abril de 2024 - VIII Año

Thomas Mann: Una Europa que se derrumba

El que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera
Juan Ramón Jiménez

MannLas sucesivas crisis que ha padecido Europa, de un tiempo a esta parte, son de envergadura. Europa está enferma y debilitada… y no logra extraer de sí misma las fuerzas para evitar el anunciado hundimiento. Es peligroso el auge de los nacionalismos y los populismos, pero la incapacidad para diseñar y comprometerse con un proyecto renovador es palpable. Están en serio peligro la democracia y lo que queda del ‘welfare state’.

Los fatalismos, tampoco, conducen a nada. No tiene ningún sentido encerrarse en una torre de marfil, ni menos en un concepto de continente-fortaleza sino que debería ser obligado utilizar todas las fuerzas para enderezar el rumbo y reconquistar, nada menos, que el derecho a un futuro digno.

Periódicamente releo a Thomas Mann. Lo necesito. No es un autor fácil ni mucho menos cómodo pero sí inteligente y, en cierto modo profético. Hoy, sin más dilaciones es urgente mirar al pasado e interpretarlo, extraer las consecuencias adecuadas… y aplicarnos el diagnostico por amargo que sea.

Ni que decir tiene que este demócrata, antifascista, que ha sido considerado por muchos, uno de los grandes de la literatura europea del siglo XX, metió el bisturí sin concesiones, en lo que podríamos llamar el alma de la vieja Europa que estaba herida de muerte.

Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1929. Un año especialmente negro, que deparó una visión del mundo, tétrica en Norteamérica y, que en la vieja Europa no pudo impedir que el fascismo se hiciera con las riendas, con todo lo que ello significó.

montañaPodría decirse que Thomas Mann fue un autodidacta. También podría afirmarse que se inspiró en escritores y pensadores de la talla de Goethe, Nietzsche o Freud. Su obra emblemática no es otra que la Montaña Mágica, una alegoría de gran valor simbólico, donde un sanatorio antituberculoso suizo se convierte en el epicentro de un sistema de vida y destila una serie de metáforas que son fiel reflejo de lo que está ocurriendo en Europa.

Las seguridades de antaño se agrietaban cada vez más. Cada día sucedían nuevas convulsiones y la inestabilidad y el miedo al futuro eran patentes. ¿Qué era lo que estaba agonizando? Podría decirse que un mundo controlado por la burguesía, unas formas de vida, una cultura y, sobre todo, un concepto de moral que el fascismo iba carcomiendo.

La evolución del pensamiento de Thomas Mann fue ostensible. La tragedia golpeo con fuerza a su familia, con el suicidio de dos de sus hijas. Cuando llegó al poder Hitler y ya se vislumbraban las atrocidades que acabaría por cometer, se exilio a América. Allí se nacionalizó, estadounidense, aunque tuvo el coraje cívico de regresar a Europa cuando contempló los excesos liberticidas del macartismo.

De sus mejores páginas se desprende un halo de tristeza y una melancolía que lo envuelve todo.

Era de una meticulosidad kantiana. Necesitaba que todo estuviera ordenado y controlar su entorno convulsivamente. Este diseccionador del alma humana, durante toda su vida utilizó el mismo escritorio que le acompañó en su periplo por diversos países europeos y norteamericanos. De una disciplina prusiana se colocaba ante el escritorio a las nueve de la mañana y escribía hasta el mediodía.

Se posicionó, nítidamente contra el nazismo, pese a que tuvo una formación conservadora. Con coraje intelectual lo calificó de ‘Disparate con esvástica’. Se opuso, asimismo, al antisemitismo del que hacían gala esos energúmenos y que terminaría por desembocar en los campos de exterminio y en el holocausto.

lamuerteenveneciaEs digno de mención destacar sus viajes a Italia que, en cierta medida, tienen mucho de iniciáticos. Nunca hizo referencia expresa a su homosexualidad, pero esta se deja traslucir en algunas de sus obras, especialmente en Muerte en Venecia, que traslado al cine Luchino Visconti, en imágenes bellísimas y decadentes. Para conocer aspectos de su biografía y de su intimidad hay que recurrir a lo que cuenta en Relato de mi vida, una especie de memorias y en lo que queda de sus diarios pues los más comprometidos fueron a parar al fuego.

