octubre de 2024 - VIII Año

Héroe mutilado

mutiladosCuando pasé tiempo documentándome para escribir mi novela sobre la Gran Guerra tuve que realizar muchas entrevistas a personas que habían sobrevivido a diferentes conflictos bélicos de diferentes características, a cual peor, y pude ver, sentir, la capacidad que se puede llegar a tener de olvido. La mayoría de ellos, no querían ahondar en ciertos aspectos de lo que pasaron, por ejemplo, a algunos supervivientes de la resistencia de la Segunda Guerra Mundial, o los de la Guerra Civil española, tanto en España como en Francia, su comportamiento es el mismo. Mis propios padres han contado los acontecimientos de diferentes maneras y hasta el día de su muerte han recordado cada instante de aquella contienda, pero seleccionando algunos instantes, mientras que otros no, otras secuencias o acontecimientos no lograban poderlas recordar, les eran ajenas completamente. Existe un bloqueo del acontecimiento narrativo en las personas que han sufrido guerra, es un mecanismo de supervivencia.

En los últimos decenios, y sobre todo desde el final de la Guerra Mundial, de la que todavía –como todos sabemos- quedan muchos supervivientes, adquirió gran desarrollo un movimiento filosófico sumamente complejo, procedente en sus ideas capitales de la filosofía de la vida, que se ha englobado bajo el nombre bastante equívoco e inexacto de ‘existencialismo’. Era lógico que algo así sucediera pues el malestar y desánimo que se sucede después de las guerras produce en los pensadores muchas ideas que ofrecer. Pero, frente a este estado vital, como ya he dicho surgió con el tiempo toda una filosofía de la felicidad por el placer y por lo material que no ha tenido ningún freno hasta llegar al estado actual en el que se encuentra nuestra sociedad: nadie quiere plantearse nada que le haga pensar y mucho menos sufrir. ¡Soy un hedonista! Se diría.

La expresión ‘existencialismo’ frente a otras es la más difundida; sin embargo, muchos de los filósofos que tradicionalmente la acuñaron como Heidegger, Jaspers, Marcel, Wahl, después Ortega, terminarían por rechazarla para sus doctrinas. El germen en cualquier caso es Kiergegard, quien había mostrado su aversión por el pensamiento abstracto o sub specie aeterni y había reclamado la atención hacia la existencia: El pensamiento abstracto es sub specie aeterni, hace abstracción de lo concreto, de lo temporal, del proceso de la existencia, de la angustia del hombre, situado en la existencia por una conjunción de lo temporal y lo eterno.

KierkegaardTodo pensamiento lógico se da en el lenguaje abstracto y sub specie aeterni. Pensar así a la existencia significa hacer abstracción de la dificultad que hay en pensar lo eterno en el devenir, a lo que se está bien obligado, puesto que quien piensa se halla él mismo en el devenir. De ello procede que el pensar abstractamente sea más fácil que existir como lo que se llama un sujeto. Dios no piensa, crea; Dios no existe, es eterno. El hombre piensa y existe, y la existencia separa el pensar del ser, los mantiene distantes uno de otro en la sucesión. Con todo, debemos distinguir entre filosofía existencial (Heidegger) filosofía de la existencia (Jaspers, Marcel) y existencialismo (Sartre). La estela de la guerra dejó en la sociedad diversas maneras de vivir, a los que consiguieron sobrevivir y por supuesto a la consecuencia de toda esta tragedia que son las siguientes generaciones.

Hoy en día, apenas se puede apercibir en muchas de las personas que pasean por la calle, que tienen el pasado que tienen. Y es que el factor del tiempo es de vital importancia tanto como la existencia que para el ser humano es fundamental en la sociedad. La capacidad de recuperación sobre la tragedia del hombre a sobreponerse sobre si mismo es extraordinaria, pero cuando ahondas en el tema, su mentalidad cambia por completo, entonces se descubre ese ser que ha sufrido sin que la persona pueda darse cuenta mas allá de lo que llegan o pueden verbalizar. He podido ver durante el tiempo que he hablado con sujetos implicados directamente en conflictos bélicos o simplemente observando su comportamiento, que están perdidos en un mundo que no les corresponde, evocando aquellos días con una capacidad de distinción de pensamientos increíble, algunos de ellos incluso recordaban solo aspectos positivos del drama, dejando en el fondo toda la tragedia, pasando por ella en apariencia de olvido. Para otros, son las sensaciones físicas como el frío y el hambre los elementos que mejor permanecen en su memoria, los más evocadores de aquellos días de sufrimiento. Pero de lo que estoy segura es de que muchos de ellos ocultan información, eluden aquello que no quieren recordar, no solo sus acciones, sino las acciones de los demás, todo aquello que sus ojos pudieron ver y su alma o su persona poder sentir. Su memoria selecciona.

