Escribir poemas después de …
El poeta es un hombre necesitado, no tiene libre elección.
Eugenio Montale
Quizá escribir poesía después de…
(ponga el lector el nombre de genocidio)
sea una barbarie, como dijo Adorno.
Pero tuvo que rectificar
porque es inevitable que surja alguien
como Paul Celan,
que con su profundo dolor,
escribiera poesía
en el mismo lenguaje que utilizaban los asesinos
Schwarze Milch der Frühe wir trinken
sie abends wir trinken sie mittags und morgens wir trinken sie nachts (…)
wir schaufeln ein Grab (…)
der Tod ist ein Meistet aus Deutschland (1)
para convencernos de que los
bárbaros eran otros.
Sin embargo, él no habría podido entender
que las víctimas son ahora los verdugos.
Sí sabía, en cambio, que en la Poesía
está la voz de los que sobreviven.
T.S. Eliot, poeta entre dos guerras,
quiso explicar el mecanismo perverso
y circular del tiempo
para entender el comportamiento del ser humano
El tiempo presente y el tiempo pasado
se hallan, tal vez, presentes en tiempo futuro,(…) (2)
Los acontecimientos de los que ahora
tenemos noticia nos dicen
que esto es así.
¿Es la vida lo más parecido
a un eterno error que se repite?
¿Es la Poesía un aullido de denuncia presente
o la premonición de un silencio futuro?
Antonio Herranz
(1) Negra leche del alba la bebemos de tarde la bebemos
a mediodía de mañana la bebemos de noche (…)
cavamos una fosa en el aire (…)
la muerte es un maestro alemán.
Todesfuge (Fuga de la muerte). Paul Celan. Obras Completas.
Traducción de José Luis Reina Palazón.
Edtitorial Trotta. 1999.
(2) Time present and time past
Are both perhaps present in time future, (…)
Four Quartets (Cuartro Cuartetos). Burt Norton, I.
T.S. Eliot. Poesía selecta.
Traducción de Juan Malpartida y Jordi Doce.
Editorial Círculo de lectores. 2001.
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La obra de Nasser Rabah en los medios
Poesía entre los escombros.
Gaza: el poema hizo su parte, de Nasser Rabah
«Crecen rosas en los cascotes. Y desde una Gaza devastada por el genocidio nos llegan los diamantes poéticos de Nasser Rabah, destellos de la fuerza de vida de una sociedad palestina que vencerá a la muerte.»
Joan Arnau (Verdad digital).
«Ediciones del Oriente y del Mediterráneo acaba de publicar “Gaza: el poema hizo su parte”, un compendio de los versos más actuales de Nasser Rabah. Su lectura nos impacta y nos conmueve. Sus versos son de una belleza trágica, y surgen de una voz poética arrasadora.»
Joan Arnau (Verdad digital).
A continuación, tres ejemplos:
Patria fuera de servicio
El gimnasio está fuera de servicio.
¿A quién le importa? No tengo tiempo para cuidar mi cuerpo
frente a espejos hechos añicos:
¡Para qué! No hay cafés para lucirse un jueves, ni balcones
para una tarde de domingo.
La luz se va por todas partes.
Las bibliotecas se buscan a sí mismas entre las cenizas.
No importa… Ningún libro conmueve mi corazón tras el libro
de los tanques.
La vida y yo:
un ciego de rodillas entrega un anillo de luz a una ciega.
Lo que queda es la imaginación,
un músculo incansable.
La imaginación es el café de los extraños, los espejos
del inconsciente, las bibliotecas de los cautivos.
La imaginación es lo que nos queda para hacer una patria
de la nada.
Los poetas
En el pasado, los poetas tenían
un sexto dedo en cada mano,
para que la mano pudiera
soportar el dolor de escribir. Tenían tres sentidos adicionales: leer lo invisible,
comprender el lenguaje de las abejas
y los árboles y curar a los amantes.
No tenían nada en lugar del corazón,
para poder pasar por el dolor de la vida
hasta el final sin una muerte prematura.
Cuando morimos
Cuántos murieron, ya no importa,
cuántos hemos muerto, no hay
memoria para contar. La guerra
es un cielo feo, música de fondo
para un holocausto repetido.
Cuántos murieron, ya no importa,
las manos quemadas no saben contar.
(Nasser Rabah, poeta de Gaza. 26 de junio de 2024)
Después de leer estos poemas del poeta palestino Nasser Rabah, me han venido desde dentro unos versos del poeta Gabriel Celaya que están contenidos en su poema La poesía es un arma cargada de futuro.
Desgraciadamente, un futuro muy incierto para los palestinos. Pero yo creo que a la poesía la carga el presente y se dispara con rabia y denuncia para que la esperanza y el futuro se puedan cumplir, y eso es, precisamente, lo que hace Nasser Rabah con sus versos: crear una esperanza de vida desde el presente, lleno de destrucción y horror.
