abril de 2024 - VIII Año

Recordando a Friedrich Engels, un ágil y demoledor polemista

Bicentenario de su nacimiento (28 de noviembre de1820 – 5 de agosto de 1895)

A finales de este mes de noviembre se cumple el Segundo Centenario del nacimiento de Friedrich Engels (1820-1895), es útil recordarlo y homenajear la memoria de este pensador revolucionario. Nació en una Europa convulsa y fue el amigo y colaborador inseparable de Karl Marx durante cuarenta años.

Pese a esto, tuvo una incuestionable personalidad y una entidad intelectual y política que no siempre se  le reconoce. Desde mi punto de vista, destaca como un ágil polemista, no exento de dotes organizativas y, podemos considerarlo, tanto un ideólogo como un divulgador de las ideas marxianas.

Voy a dedicar este breve ensayo fundamentalmente a hacer unas reflexiones sobre el “Anti-dühring”. Es, desde luego, aconsejable comenzar señalando que, en realidad el título completo de la obra es “La subversión de la Ciencia por el señor Eugen Dühring”.  Preguntémonos el motivo, el acicate que llevó a Engels a escribir el libro.

Las ideas marxistas estaban ganando adeptos en muchos lugares de Europa, especialmente en Alemania, como fruto maduro entre otros aspectos de los esfuerzos organizativos de la II Internacional. No obstante, la situación del Partido Social-Demócrata de Alemania (SPD), era por un lado esperanzadora, más por otro, delicada. Se había producido poco antes la unificación entre los seguidores de Lassalle  y los llamados eisenachianos.

Era este un momento en que los problemas teóricos adquirieron una gran importancia, así como configurar un horizonte estratégico preciso para el movimiento obrero organizado. En ese contexto, las tesis ideológicas oportunistas y confusas de Dühring gozaban de cierto predicamento en determinados sectores. Por este motivo Engels salta a la palestra y se propone extirpar de raíz la influencia de Eugen Dühring que considera nefasta, evitando que en el seno de los partidos obreros se introduzcan ideas y conceptos pequeño-burgueses.

Llegados a este punto es conveniente trazar algunas pinceladas sobre Dühring, abogado, economista y filósofo. Forjó una teoría ecléctica y poco estructurada, mezclando el positivismo con determinados análisis materialistas  procedentes de Feuerbach. Se manifestaba en contra de los excesos del capitalismo, pero no apostaba por su supresión como modelo. Posteriormente entro en una deriva claramente reaccionaria, de carácter antisemita y en la que pueden apreciarse elementos racistas.

No puede extrañarnos, en modo alguno, que Engels se propusiera ‘desenmascarar’ algunas concepciones pequeño-burguesas y sobre todo, atajar con rigor todo aquello que podía impedir la solidez del SPD en un momento en que era importante robustecerlo orgánicamente y dotarlo de una firme consistencia teórica.

Engels como buen esgrimista acierta a la  hora de atacar los puntos más vulnerables de las teorías de Dühring. Estaba dotado de un estilo brillante y agresivo. Sus palabras tenían efectos convincentes sobre quienes lo escuchaban o lo leían. Pensaba que no sólo había que preocuparse por los aspectos vinculados a la justicia redistributiva sino que había que ir más allá, abordando con altura de miras, problemas que hoy definiríamos como ‘de calado filosófico y de economía política’.

Es de destacar que, aunque el libro apareció en 1878, con anterioridad había visto la luz por entregas. Puede considerársele la mayor contribución de Engels a la divulgación rigurosa de la teoría marxista.

No rehúye los ataques ni la tentación descalificadora recurriendo, con frecuencia, a la caricaturización y al sarcasmo. Entre Marx y Engels existe siempre un reparto de tareas. Karl estaba volcado en la redacción de “El Capital”, por eso Friedrich asume el papel de defensor de las ideas marxianas, cerrando el paso a lo que podría denominarse ‘desviaciones ideológicas’. La obra se estructura en tres apartados: Filosofía, Economía-Política y Socialismo.

Engels no sólo se propone ‘triturar las desviaciones’ sino exponer de forma concisa y clara, por ejemplo, las bases del materialismo dialéctico e histórico, concediendo gran importancia tanto a la dialéctica como método y a sus leyes, llevando a cabo una descripción pormenorizada de las mismas. Por cierto, no duda, tampoco, en hacer hincapié en la importancia de las teorías de Darwin ni en algunos conceptos procedes de Immanuel Kant.

