abril de 2024 - VIII Año

Concha Méndez: Inconformista y rebelde

Ante una sociedad extremadamente conservadora y con abundantes rasgos misóginos

Aunque no estés aquí sigues estando
en la memoria de los que te vieron,
en quienes yo me sé,
a quienes pido
entrada por sus ojos
para poder llegar a tu presencia.
Manuel Altolaguirre

Algunas mujeres ante esta discriminación, fueron pioneras en la lucha por sus derechos y estrellas fugaces que engendraron sueños, dejando una huella profunda que nos corresponde reivindicar y rescatar

Las dos palabras que mejor definen a una generación rompedora, de mujeres jóvenes, que contribuyeron a cambiar muchas cosas en los años veinte y treinta del pasado siglo hasta la Guerra Civil y, sus trágicas y de devastadoras consecuencias, son: inconformismo y rebeldía.

Fueron modernas, vanguardistas, supieron superar sus frustraciones y su amargura y emplear su energía en vencer obstáculos.

Hacia 1910 nuestro país continuaba estando atrasado, incomunicado, aislado. En esas condiciones aspirar a compartir los ‘aires europeístas’, eran una pasión minoritaria. El patriarcalismo, las costumbres claustrofóbicas… y el peso muerto de la influencia clerical, mantenían al país anclado y con las mismas o parecidas inercias del siglo XIX.

Concha Méndez (1898-1986) fue una mujer luchadora. Representa y sintetiza muy bien, los valores y aspiraciones generacionales de otras muchas.

Se la conoce poco y mal. Habría que preguntarse, una vez más ¿por qué? Fue poeta, dramaturga, deportista y, sobre todo, moderna, desprejuiciada y con unas inmensas ganas de vivir, de conocer mundo y de abrirse a nuevas realidades emergentes que hasta ese momento, habían estado vedadas a las mujeres.

Perteneció a la Generación del 27. Ya va siendo hora de decir que aunque hayan estado sumidas en el olvido, formaron parte de ella destacadas mujeres. Podemos citar a María Zambrano, Maruja Mallo, María Teresa León o Carmen Conde, más hubo, desde luego, muchas más.

Se las conoce como “Las sinsombrero”. Destacaron en diversos campos intelectuales y artísticos (pensamiento, poesía, pintura…).

Por este motivo, hay que saludar, dándole el valor y la importancia que merece, la iniciativa de la Fundación Progreso y Cultura de dedicar un ciclo a mujeres feministas, republicanas y sindicalistas. Estuvieron ahí, aguantaron a pié firme las humillaciones y discriminaciones. Dando testimonio de inteligencia, fuerza y coraje. Han padecido una marginación ostensible, salvo quizás, María Zambrano, María Teresa León y alguna otra.

Concha Méndez con Manuel Altolaguirre

Concha Méndez siendo apenas adolescente, se propuso con firmeza, pensar y vivir de otra manera. No aceptó el rol que el conservadurismo adjudicaba a la mujer. Pertenecía a una familia conservadora que en nada favoreció sus ansias de libertad. Quiso vivir los derechos que ya disfrutaban otras mujeres en otras latitudes. No estaría mal, desde luego, considerar que las almas nobles y exigentes dan alas a la esperanza. Empezar a pensar así, sería un acto de justicia.

Es significativa la empatía de Concha con las ideas sufragistas. Apoyó, siempre que le fue posible, la lucha por ampliar derechos y libertades de las feministas, sobre todo, británicas y defendió y simpatizó con la idea de que se diese visibilidad social a las mujeres, también en nuestro país.

Hay que poner de relieve que empezaron a hacer lo que hasta ese momento nunca habían hecho, practicar deporte, preocuparse por las vanguardias, querer ser ellas mismas, tener una presencia en la universidad y fundar, siguiendo el ejemplo de lo sucedido en otros países, asociaciones y foros que tuvieron un fuerte impulso cultural como el Lyceum Club Femenino.

La Generación del 27 tenía un inequívoco ‘aire de modernidad’, vanguardista, europeísta y abierto a nuevas realidades culturales como el cinematógrafo. Convivieron y establecieron relaciones entre ellos y ellas. Es poco conocido que Concha Méndez fue novia de Luis Buñuel, durante siete años, y que se casó con el poeta, editor e impresor Manuel Altolaguirre, una de las voces poéticas más originales del momento.

Constituyó una eclosión cultural de envergadura, con pocos antecedentes, desde el Siglo de Oro. Se la conoció como la Generación de Plata de las Letras Españolas. Por su generosidad, amor al conocimiento y superación del interés burgués por el dinero, lo relaciono con una hermosa página de Cien años de soledad. En ella García Márquez nos habla del coronel Aureliano Buendía, convirtiendo monedas de oro en ‘pececitos’ en su taller secreto. Esta figura del coronel ensimismado, que se vuelca en la creación, dándole más valor que a las monedas de uso y de cambio, me parece enternecedora.

