consiguiente, el momento adecuado para presionar con mayor fuerza.

Otro aspecto que no me resisto a comentar, aunque sea de pasada, es la reflexión crítica que lleva a cabo sobre el concepto marxiano de “acumulación originaria”. Me parece, especialmente brillante, su denuncia ‘del robo de tierras’ que anteriormente eran comunitarias, en los orígenes del capitalismo. Ese expolio  es para ella nada menos, que el origen de algunas de las grandes fortunas.

Para aquellos que quieran leer algo de Silvia Federici, diré que en la editorial Traficantes de Sueños, hay traducidas al castellano, algunas de sus obras de mayor calado, como “Revolución en punto cero”  y, sobre todo, “Calibán y la bruja”. Son además de interesantes y rigurosas, originales y amenas. Uno de los aspectos que le interesa especialmente, es la caza de brujas que en los siglos XVI y XVII fue especialmente virulenta, despiadada y brutal.

No se limita solo a poner el dedo en la llaga, mostrando el ascenso del capitalismo y las presiones y exacerbado dominio que llevó a cabo sobre determinados sectores productivos, sino que va un paso más allá, haciendo hincapié en que ‘los juicios de brujas’ con sus torturas y muerte en la hoguera… fueron una poderosa herramienta para la sujeción y la opresión de la mujer.

Me parece ilustrativo, que en lugar de repetir el planteamiento de que el capitalismo supone una mejora objetiva de las condiciones del trabajo feudal, resalte, por el contrario, que es un movimiento reaccionario. Por una parte elimina diversos aspectos del ‘comunalismo’ y, por otra, apuesta decididamente por el contrato social más conservador, en perjuicio de diversos colectivos pero, sobre todo, de la mujer.

Los dos libros, cuya lectura he sugerido anteriormente, pueden y deben complementarse con otro que también se encuentra en Traficantes de Sueños y que lleva el significativo título de “Patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo”.

Antes de seguir adelante, creo que es justo mencionar a Leopoldina Fortunati con quien ha colaborado en diversos proyectos y que es una prestigiosa pensadora y comunicadora italiana, autora entre otros textos de “El arcano de la reproducción: trabajo doméstico, prostitución, trabajo y capital”.

Regresando a Silvia Federici, cabe destacar que es una activista incansable concienciando y denunciando que el llamado trabajo reproductivo y de cuidados, es una de las bases sobre la que se sostiene el capitalismo, perpetuando su faz explotadora.

No basta con denunciar este y otros supuestos, una y otra vez. Para los grupos y sectores más reaccionarios que siguen defendiendo las posiciones más obtusas del patriarcalismo, el desorden viene a ser todo aquello que les lleve la contraria. Hay que saber a qué atenerse. Por ello, leemos atónitos cada día, proclamas misóginas inverosímiles o que no tienen más explicación que el recurso a la violencia para frenar el derecho a la igualdad. Precisamente por eso, sus opiniones sobre el feminismo son no solo propias de unas estructuras sociales periclitadas, sino que actúan con ese rencor y violencia propio, de quienes ven amenazada  la conservación de injustos privilegios.

En este 8 de marzo hay que decir, le pese a quien le pese, que el feminismo no tiene marcha atrás. Va a continuar infatigablemente proclamando nuevos derechos, dando nuevas dimensiones al concepto de igualdad y, sobre todo, proyectando socialmente nuevas formas de existencia… y de convivencia.

Quienes siguen creyendo en un fundamentalismo desfasado y arcaico se creen con derecho de situarse en el puente de mando y de arrojar a otros y, sobre todo, a otras a las calderas… Perciben con indisimulado temor que se van viendo reducidos a la marginalidad y, por eso, reaccionan tan violentamente y con tanto odio.

Los ‘patrones morales’ no solo están cambiando sino que ya han cambiado. Si bien es verdad que sigue faltando tolerancia, el camino abierto es imparable e irreversible.

Se escucha y se lee con frecuencia, que el marxismo ha quedado obsoleto. A ‘sensu contrario’ es refrescante intelectualmente y estimulante, leer reflexiones en las que se denuncia que el cuerpo de las mujeres es la última frontera del capitalismo.

Hay quienes la han considerado –e incluso la consideran todavía- una pensadora subversiva. Por el contrario, creo que le sobra razón cuando señala que determinadas organizaciones internacionales, supuestamente respetables, han pretendido y siguen pretendiendo utilizar un feminismo descafeinado y vacio de toda carga transformadora para dejar el paso expedito a un neoliberalismo depredador y para frenar y si es posible revertir, las luchas contra la división sexual del trabajo y contra vetustas y menos vetustas formas de explotación.

Opino que sus reiteradas manifestaciones de que es necesario llevar a efecto substanciales mejoras en la legislación laboral deberían tenerse mucho más en cuenta. Son muy necesarias para lograr una mayor justicia y equidad.

De alguna manera no es desacertado considerarla, además, una socióloga marxista-feminista del trabajo. El pensamiento de Marx, aunque revisado críticamente, sigue siendo  fecundo. Sin duda es este otro atractivo análisis.

Conceptos marxianos como La apropiación de la fuerza del trabajo son analizados y desarrollados por Silvia Federici, desde perspectivas y enfoques de género, dotándolos de una inequívoca actualidad y proyectándolos sobre los obstáculos a eliminar en sociedades en las que se perpetúan injusticias seculares.

Asimismo, se muestra activa denunciando que nuevos bienes comunes como el agua, las semillas o incluso el código genético, corren un peligro cierto de privatización. No hay que tomarse a la ligera planteamientos como este, pues supone, nada más y nada menos, que una nueva apropiación de bienes básicos, que están muy vinculados y más, cuando cada día son más escasos a nuestra supervivencia como especie.

No comparto tampoco, muchas de las críticas que se hacen al Mayo del 68. Fue una explosión juvenil, más sentó las bases para mirar a las cosas de otra manera… y para reivindicar el papel de la utopía en el pensamiento crítico. De alguna forma, Silvia Federici es una hija rebelde del Mayo del 68. Sus reivindicaciones, dentro del movimiento SALARIO PARA EL TRABAJO DOMÉSTICO, creo que dan buena cuenta de ello.

Otros aspectos de lo que podríamos denominar sus reivindicaciones analíticas básicas, están relacionados con la inmigración. Observa, explora y analiza críticamente que, en nuestras sociedades el trabajo que fundamentalmente desarrollan las mujeres inmigrantes, es el cuidado de ancianos y enfermos. Basta con pararse un momento, para advertir la seriedad y rigor de planteamientos como este. Nos hallamos ante renovadas fórmulas de explotación.

En este 8 de marzo de 2021, que ha dado lugar a tanto ruido mediático sobre si debía o no haber manifestaciones en tiempos de pandemia, he considerado oportuno dedicar este breve ensayo ‘al alcance y proyección’ del pensamiento de filosofas feministas, tan concienzudas y tenaces como Silvia Federici.

Ningún movimiento avanza sólidamente sin un soporte teórico y crítico en que apoyarse.

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Escrito por

Archivo Entreletras

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