marzo de 2024 - VIII Año

Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibáñez. Encuentros capitalinos (y II)

Blasco Ibañez por Antoni Fillol Granell (1900)

Los encuentros con la escritora gallega constituyen un punto álgido de la ruptura matrimonial de Blasco Ibañez. Alargar su estancia en Madrid mucho más allá de las habituales visitas en la capital, abre un foso en las relaciones con su esposa.

Dña María lo sabe, acaba por incomodarse seriamente ya que le llega ya, abiertamente, el ruido de las relaciones entre ambos, sintiéndose claramente desplazada y herida.

Este desencuentro queda recogido por Blasco en una novela “La Maja desnuda” cuando Blasco evidencia la existencia de una crisis moral y el desconcierto entre ambos, allanando el camino a reconocer el fracaso de su vida matrimonial, quedando expresado este sentimiento a través de esa obra.

Blasco es un hombre bizarro, apuesto y vigoroso, ha sentido desde joven una fuerte atracción por las mujeres. Ha disfrutado mucho de los encuentros amorosos, en muchos casos fortuitos u ocasionales, en otros más duraderos, pero es cierto que, este sentimiento que ha discurrido en muchas ocasiones como un entretenimiento más fruto de sus experiencias furtivas que otra cosa. Nunca hasta el momento sus infidelidades han alcanzado un valor singular, un punto de ruptura, ni han supuesto algo diferente a un divertimento.

Introspectivamente se encuentra en un período de reflexión sobre su vida. Está al filo de los 40 y siente como siempre la ocasión de convertir todas sus experiencias en literatura.

Para él una novela es un análisis de la realidad, sea esta costumbrista o social. En este caso, lo que le mueve es la confesión íntima de una relación fracasada. Una relación que le impulsa a concluir que un escritor debe estar libre de las ataduras del matrimonio, sobre todo de un vínculo que ya no comparte, para impulsar su propia creación.

Algo parecido le pasa a la condesa gallega que ha llegado hace tiempo a la misma conclusión con respecto a la relación con su marido y reivindica el derecho a tener relaciones extramatrimoniales sin que ésta unión, la del matrimonio, sea el medio por el que el hombre unilateralmente sujeta a su pareja. El derecho a la libertad de las mujeres a expresar sus derechos, a alcanzar su independencia y a vivir sus sentimientos, y singularmente, su sexualidad, alcanzan carta de naturaleza en ella y se ve reflejada así en su literatura y en su vida.

Emilia Pardo Bazán

Es una perspectiva vital que se observa no solo en Dña Emilia sino también otras autoras de ese momento, como Carmen de Burgos “Colombine”, constituyendo las señas de identidad de otras escritoras que desde una perspectiva feminista, atesoran con su propia firma, o con pseudónimo, idéntico sentir. Esto animó considerablemente las tertulias, conferencias y las páginas de los periódicos siendo materia de  afiladas controversias.

Para Blasco es el momento de ruptura de las temáticas literarias costumbristas y, sobre todo, las de tipo social. Para Dña María, su esposa, fue el punto de ruptura, de no retorno a su sometimiento a D. Vicente.

En “La Maja desnuda”, escrita en 1906, el pintor Mariano Renovales, trasunto de Blasco, protagonista de la narración, recoge que no sabe cómo se produjo la relación con Josefina (María), pero lo cierto es que su lucha desde ese momento es una pelea por vencer el puritanismo de ésta, el miedo, el pudor y los escrúpulos de su pareja, y acceder a los ruegos del pintor por posar desnuda. Ella que es una alumna educada en las monjas que no acierta comprender el interés del pintor. Es un descenso a la lujuria que su mujer no comparte. En medio de ese trance aparece Concha Salazar, condesa de la Alberca, que coincide con el perfil de Dña Emilia Pardo Bazán. Ese triángulo amoroso es en realidad la representación literaria de sus devaneos con la escritora gallega, que desde que ésta visita a Madrid reparte sus relaciones con Galdós y con otros acompañantes, entre ellos, Blasco.

Eduardo Zamacois, el famoso escritor, hoy olvidado, conceptúa la novela como un libro desesperado, una relación trágica que apunta más a la muerte que a un desenlace feliz.

Hay otro dato que enrarece más las relaciones de Blasco con Dña María, su esposa en ese tiempo. Blasco se cita para un duelo y el resultado del mismo es que el escritor resulta herido en una pierna y es atendido por la escritora gallega con toda entrega hasta que sana de sus heridas. Dña María encuentra que esa prolongada estancia en Madrid supone la quiebra definitiva de la confianza. Tiene la convicción que la condesa le ha dedicado sus mejores momentos.Son más de 30 años de vida en común.

El detonante de ese momento acaba en una carta que Dña María redacta y entrega a D. Rodrigo Soriano, fiel compañero hasta entonces de Blasco en el partido republicano, con el ruego de que se la entregue a su marido. Es su punto final. Su relación ya no es la misma, y éste, Soriano, que se ha convertido en ese momento en su rival político, no se la entrega.

La rivalidad acaba en enfrentamiento de los partidarios de uno y de otro en las calles de Valencia y culmina con la ruptura del partido que encabezaba el escritor valenciano durante años, desde su fundación, extremo que fuerza a Soriano a no entregar el escrito a su destinatario sino a guardarlo para blandir la prueba cuando sea menester en contra del escritor, usándola, si acaso, en el debate político. Mal se le ponen las cosas a Blasco, que tiene que ocuparse de esos asuntos, dejando en un segundo plano sus relaciones con la escritora gallega.

En ese contexto, decide el escritor abandonar la política e indicarle a Nicolás Salmerón, cabeza de fila de los republicanos en las Cortes, su firme voluntad de abandonar la política y hasta de tomar la determinación de apartarse también de la redacción del diario “Pueblo”, órgano de prensa que fundó años atrás, y pasarle ese apartado tan querido a manos de D. Félix Azzati, su fiel lugarteniente en el consejo de redacción del periódico y en otros temas políticos en los que finalmente delega.

Es el momento en que D. Vicente Blasco Ibáñez ha decidido consagrar sus esfuerzos a la literatura, y dejar de lado su vida anterior. Luego entrará en escena la dama chilena Elena Ortuzar, a la cual dedicó la novela “La alegría de vivir” que supuso un cambio muy significativo en su estado de ánimo y una nueva dimensión en su obra literaria, marcando un antes y un después en su experiencia vital.

Para leer el artículo anterior hacer click en el título:
Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibáñez. Encuentros capitalinos (I)

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