Buena parte de su grandeza cultural es que amaron y se entregaron a la búsqueda del conocimiento con auténtico entusiasmo. Su brújula estaba orientada hacia la mejora y el respeto a la dignidad humana. Elevaron la poesía y la cultura a un fin en sí mismo.

Ellos y ellas supieron alzarse contra unos caducos principios que, primaban mucho más ‘la respetabilidad exterior’ que ‘la dignidad interior’. ‘Strictu senso’, no fue una Generación politizada en sus orígenes, aunque el discurrir de los hechos políticos determinó que la mayoría ellos y ellas tomaran partido por la democracia amenazada por los totalitarismos.

No está demás enfatizar que defendieron las libertades, la justicia, la tolerancia, la igualdad, el derecho a la crítica… Hannah Arendt denomina a esta aspiración, con sabias y hermosas palabras, “el derecho a tener derechos”.

Concha Méndez había nacido en 1898, el mismo año que Federico García Lorca, Vicente Aleixandre o el dramaturgo Bertolt Brecht. Al proclamarse la Segunda República, contaba pues, treinta y tres años. No pocos sueños se vieron trágicamente truncados. La sublevación de los militares africanistas con el apoyo de Mussolini y Hitler, cercenó de raíz muchos sueños cuando los aires de cambio de la sociedad española, empezaban a dar sus primeros frutos.

Concha tuvo, desde muy joven, una intensa curiosidad intelectual, un afán de superación y de asimilación de las nuevas ideas que nos llegaban a cuenta gotas.  Tan pronto como tuvo ocasión leyó a Antón Chéjov y a Fedor Dostoievski… Al igual que otros miembros de esa generación se entusiasmaba con el cinematógrafo. Sentía una devoción especial por Charles Chaplin y por Buster Keaton.

Entre ellos y ellas –lo que constituye una novedad-, se fueron estrechando lazos de amistad y camaradería. Le encantaba la simpatía y arrolladora personalidad de Federico García Lorca. En esos años Rafael Alberti y Maruja Mallo eran pareja y cuando rompieron, continuó una sólida y firme amistad con la pintora. Otra prueba de sus inquietudes intelectuales fue su amistad con María Zambrano, con Ernestina de Champourcin y Carmen Conde.

En el momento en que le fue posible, quiso conocer mundo: Gran Bretaña, Argentina, en especial Buenos Aires… Viajar constituía una forma de cosmopolitismo y modernidad. Posteriormente el exilio la condujo a otros varios países de América Latina, en especial México. Es un detalle poco conocido que Luis Cernuda murió en su casa.

En Buenos Aires, sin ir más lejos, disfrutó de la amistad de la activa feminista Consuelo Berges, que contribuyó a abrirle las puertas del periódico “La Nación”.

Otro detalle relevante, son sus pinitos como dramaturga. Llegó a ser conocida en los ambientes culturales. En el Lyceum Club Femenino estrenó, por ejemplo, la obra para niños “El ángel cartero”.

No tardó mucho tiempo en aparecer en su vida el poeta malagueño Manuel Altolaguirre. Es una figura sobre la que habrá que volver. Editor, su imprenta constituye uno de los centros de difusión de las letras del 27.  Más tarde, en el exilio, editó uno de los libros más interesantes y originales de Juan Ramón Jiménez: “Españoles de tres mundos”

La etapa del exilio para Concha Méndez fue dura. Padeció traiciones, sinsabores. Algunos, que creía amigos, le dieron la espalda. Fueron años en que las sombras parecía que ganaban la batalla a la luz. La penetración del desánimo en la conciencia es lenta, sofisticada, inexorable… corroe la vitalidad y mata las esperanzas.

Concha con gran paciencia supo buscar, incesantemente, lo que podía reconciliarla consigo misma y devolverle las ganas de vivir, dejando de preocuparle “si mandaban o no flores a las tumbas de sus seres queridos, en el aniversario de su muerte”. Cuando el aire es tóxico quienes lo respiran se envenenan.

Sus poemarios son interesantes y dignos de ser leídos con atención. Destaca, a mi modesto entender, “Canciones de mar y tierra”, que es de una fecha tan temprana como 1930. Es también, muy poco conocido que mantuvo una relación de amistad con Alfonsina Storni y que se conservan algunas epístolas al respecto. Hemos comentado que fue una mujer moderna. Le gustaba frecuentar tertulias como la de Pombo o la del Café-Granja, El Henar.

Mención aparte, merecen sus memorias que, en puridad, no son unas memorias. Las publicó Paloma Ulacia Altolaguirre con el título de “Memorias habladas, memorias armadas”.  El ‘modus operandi’, fue el siguiente: Paloma, su nieta, le grabó cintas de varias horas de duración y, posteriormente les fue dando forma, respetando el criterio de Concha Méndez. Por ejemplo, la figura de Buñuel está prácticamente tachada.