No sólo critica las concepciones simplistas del pensamiento de Eugen Dühring sobre Economía-Política, sino que probablemente, por primera vez divulga conceptos marxianos sobre la mercancía y el valor y especialmente sobre la plusvalía. Realiza, asimismo, notables precisiones sobre el oportunismo político. No puede ni debe olvidarse que Engels concibe su obra como un arma al servicio de los trabajadores para combatir la ideología burguesa y las ‘desviaciones’ que van surgiendo y que deben ser drásticamente combatidas en un momento histórico en el que es fundamental la solidez teórica y orgánica. Quizás por eso mismo, porque la teoría marxista es interdisciplinar y transdisciplinar, procura dar consistencia a su texto con elementos filosóficos, fundamentos sociológicos y una nueva visión del papel y la función de las ciencias de la naturaleza. Se muestra especialmente agresivo con todo tipo de idealismo al que considera de carácter pequeño burgués y por ende, reaccionario.

Tal y como expresó William Shakespeare en “Macbeth”, Engels se propone, nada más y nada menos, que sus ideas echen raíces ‘in the seeds of time’ (en las semillas del tiempo) y ayuden a divulgar una visión del proceso histórico completo y estructurado.

Ese esfuerzo requiere una cierta perspectiva para apreciarlo en sus justos términos. Es lamentable que hasta la fecha, se le haya dedicado tan poca atención al “Anti-Dühring”,  ya que se trata de un texto divulgativo y polémico pero cuidadosamente riguroso y, a mi juicio, imprescindible para valorar su alcance así como su proyección posterior.

Friedrich Engels tenía una pluma afilada como si de la punta de un florete se tratara. Se muestra especialmente contundente en el ataque y desprecia la actitud acomodaticia de quienes pretenden ‘nadar y guardar la ropa’. En su concepción dialéctica tiene muy claro cuáles son los aspectos esenciales y se propone transmitirlos de forma comprensible, didáctica y ordenada. Quizás por eso “La subversión de la Ciencia por el señor Eugen Dühring”  pese a ciertos lastres positivistas sigue manteniendo una indudable frescura y, lo que es más importante, todavía se deja leer debido a su incuestionable interés.

Es probable que no ande muy alejado de la concepción del ‘homo faber’. Tiene una importancia, nada desdeñable, que el hombre es el animal que mide el tiempo y Engels está muy próximo a este concepto.

Es básico el derecho al alimento y a la vivienda, así como, a unas condiciones laborales justas. El valor de la dignidad, sin embargo, ha de ocupar un espacio central porque, frente a quienes opinan lo contrario, el marxismo tiene una dimensión moral innegable aunque Marx y Engels la enunciaron pero no la llegaron a desarrollar.

Habrá quien considere que no es este un asunto de capital importancia. Sin embargo, creo que estar prevenido contra ‘el huevo de la serpiente’ añade a las cualidades de Engels una intuición de hombre alerta… que tampoco se le ha reconocido.

Los motivos anteriormente expuestos serían suficientes para conceder mayor atención al Segundo Centenario de su nacimiento, que al menos, debería dar lugar a una revisión crítica de sus ideas, que pusiera de relieve su importancia y vigencia, discriminando lo que ha quedado desfasado de su pensamiento, dando así lugar a un sereno y fructífero debate ideológico.

Engels y Marx

Me parece de singular importancia que Engels no limita la exigencia de libertad a los derechos políticos, sino que la amplía a la situación social del hombre. Es plena y conscientemente dialéctico. Para él hay una conexión permanente y una constante interacción en virtud de la cual todo se transforma, deviene y perece. La realidad es compleja, como compleja es la relación entre una infraestructura productiva y una superestructura ideológica, donde se entrelazan, entre otros, aspectos simbólicos, jurídicos y culturales.

Ha gozado de un predicamento incuestionable su concepción de que la naturaleza procede dialéctica y no metafísicamente. Pueden plantearse objeciones a este punto de vista. Lo que resulta incuestionable es que Engels contribuyó con ahínco a su divulgación.

El mundo es un proceso en constante movimiento: modificación, transformación y evolución… pero interconectado. Hay, por tanto, que formular las leyes que lo rigen y que van marcando como una brújula su evolución. De ahí que la historia sea un proceso evolutivo. En su concepción las leyes fundamentales del pensamiento dialéctico cumplen esa función: comprender el mundo como una totalidad. Nada más y nada menos.

De lo que caben pocas dudas es que el esfuerzo de Engels como divulgador fue titánico para hacer comprender la concepción materialista de la Historia, lo que lo convierte en un clásico del socialismo. Se propone desvelar y divulgar lo que podríamos denominar ‘los secretos de la producción capitalista’. Estos conceptos, en buena medida, son marxianos pero Engels es un instrumento cualificado para divulgarlos.

