marzo de 2024 - VIII Año

‘El tiempo es un león de montaña’ de Trinidad Gan

El tiempo es un leonEl tiempo es un león de montaña
Trinidad Gan
XX Premio de Poesía Generación del 27
Visor, 2018

Leer un libro y recorrer sus páginas como si estuvieras en medio de un viaje, donde todo va pasando y te sientes protagonista desde el minuto uno, es algo muy placentero que te anima a seguir leyendo y te va atrapando.

La autora, en una manifiesta declaración de intenciones, desde el primer verso nos pone en alerta: ‘Sé que tiene sus riesgos iniciar este viaje’. Nos lleva por una carretera y es de noche. La ubicación espacio temporal es un hecho. Y nos dice: ‘hasta que seamos dos puntos de luz, tiempo en fuga’. ‘Tempus fugit’: clara referencia a lo fugitivo y efímero de lo que nos rodea y al veloz transcurso del tiempo.

El título se inspira en un verso de Raymond Carver: ‘Time is a mountain lion’, que aparece al inicio del libro, quizás como homenaje a uno de los principales exponentes del realismo sucio, que reduce la narración a sus elementos fundamentales. Y el tiempo, es uno de los elementos fundamentales de la poesía.

El desencanto, la desilusión vital altera la fibra interior y hace un relato visceral, donde el tiempo consume todo sin ver con claridad el final del camino, sin siquiera saber del alivio o el fin del tormento.

El tiempo aparece simbolizado en el león, como esa fiera acechante que espera en la sombra para atacarnos, asaltarnos, atraparnos. Su fuerza inquieta y te mantiene en guardia: ‘Me vigilan los ojos de una fiera,/ su cuerpo es una ráfaga de fuego/ que se adivina entre los raudos árboles/ y finge acompañarme silenciosa’

Va moldeando el poema, entretejiendo la soledad del sujeto con el sentir de los demás como también aúna escenarios de la guerra, que nos llegan a través del telediario como postales quietas sangrientas, pero que no nos estremecen, ni nos hacen llorar.

Y a medida que avanzas en la lectura del libro se va definiendo un camino donde las vivencias se muestran en carne viva, donde se constata el paso del tiempo como lo transitorio que es y determinante: ‘Y en la memoria / de aquello que miraste / van confundidos / el cazador que huye,/ la fiera que te habita.’ Porque somos dos en uno, porque Trinidad sabe de esa dualidad interior, que nos hace seres humanos capaces de lo mejor y de lo peor al mismo tiempo.

La poética de la autora es una búsqueda constante y en ella se advierte una relación profunda con las palabras que maneja con destreza. Hay un afán de trascender enriqueciendo las vivencias con imaginación y fascinación. Hay un hilo conductor invisible, paralelo a la temporalidad, que nos hace presagiar la reconciliación con nosotros mismos en el devaneo de la memoria, para descubrir que el tiempo es ‘un animal salvaje, un depredador de emboscada certera’ que nos acecha, nos mide y nos acota. Porque aunque parezcamos víctimas indefensas de ese tiempo inclemente y vil que nos domina, nos somete, esclaviza y nos marchita, testa mujer es capaz de detenerse y mirar a los ojos a la fiera y ver cómo se detiene. Nos lo demuestra y nos lo advierte en el poema final ‘Pájaros huidos’. He sentido esos versos finales como una invitación a detener el paso, como seres valientes que somos capaces de enfrentarnos a todo, incluso a la fogata del amor, al ‘eco que dejaron los pájaros huidos’, al silencio de la muerte y por qué no, enfrentarnos a nuestros propios demonios, esos que duermen en nuestro interior y que suelen marchitarnos antes de tiempo.

Porque como nos dice la autora en el poema ‘23 segundos’, no hay que darse por vencido y no hay que bajar la guardia: ‘Una mujer corre bajo la lluvia.’ (…) Aún vigila, a su espalda, / por miedo a descubrir una sombra al acecho’

Quizás somos nosotros mismos ese animal que nos acecha… Y el tiempo apenas ese silente observador de nuestras desdichas… La poeta nos hace pensar, plantea el interrogante y quizás encontremos la respuesta en nosotros mismos, al quedarnos detenidos, aunque sea un momento, a orillas del silencio.

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