Como hemos comentado anteriormente, cultivó –y con acierto- el teatro para niños, coincidiendo con Elena Fortún, otra figura femenina a la que habrá que dedicar un ensayo en los próximos meses. Autora de los cuentos de la famosa “Celia”, que tanto se leyeron y tanta influencia tuvieron… antes de pasar al más rotundo olvido, tras la Guerra Civil.

En estos años su amistad con Maruja Mallo era estrecha, tanto es así, que cuando en el Lyceum Club Femenino se representó su obra “El carbón y la rosa”, la decoración y la escenografía fueron de Maruja Mallo.

He ido siguiendo el itinerario vital, literario y político de Concha Méndez sin un orden cronológico. Por el contrario, he ido destacando los momentos más significativos de su periplo vital.

Su obra, con el paso del tiempo, va llenándose de grises y de ocres. Es el momento de destacar que sus ideas feministas fueron ganando impulso y proyección.

Las distintas manifestaciones y etapas de su obra literaria le dan una variedad digna de ser destacada. Merece la pena poner de manifiesto, no obstante, que más allá de la diversidad nunca está ausente un compromiso con la libertad.

Mujeres de la Generación del 27

El desengaño va dando lugar, progresivamente, a la melancolía. Tiene un exquisito cuidado con no despertar al perro dormido, de los recuerdos más lacerantes y dolorosos.  En cierto modo, algunos de sus dilemas son hamletianos ‘ser o no ser’

Sus páginas no están, en modo alguno, exentas de metafísica. Su andadura vital, en algunos momentos es paradójica. En sus páginas hay creatividad, espontaneidad, fuerza y energía. No todos los creadores pueden decir lo mismo.  El suyo es un diálogo crítico con las novedades y múltiples rutas que siguen los derroteros a uno y otro lado del Atlántico.

Concha Méndez en la mayor parte de las ocasiones, supo anteponer en sus decisiones lo que se debe hacer a lo que conviene hacer. Por eso, hasta el final conservó esa impronta de rebeldía y de plantar cara a los acontecimientos.

Desde los tiempos en que intimaba con Maruja Mallo, le repugnaba un cuadro de un perro que atrapaba entre sus fauces, hasta hacerla sangrar, a una liebre. Nunca quiso ser liebre y siempre denunció al perro de caza como heraldo y portador de muerte.

El perspectivismo ayuda, también, a contemplar con el paso del tiempo, la obra –sobre todo poética de Concha Méndez-. Supo ver las consecuencias dañinas de ‘las rapiñas’ de todo género.

Probablemente, en los estudios que se realicen en el futuro, se la recordará como feminista y pionera en la defensa de los derechos de la mujer. Su rebeldía la llevó a alzarse, con todas sus fuerzas, contra la misoginia reinante en su juventud. Trasgredir las rígidas normas patriarcales era para ella una obligación moral.

Cabe imaginar que, también, ha de hacerse hincapié en el esfuerzo que realizó por “lograr su independencia”. No se debe convertir la anécdota en categoría. Cuanto venimos afirmando es de mayor importancia que el hecho de quitarse un día el ‘sombrero’ en la Puerta del Sol.

Su inconformismo llevó a este grupo de mujeres a adoptar una actitud reivindicativa y a denunciar lo que consideraban arbitrariedades e injusticias. Así junto a María Zambrano, María Teresa de León, Carmen Conde, Rosa Chacel… se plantaron ante Gerardo Diego, reprochándole que no incluyera ninguna mujer en su “Antología de la Poesía Española”.

Algunos, no dan importancia a estos gestos. Estoy convencido, no obstante de que la tiene. Gerardo Diego, era conservador, sin embargo, en la segunda edición, rectificó y aparecieron Josefina de la Torre y Ernestina de Champourcin. Restarle importancia al gesto de denuncia es tanto como ignorar algunas cosas importantes que las mujeres de esta Generación lograron.

Es obligado poner en valor que esa pléyade de mujeres jóvenes y menos jóvenes, supieron ‘encarnar’ con vigor, los impulsos de cambios sociales, culturales y políticos que, en esos años cruciales, estaban presentes en Europa.

Es, asimismo, obligado recordar su pasión por el deporte. Fue una Generación muy deportiva, en nuestro país. Concha, por ejemplo, destacó como nadadora, inaugurando así la presencia de mujeres deportistas que tras el negro paréntesis de la dictadura, proporciona hoy día, tantos triunfos en competiciones internacionales.

Concha Méndez murió ‘en su perenne exilio interior’, en ciudad de México en 1986. Otros y otras regresaron. Ella consideraba que no había que pasar página de las humillaciones y frustraciones que infringió la dictadura franquista a tantos republicanos y republicanas.

Antes de poner fin a estas reflexiones y comentarios, que tendrán su continuación en otras colaboraciones para Entreletras, quisiera motivar al lector para que emprenda la aventura de leer “Entre el soñar y el vivir” publicado en México por la Universidad Nacional Autónoma, en 1981 y del que nos informaron, por primera vez, los Círculos republicanos residentes en México.

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