Rosario de la Cueva*.- | Abril 2018
Pronunciar su nombre: Agatha Christie, significa adentrarnos en un mundo literario significativamente especial.
Y traer a la mente de los lectores universales el talento, la sagacidad, la intuición y la perspicacia de una de las autoras más leídas y admiradas de todos los tiempos.
Se dice que las cifras de ventas de sus obras sólo han sido superadas por la Biblia y por las obras de Shakespeare. Su obra teatral La ratonera. representada por primera vez en 1952, ha batido el record mundial de permanencia en un escenario.
En 1971, como reconocimiento a su labor, se le concedió el título de Dama del Imperio Británico.
Su plácida infancia, transcurrió en el seno de una familia burguesa, de claras e inevitables reminiscencias victorianas, envuelta en el cálido y acogedor cariño patriarcal y de sus hermanos Madge y Monty. En su querida casa de Ashfield. (¡Oh! mi querida casa, mi nido, mi madriguera.)
Todo ello fue tejiendo el carácter fuerte, la inteligencia innata y la tenacidad de la autora de los relatos policiacos, magistralmente resueltos por la dulce señorita Marple o el reservado inspector belga, Hercules Poirot.
¿Cómo olvidar algunos de sus relatos más famosos? Diez negritos o Asesinato en el Orient Express.
Novelista vocacional, cosmopolita, cultivada, con un agudo sentido del humor, tan británico, profunda y, a la vez, sutilmente inteligente, fue pionera en su tiempo. Una mujer que anhelaba ser libre y disfrutar de la vida plenamente. Y lo consiguió.
Logró con su rectitud, profesionalidad y apasionada entrega a la escritura su independencia de cuerpo y de alma. Su independencia en su estilo de vida. Dejando un legado literario imperecedero y de difícil continuidad. La dama de hierro que siempre hizo lo que quería hacer, y lo hizo de una manera extraordinaria.
- *Rosario de la Cueva dirige el ciclo ‘La Rioja poética’ en el Centro Riojano de Madrid