Realizó una tarea infatigable destinada a polemizar con todos aquellos que ponían reparos a la concepción materialista y dialéctica de la Historia. Quisiera señalar, aunque fuera de pasada, que su obra “Dialéctica de la Naturaleza” donde desarrolla y amplía algunos de los planteamientos ideológicos y filosóficos que hemos venido comentando, no vió la luz hasta después su muerte.

No es aventurado indicar que el “Anti-Dühring” ha sido considerado por diversos autores, especialmente de Filosofía de la Historia, como una especie de manual, donde se exponen y desarrollan algunos  conceptos básicos de la teoría marxiana. Esto, naturalmente, no contraviene sino que complementa el enfoque principal de este texto polémico, destinado a fustigar la inconsistencia de muchas ideas de Dühring.

No es de extrañar, pues este no admitía la lucha de clases que para Engels jugaba un papel nuclear. Por otro lado, tenía la indisimulada pretensión de que los científicos vieran y adoptaran las ventajas del enfoque dialéctico.

Los textos de Engels no suelen ser farragosos. Sabe modular muy bien las ideas distinguiendo lo principal de lo secundario y accesorio. Algunos ven los libros más representativos de Marx y Engels como la descripción de una ciudad arqueológica. Es un punto de vista a mi juicio, equivocado. No sólo hablan del pasado sino de nuestro presente por lo que son rabiosamente actuales.

Estos tiempos confusos son un claro ejemplo de un desorden de estructuras sociales muy acusado, donde la explotación es brutal y, aunque cambian las formas, el concepto de plusvalía y la acumulación de capital siguen siendo imprescindibles para explicar nuestro presente.

La Historia no es una serie de episodios violentos y dramáticos… sino que sigue unas leyes, obedece a unas causas y tiene unos efectos determinados. Quizás, por eso, tener un libro de Engels entre las manos, después de tantos años de olvido,  sigue siendo útil e incluso necesario.

Friedrich Engels es contundente, vivaz y zigzagueante, cuando esgrime sus argumentos dialecticos. Maneja la batuta con habilidad y sabe elegir los momentos adecuados para atacar y poner de manifiesto las debilidades del adversario.

Vivimos tiempos que podríamos denominar propios de un cinismo epistemológico. No es momento de rasgarse las vestiduras, sino de argumentar con propiedad y debatir con rigor, mostrando los puntos fuertes del pensamiento dialéctico aquí y ahora.

Quienes pretenden pisotear impunemente la memoria… ignoran que los rescoldos del pensamiento dialéctico, todavía pueden producir argumentos que generen una práctica transformadora.

Hay que reivindicar el pensamiento dialéctico, frente a tanta nimiedad y frente a un estado de cosas lleno de gigantescos agujeros negros donde reina una absoluta vaciedad, al servicio de los intereses de  quienes rigen ‘el cotarro’

La política es, entre otras muchas cosas, un instrumento para gestionar los problemas y conflictos sociales. Las ideas y los textos de Engels son, aunque algunos se nieguen a admitirlo un puente entre dos épocas… que hay que tener la valentía y el coraje para atravesarlo, reconociendo lo que debemos a quienes forjaron ese itinerario.

Friedrich Engels tiene la suficiente entidad para que merezca la pena repensarlo, sin caer en otra forma de historicismo  como sería el pretender que sus textos solo tienen un valor arqueológico.

Otro aspecto luminoso de su herencia es una invitación expresa a que recuperemos el gusto y la necesidad por polemizar, empleando argumentos sólidos y dialecticos frente a tantas ‘fake news’, tergiversaciones y falsificaciones emitidas desde diversos centros de poder.

¿Qué pretenden, con un manoseado simplismo sembrar el desanimo y el temor para convertirnos en súbditos dóciles, incapaces de reaccionar ante el cúmulo de amenazas que nos acechan, muchas de ellas fabricadas a medida de sus intereses.

Precisamente, por eso al cumplirse el Segundo Centenario del nacimiento de Engels, me he tomado la licencia de plasmar y ofrecer distintas ópticas para realizar el análisis crítico del “Anti-Dühring”  y para testimoniar un tributo a la memoria de uno de los principales clásicos del pensamiento socialista.

Eugen Dühring pretendió construir una versión descafeinada del socialismo con la indisimulada intención de sustituir el pensamiento transformador de Marx y Engels.

No estaría de más que tuviéramos los ojos bien abiertos para identificar a los ‘dühring’ de hoy, que deslegitimando el pensamiento de la izquierda, no hacen otra cosa que un panegírico del statu quo de las políticas conservadoras y de un cada vez más peligroso populismo reaccionario con indisimuladas resonancias ‘trumpistas’.

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