Tanto Thomas Mann como Stefan Zweig son autores imprescindibles para entender el mundo que les tocó vivir y el que tocó vivir a Europa. El compromiso de Thomas Mann con la democracia no hizo más que crecer. Partió de unos supuestos conservadores, escribió páginas de denuncia contra el fascismo y se fue radicalizando. Publicó, por ejemplo, en Neue Zürcher Zeitung, textos beligerantes de carácter antifascista. Es interesante constatar quiénes fueron sus amigos, por ejemplo Bertolt Brecht, del que más tarde se distanciaría. En Estados Unidos es destacable su estancia en la Universidad de Princeton o sus buenas relaciones con Franklin Roosevelt. Por otra parte, desde las ondas de la BBC fue un activo fustigador del exterminio de los judíos que estaban llevando a cabo los nazis. Otro intelectual con el que tuvo una estrecha relación, fue Theodor V. Adorno una de las figuras indiscutibles de la Escuela de Frankfurt, que fue su asesor musical mientras escribía otra de sus obras señeras: Doctor Faustus.

Resulta cuando menos curioso, la cantidad de escritores que aparecen en sus obras. Desde mi punto de vista es este un ejercicio de desdoblamiento. En ocasiones no son otra cosa que ‘Alter ego’ del propio Mann.

Hagamos una ‘cala’ en la Montaña Mágica, sus páginas destilan sensibilidad. Es un auténtico microcosmo. En el sanatorio suizo, al que hay que llegar ascendiendo una empinada montaña que ejemplifica los diversos niveles de lectura del texto, cada uno de los personajes tiene su propia ideología política, sus filias y sus fobias. Sus diferentes visiones del mundo, son en cierto modo una imagen muy fiel al servicio de realizar un auténtico proceso a la civilización europea contemporánea. El presente y, en cierto modo, el futuro de Europa aparece reflejado en sus páginas. Hay que destacar la sutileza de los razonamientos y el coraje de los personajes, pero, quizás atrapados en ese sanatorio antituberculoso, entre la vida y la muerte, conversan sobre filosofía, psicoanálisis, política… Estos debates vienen a sustituir a una acción prácticamente inexistente y le dan una gran densidad metafísica y metafórica. Entre sus personajes me parece de justicia citar al italiano Settembrini, filósofo y humanista. Los hombres y mujeres allí recluidos, viven sensaciones claustrofóbicas; sin embargo, por todos los rincones y en todas las conversaciones se hace ostensible el mundo de la cultura y el pensamiento.

thomasMann con Albert EinsteinMe parece sencillamente admirable su obra Doctor Faustus. Obedece a un proyecto gigantesco. Ya hemos hablado de su meticulosidad. Lo primero que hace es recoger la tradición del Doctor Faustus, el hombre que vendió su alma al diablo, y lo hace tomando como referente a C. Marlowe y Goethe ¿En qué consiste la variación o el giro que le da Thomas Mann? en que el que pacta con el diablo, aquí no es ningún científico sino un compositor musical que busca, desesperadamente, alcanzar la gloria. ¿Qué es lo que Thomas Mann se propuso? Para mí describir el camino que ineluctablemente llevó a la corrupción a la cultura alemana.

No me gustaría poner fin a estas páginas sobre Thomas Mann, sin referirme a su novela Las confesiones del estafador Félix Krull, me parece un relato lúcido y muy pesimista… que dejó inconcluso a su muerte. En sus páginas se pone de relieve, crudamente, la naturaleza del ser humano… capaz de dejarse atrapar en pestilentes ciénagas morales. En cierto modo es, nada menos, que una renovación de la novela picaresca. Mann hace hincapié en que la decadencia y la degeneración se sitúan en las fronteras del crimen.

En diversas obras realiza un contraste entre la belleza, cuya contemplación otorga plenitud y la decadencia individual y colectiva, que observa por doquier.

relatoEs, desde mi punto de vista, imprescindible al menos ojear su vasta colección de ensayos aunque no nos podemos detener aquí en hacer unos comentarios que ayudarían a comprender mucho de lo que ocurrió en esos años y como la vileza acabó ganando la partida.

Escribió, asimismo, un único drama Fiorenza, que me da la impresión que no ha sido representada en nuestro país.

Las relaciones entre arte y vida son, a menudo, conflictivas. Thomas Mann supo elevar ese conflicto casi a categoría metafísica. La otra vertiente esencial, para adentrarse en su obra es que la existencia del hombre es, una dura lucha ya que la muerte la tiene cercada por doquier y acabara por producirle una herida letal.

En estos tiempos de tribulación haríamos bien en releer a Thomas Mann. Las lecciones cruciales que sabe extraer del pasado y el pulso firme para diseccionar la condición humana tienen un valor colosal para interpretar el presente y extraer fuerzas, que nos permitan poner el pie en un futuro digno que haga honor a una civilización que no está muerta y que en modo alguno puede despreciarse a la ligera sin caer en un lamentable adanismo.

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