abril de 2024 - VIII Año

El combate contra la ignorancia

Por una Sociedad más Sana, Libre e Igualitaria

Imagen: Pixabay

Actualmente en las sociedades occidentales, la educación incentiva la autoestima, fomenta la competitividad, favorece el individualismo y no presta atención al razonamiento desde el pensamiento libre, sino que, por el contrario, suele inducir con frecuencia a cierta conceptualización banal, en un muy amplio sector de la ciudadanía, dogmática y parcial.

La pretensión de hacer que las personas, ya desde niños, se integren en un medio que los absorbe y los hace formar parte de una forma de ser conforme a las normas, usos y costumbres de una idea de sociedad y a los dogmas que se practican en dicho medio, constituye un intento de configurar una sociedad a la medida de determinados intereses y de un paquete de ideas, que podríamos denominar, en gran medida, anacrónicas y así amasados emocionalmente pasan a formar parte de un pensamiento condicionado y por lo general mediocre.

Según la teoría psicológica de Enrique Pichon-Rivière, la adaptación se entiende como la capacidad de proporcionar una respuesta adecuada y coherente a las exigencias del medio. Mientras la noción sociológica se centra en la compatibilidad de los hábitos con las características socialmente aprobadas, la psicológica enfoca el problema desde la capacidad intelectual y emocional para hacer frente a las demandas del entorno.

Pero en ningún caso, debe inducir al sujeto a coartar su pensamiento libremente conformado desde la razón analítica y reflexiva.

Pichon-Rivière distingue una adaptación pasiva expresada en comportamientos visibles ajustados a las normas, que sin embargo no implica modificaciones profundas en la estructura psíquica, de una adaptación activa, donde son las propias condiciones pulsionales del sujeto que se transforman, permitiendo a éste un contacto real y adecuado con su medio, pero desestima un molde estereotipado que pueda conducir al individuo a una alienación por la adaptación a la vida cotidiana.

A todo ello habría que agregar hoy, los fenómenos que afloran con el uso de las nuevas tecnologías, la Nomofobia (miedo a no poder usar el smartphone cada vez que se desea), la Whatsappitis (la hiperdependencia a la  aplicación de la mensajería instantánea, especialmente a los grupos), el Phubbing (no prestar atención siempre o parcialmente cuando estás con otras personas, especialmente cuando ignoras o te ignoran, por el uso del aparato), la Cibercondría (cuando el móvil se convierte en médico y cualquier pequeño detalle, síntomas o sospecha es consultada) y eso por citar algunos de los trastornos de la tecnofilia o las filo tecnofilias, o lo que comienza a conocerse  socialmente como las Adiciones a pantallas.

Sin lugar a ninguna duda estos trastornos, contribuyen a la distorsión del comportamiento e inducen, en muchas ocasiones, desde la ignorancia, a conformar personalidades mórbidas, ya que en muchas ocasiones estos factores se asientan en algún trastorno de base en la persona, lo que agrava, en ocasiones, el cuadro psicopatológico.

Estamos asistiendo a un momento en el que algunas prestigiosas universidades y países muy preocupados por su educación están reflexionando sobre el fanatismo filotecnológico. Los profesores asistimos cada día a un deterioro de la capacidad de comprensión lectora muy preocupante. Eduardo Montagut. Doctor y profesor de historia moderna y contemporánea

Todo ello contribuye a reforzar, cuando no a generar, a desarrollar desde los elementos de la propia psique, la Egolatría. Los egocéntricos son personas centradas en sí mismas y con frecuencia de una manera exagerada, de forma que presentan en ocasiones dificultades a la hora de relacionarse, y cuando no, se los percibe como tóxicos en las relaciones interpersonales. Suelen hacer prevalecer la autoridad al análisis o a la reflexión y muchas veces castran el pensamiento libre.

Un ególatra puede tener una personalidad encantadora y comportarse como un déspota a la vez. En las relaciones familiares y de pareja, pero también grupales, son aprovechados y manipuladores. [i]  

“Algunas personas no han entendido que la Tierra gira alrededor del sol, no de ellas”. Quino-Mafalda

Este trastorno no se aleja mucho del trastorno Narcisista de la personalidad. Según el DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), este trastorno se caracteriza por los siguientes criterios:

La persona narcisista se concibe a si misma exagerando la autopercepción de su importancia, espera ser reconocido constantemente como superior entre sus iguales, suele manifestarse preocupado por su deseo de brillantez y de la influencia que ejerce o puede ejercer desde un cierto poder, concibe que son escasos aquellos que lo pueden comprender y tiende a relacionarse con personas que él considera especiales, son triunfadores o pertenecen a un alto status.

Los narcisistas suelen ser pretensiosos y requieren una admiración desmedida, pero a nivel personal suele comportarse como explotador, en ocasiones seduciendo y no imponiendo y en algunas circunstancias, los entornos en los que se relaciona lo perciben como arrogante.

