diciembre de 2024 - VIII Año

Ramón Hernández, eterna memoria

A pocos acontecimientos he asistido tan increíbles como cuando al escritor Ramón Hernández le daba por imitar al mismísimo Franco. Llevaba haciéndolo toda una vida y en más de una ocasión le brindó un disgusto. Pero a nosotros se nos paraba el tiempo y le escuchábamos sorprendidos para romper después en una inmensa carcajada. Cuando la fiesta decaía o necesitábamos un impulso, le decíamos: Venga, Ramón, hazte un Franco. Y la diversión estaba puesta.

Ya no lo podremos oír más. Nuestro Ramón Hernández nos ha dejado este pasado domingo 19 de mayo y nos hemos quedado con ese gesto pequeño, tristón, profundo del que sabe cuanto lo echaremos de menos.

Ramón Hernández fue un maravilloso novelista, un novelista de raza, uno de esos pocos casos de hombres nacidos para escribir, para contar con estos labios, que dirías Blas de Otero.

A los novelistas de nacimiento se les ve rápido porque no pueden dejar de narrar, no pueden tener la mente quieta y en un segundo, en una comida, te narran un episodio cotidiano y deslumbrante. Escuchando a Ramón hemos estado horas, paseando con él las calles se llenaban de nombres y de aventuras.

En 1969 publicó una de las mejores novelas que recuerdo, Palabras en el muro, un texto sobre presos comunes en una cárcel de Guadalajara a principios de los sesenta, nadie había escrito nada ni siquiera parecido y, desde entonces, Carlos Barral lo convirtió en uno de sus escritores fetiche, uno de sus espías madrileños, como García Hortelano o Antonio Ferres.

Desde entonces no dejó de escribir publicando obras muy diversas, donde siempre mostraba su preocupación por la debilidad del ser humano, las difíciles relaciones humanas y el sueño del amor como única salida posible.

Ofreció títulos muy reseñables, Pido la muerte al rey, Algo está ocurriendo aquí, Presentimiento de lobos, Un destino de mujer… o Eterna memoria, otro título imprescindible, que se tradujo a otros idiomas y tuvo varias reediciones, la última en 2015, coincidiendo con los cuarenta años de la primera edición y los ochenta del autor. Un libro sobre la crueldad del nacismo y el horror de las guerras.

En sus últimos años se dedicó a la poesía, publicando en 2012 Acuario en Capri, un volumen con toda su voz poética, y en 2017 su última obra, Boomerang, donde se pueden encontrar joyas literarias como esta:

el náufrago

mi soledad era un puñal
urgente e imperativa mi plegaria

arbitrario el mundo
desmesurados los caminos

y sin embargo tu argentada mano
me alzó hasta el aire y volé alto.

Tan alto que ya no podremos verlo, pero están aquí sus libros, eso no hay quien lo cambie. Y lo vamos a seguir leyendo siempre, porque la gran memoria es eterna como Ramón, Ramón Hernández.

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Archivo Entreletras

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