Los versos de Celaya, quizá, algo más líricos, y menos apegados a una realidad tan brutal y desgarradora como los de Nasser Rabah, no están exentos de fuerza y reivindicación que valdrían para denunciar lo que ahora sucede en Palestina. No en vano, en todos los regímenes autocráticos, expansionistas y genocidas, el crimen es una seña de identidad.
Así dice el poema de Celaya:
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente
afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas
crueldades. (…)
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo. (…)
Estos versos, al rememorarlos, no pretenden solapar a los otros. Es una cuestión de empatía y solidaridad frente a unos nuevos y, sin embargo, viejos hechos denigrantes.
Antonio Herranz (06-08-2025)
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Un paseo por las nubes
Lo que podría haber sido una conversación más entre dos buenos amigos, un intercambio distendido sobre la responsabilidad que debe asumir la poesía en situaciones que sobrepasan los límites de lo tolerable y su compromiso con la denuncia de hechos que denigran la condición humana. Lo que podría haber sido «un paseo por las nubes», discutiendo sobre lo divino y lo humano y que casi nunca trasciende, a pesar del empeño que ponemos los que buscamos en la poesía una forma de redención, se convirtió en una reflexión a dos voces sobre algo extremadamente serio y de rabiosa actualidad. Hablar nada menos que sobre el genocidio que se está llevando a cabo en Gaza, y al que asistimos en absoluto silencio y sin ningún tipo de reacción desde el mundo del arte y la cultura. Ante tal masacre, no sabíamos explicarnos, no entendíamos la absoluta falta de respuesta al respecto.
Es verdad que la creación artística, y más concretamente la poesía, fue lastrada, a partir del conocimiento fehaciente de la «Shoah», por el «síndrome de Adorno». Rectificó el filósofo y el mundo siguió su curso entre poemas y lágrimas. Por otra parte (era también motivo de nuestra conversación) echábamos muchísimo en falta el compromiso de esa poesía social tan nuestra que tomó la pluma para denunciar, criticar y mostrar los horrores de la dictadura franquista. Esa poesía a la que siempre acudimos, que no olvidaremos nunca; la poesía visceral, comprometida, que habla a las claras: «Maldigo la poesía concebida como un lujo / cultural por los neutrales/ que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. / Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.» (Gabriel Celaya)
Todavía sucedió algo que nos animó a llevar a cabo nuestro compromiso de utilizar nuestros recursos poéticos en favor del pueblo palestino. Fue conocer los poemas del poeta gazatí Nasser Rabah, escritos en unas condiciones extremas. Los dos encontramos en ellos el empuje que nos faltaba para animarnos a escribir los nuestros. Tengo que decir que me alegró mucho, y así se lo comuniqué a mi amigo, constatar, a través de los poemas de Nasser, la necesidad de seguir escribiendo poesía antes, durante y después de Gaza.
Coincidencias o no, por aquellos días mi amigo me envió un artículo de Luis García Montero, publicado en Infolibre, titulado “Escribir después de Auschwitz”, donde se lee: «Ponerle nombre a lo que ocurre, empezando por los laberintos de los sentimientos propios, es la vieja voluntad de la poesía.»
Después de algunas conversaciones más sobre si la poesía podría hacer que ocurriera algo, lo que deja siempre una sensación de incomodidad porque no hay certeza de que así sea, y a partir del artículo de García Montero, coincidimos en que escribir poemas sobre Gaza, era una decisión acertada. En ningún caso una boutade.
Juan José Ordóñez y Antonio Herranz
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A qué esperamos
[A Antonio Herranz]
I
Y nosotros, qué hacemos.
Qué escribimos ahora,
me preguntas.
Ellos allí en la Franja,
abandonados.
Y nosotros qué hacemos.
Pueblos enteros, casas,
hospitales, escuelas,
por tierra, mar y aire
bombardeados.
Y nosotros, qué hacemos.
Niños, niñas, ancianos,
hombres, mujeres,
más de sesenta mil,
aniquilados.
Y nosotros, qué hacemos.
Impotentes, tan lejos,
quietos, callados.
Palestina se muere.
A qué esperamos.
II
Ahora duelen los días con frecuencia.
Duelen con un dolor que te atenaza,
como esos trenes que iban hacia Auschwitz,
como si hoy fuese ayer y todo ardiese,
como si todos viviésemos en Gaza,
y el mundo entero fuese un clamor
furioso, antijudío, desgarrador.
Ahora duelen sobre todo las noticias.
Se desangra el periódico al abrirlo,
echa humo la radio al escucharla,
y se llena de cadáveres rotos el salón
cuando enciendes la tele
y todo es muerte, fango, desolación.
Ahora duele saber que todos callan.
Duele vernos mirar para otro lado,
cuando niñas y niños nos suplican
hambrientos, condenados, exhaustos.
Cuando casas, escuelas, hospitales
son borradas del mapa, bombardeados
sin que nadie lo impida o haga algo.
Ahora duele, duele tanto terror
contra un pueblo inocente,
aniquilado
con perversión.
Juanjo Ordóñez
Imágenes: rtve