También hemos podido saber que para muchos soldados y militares vueltos a su patria la vida ha cobrado un sentido completamente diferente, no han podido soportar las atrocidades vividas y continúan viviendo sumergidos en el alcohol, las drogas sin poder controlar o dominar sus vidas, su bienestar como personas. Esto es no soportar la realidad o el entorno. En las guerras que se suceden fuera de nuestros países y donde nuestros soldados y militares participan, la sociedad, solo espera al héroe, quieren a aquellos que regresan vencedores, que han superado o dominado a los otros, aunque haya sido una quimera y aunque esto haya sido con el homicidio como idea que deja de ser lo que es en el momento que se somete a una guerra, donde cada uno tiene el derecho de sobrevivir. La persona, por tanto, estará por encima de su prójimo, la vida de los otros no tiene ninguna importancia porque aunque ayer eran amigos, hoy son enemigos y sólo se valora a los del mismo grupo, que caen en la batalla, justamente lo contrario a lo que han predicado las religiones.

Guerra2Muchos de ellos no han podido encontrar en su vida la serenidad, la paz de espíritu y han vivido arriesgando su vida a la muerte constantemente. Este es el punto de no retorno, el valor que tiene la vida y la muerte como una salvación o como una idea de vencedor sobre el vencido (que puede ser el dolor). Otros han pensado que para vivir mutilados o con alguna minusvalía de por vida, no merecía la pena continuar esa misma vida. Sin embargo, otros han encontrado un remanso de paz, en la superación personal y en la aceptación de los hechos, sin más. Como sea, vivir una guerra es sin duda una de las pruebas más difíciles por la que pasa el ser humano, más difíciles de superar, también para los médicos que tienen que decidir con pocos medios en el momento, sobre la vida de millares de personas con sus consecuencias. En los hospitales de campaña no existe la potestad tan clara como hoy de alargar la vida por el mero hecho de conservación del humano, como es práctica habitual en nuestra sociedad, es la parte más encarnizada del enfrentamiento entre el hombre y sus circunstancias. En la filosofía de Heidegger aparece como un tema importante la cuestión de la muerte. El existir es siempre algo inacabado, porque su conclusión supone a la vez, dejar de ser. Cabe, en cierto sentido, una experiencia de la muerte del prójimo. En este caso, la totalidad que el prójimo alcanza en la muerte es un ya no existir, en el sentido de ‘ya no estar en el mundo’. La muerte hace aparecer el cadáver; el fin del ente, de la persona, cuyo cadáver solo se comprende desde la vida. La muerte –dice Heidegger- es algo propio de cada cuál, nadie puede quitar su morir a otro. Cierto.

En una guerra nadie puede llegar a saber qué se puede llegar a ser, qué cosas, el hombre, sería capaz de hacer bajo una situación de presión, de peligro o de supervivencia. No podemos decir, no puedo, yo no he podido, lo que sí se puede es decir, qué hacer en cada momento haciéndose fuerte a cada paso, preparando el espíritu de la persona para poderse someter a cualquier atrocidad. Algo hay en el interior de cada hombre que hace que se supere a si mismo, enfrentando sus miedos horribles, impidiendo el suicidio o la autolisis por una mentalidad de combate, de lucha hasta el fin. Aquí es donde entran en juego los ideales. Un ideal, un sentimiento, una militancia, una meta…eso es lo que nos hace superar los impedimentos de la vida y buscar salidas en las ideas. Ahora ante las situaciones de guerra mental que tenemos en nuestro país, el problema se ha transformado. No hay lucha cuerpo a cuerpo, hay lucha de poder dialéctico, de mentiras que pasan por verdad, de manipulación publicitaria. Posiblemente la parte más compleja de aceptar en este tipo de conflictos tal y como los estamos viviendo hoy en nuestra sociedad, se relacione con una visión fuera de lo real, que en ocasiones son realidad/ficción, una amalgama casi imposible de sintetizar, quizás el buen y fiel cristiano lo acepte pero ni mucho menos llegará a comprenderlo, porque el ser humano no puede comprender una sola parte de un Todo.

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