A las personas con este trastorno les cuesta comprender lo que piensan y hasta los sentimientos de los demás. Sin embargo, detrás de esta máscara de absoluta auto confianza, no están seguras de ellas mismas y reaccionan fácilmente a la crítica.

Pueden sentir que sus relaciones interpersonales son conflictivas y poco satisfactorias, y es posible que los demás no disfruten de su compañía.[ii]

El trastorno de la personalidad narcisista causa problemas en muchas áreas de la vida, como las relaciones interpersonales, claro está, pero también en las organizaciones, en la política o en los asuntos financieros, en lo que no es descartable que se encuentren aquellos relacionados con la corrupción.

Presentan una gran dificultad en comenzar un proyecto o un camino nuevo relacionado con sus actividades; por un nivel inferior, al que consideran una humillación y les resulta difícil integrase en un grupo de trabajo, por el contrario, necesitan, en ocasiones, un grupo que trabaje y él o ellos están para dirigirlos.

Sin embargo, en las sociedades actuales, las personas que presentan trastornos de egocentrismo, narcisismo o que se referencian como tóxicos en los colectivos en los que actúan, no constituyen un alto porcentaje de la ciudadanía, como lo constituyen los personas que padecen tecnofilias y entre todos aquellos que presentan rasgos de personalidad como la Celotipia o el Egoísmo.

La Celotipia es una psicopatología que tiene como eje central una idea falsa de ser engañado o de ser traicionado por alguien al que él ama o cree que le quiere, que cuenta con su amistad o con un vínculo afectivo y no necesariamente debe existir una relación con esa persona y su percepción no tiene ningún argumento lógico o prueba de realidad que lo demuestre. Suele presentarse en personas inseguras, con un pensamiento poco desarrollado, más bien adaptado al medio y ello coincide con la evolución de la personalidad a la que hacía referencia al comienzo de este artículo.

Lo mismo sucede con el Egoísmo, una característica de conducta que alcanza el grado de egocentrismo, pero que de alguna forma presenta un inmoderado sentido de importancia de si mismo, descuida a los demás y busca el reconocimiento de aquellos a los que no les presta la suficiente atención y sin embargo, requiere para sí, lo que a ellos el entorno les otorga.

Pero en su conjunto, sí que son capaces de influir de manera masiva y muchas veces dañina en la sociedad o en los entornos en los que se relacionan y es así como una parte de la sociedad se ve condicionada, por la extrapolación de sus rasgos de comportamiento.

Todas estas conductas, con sus rasgos y trastornos, todas estas personalidades construidas al albur y al capricho de los espacios de socialización que les ha tocado vivir y las transformaciones por los cambios traídos a las nuevas sociedades del siglo XXI nacidas en esta nueva era de las tecnologías, no contribuyen a la constitución de sociedades libres, justas e igualitarias, donde debe primar la conciencia colectiva y una racionalidad libre capaz de aglutinar a la ciudadanía en torno al espacio público.

Sociedades que, de alguna manera, se encuentren vinculadas a través de un ligamen no consciente que se aglutine en torno a la razón y a los componentes culturales que mas allá de cualquier diferencia, haga prevalecer la concordia convivencial. Una vinculación que permita superar cualquier circunstancia traumática, crisis o situaciones de extrema dificultad, en definitiva, una resiliencia, capaz de potenciar la felicidad en el espacio común y público que comparte como sociedad estructurada.

Generar la posibilidad de que a través de la conjunción de voluntades se forme una entidad psíquica capaz de influir en la realidad. De forma similar a lo expuesto por Carl Gustav Jung sobre el inconsciente colectivo.

Un egregor producido por una poderosa corriente de pensamiento colectivo. Cuando un determinado número de personas, ciudadanos/as libres se concentran juntas con el objetivo de hacer posible una comunidad mejor, con intensidad, son capaces de desarrollar, algo parecido a una energía común. Todos sabemos acerca de este efecto estimulante, que podemos comprobar al compartir con otros un buen proyecto y un momento intenso. La actividad concentrada recoge las intenciones de cada uno en una conciencia colectiva que parece llevar el conjunto.[iii]

El esfuerzo para conseguir, lo que aparentemente se encuentra en la utopía, lo encontraremos en la educación, una formación dirigida a combatir la ignorancia, a conseguir un pensamiento libre y racionalista, una educación que pueda alejarnos de las fobias y acercarnos a comprender las diferencias, una educación capaz de componer un mestizaje universal basado en el respeto, la igualdad y centrado en la propia persona, en el propio sujeto, mas allá de cualquier tecnología, que paulatinamente en la evolución de la personalidad, nos conduzca a construir personalidades significadas por la felicidad, que no es otra cosa que encontrarse a si mismo y libremente formar parte del todo.

[i] https://lamenteesmaravillosa.com/egocentrismo-el-culto-al-yo/
[ii] https://www.mayoclinic.org/es
[iii] Lucile de La Reberdiere INREES – Institut de Recherche sur les Expériences Extraordinaires

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Escrito por

Archivo Entreletras

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