abril de 2024 - VIII Año

Rafael Soler: ¡Ay del que no escriba con libertad, jugándosela en cada línea y dando lo mejor que lleve dentro!

Corría el año 1983 cuando Rafael Soler vio publicada su novela El sueño de Torba. Ahora, el escritor y poeta valenciano acaba de ver publicada de nuevo esta novela, bajo el sello Olé Libros, que sin duda ha resistido el paso del tiempo conservando su vigencia y despertando en el público lector de hoy el mismo interés que provocó en los lectores a principios de los míticos años ochenta.

La trayectoria literaria de este autor nacido en Valencia y residente en Madrid, donde ha sido profesor titular de la Universidad Politécnica, es intensa y recibida como una de las más interesantes de la nueva literatura española. En 1979 publicó El grito (1979), obra a la que siguieron otros títulos como El corazón del lobo (1981, Premio Cáceres), El sueño de Torba (1983) y Barranco (1985) en Ediciones Cátedra. Tiempo más tarde llegarían El último gin-tonic (2018) y Necesito una isla grande (2019) en Contrabando.

Autor de dos libros de relatos premiados, Cuentos de ahora mismo (1980) y El mirador (1981), en la obra literaria de Soler destaca su producción poética contenida en cinco libros de poesía: Los sitios interiores (1979), Maneras de volver (2009), Las cartas que debía (2011), Ácido almíbar (2014, Premio de la Crítica Literaria Valenciana) y No eres nadie hasta que te disparan (2016). En 2019 vio la luz su antología poética Leer después de quemar (Olé Libros). Su obra ha sido publicada en Hungría, Japón, Italia, Estados Unidos, Ecuador, Paraguay, Bolivia, Honduras y Perú.

Rafael Soler contesta aquí a varias preguntas sobre su novela El sueño de Torba recientemente publicada por Olé Libros….

-Casi cuarenta años desde la publicación de El sueño de Torba por Ediciones Cátedra…

-Y parece ayer. Nada más grato para un escritor que ver a una de sus criaturas de vuelta a los catálogos. Y digo vuelta con intención, porque ahora sale de nuevo al encuentro de nuevos lectores precisamente en Vuelta de Tuerca Narrativa. No dudé cuando Toni Alcolea me invitó a participar en el proyecto.

¿Y por qué precisamente esta novela?

-Amor de padre, digámoslo así. Era mi tercera novela, después de El grito y El corazón del lobo, y recoge bien cuanto entonces tenía que decir, y cómo hacerlo. Me reconozco en lo escrito, y aunque todo es siempre mejorable, disfruté mucho con ella robando al sueño más horas que folios. Y cuando el autor disfruta, y escribe con riesgo y con pasión, se nota.

-¿Novela experimental? ¿Novela de la experiencia?

-Eran años con una apuesta muy entusiasta por el lenguaje y por cómo contar de manera diferente lo ya contado antes. Una apuesta de riesgo, que dio lugar a muchos fuegos de artificio, dicho sea con respeto, porque al final del viaje, si no tienes una buena historia, poco tienes, y si encima mareas con alardes al lector, ese poco queda en nada. El sueño de Torba no está escrita al modo tradicional, es cierto, pero su propuesta narrativa quiere ser honesta, y al servicio de lo que en ella se cuenta.

-Rafael Soler saca a patinar su libertad sobre el folio, dijo la crítica de entonces.

-¡Ay del que no escriba con libertad, jugándosela en cada línea y dando lo mejor que lleve dentro!

La literatura es soledad.

-Así lo pienso, y así lo manifesté por primera vez en una entrevista para el diario Las Provincias, con motivo de la promoción de esta novela. Luego lo he repetido muchas veces, porque soy de los que piensan que nada tienen que ver literatura y vida literaria, aunque se citen a bailar en muchas ocasiones. Hay demasiado ruido fuera, y mucho más ahora con las redes. Un escritor crea cuando se escucha, y para eso necesita de soledad radical y bien llevada.

-¿Cómo surgió el argumento de esta historia? ¿Quién llegó antes, la trama o los personajes?

-Ambos a la vez, y dándose codazos. Siempre es emocionante la llegada de un buen personaje, con cicatrices y empeño por ganarse un sitio. Y fue el caso, porque Jaime Sarduy merecía una historia, y además traía un Rolls.

-Un Rolls Silver Wright 1956, mudo notario.

-Exacto. Y cómo iba yo a dejar que se fueran de rositas. Fue un acuerdo rápido y sin testigos: yo les tendría a mesa y mantel el tiempo que fuese necesario, y ellos tirarían del hilo para traerme a los demás. Y así llegaron todos, con poca disciplina, es cierto, pero bien peinados a la hora de salir a escena.

-¿Y Torba?

-Torba es una yegua, y es a la vez un sueño y ese proyecto que todos tenemos por cumplir.

-Una metáfora entonces, que diría el poeta que lleva dentro.

-Y fuera. Me considero un poeta que escribe novelas. Pocas novelas, seis. Y pocos libros de versos, cinco. Que bien pensado son más que suficientes. Aunque lo mejor, siempre, está por venir. Y en ello estamos.

[Fuente de la entrevista: Olé Libros]

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