abril de 2024 - VIII Año

‘Matria’ de Raquel Lanseros

matriaMatria
Raquel Lanseros
Editorial Visor, 2018

Cuando Raquel Lanseros anunciaba su nuevo libro Matria me vino a la cabeza la palabra ‘Patria’ y por asociación, mi pensamiento dedujo que se trataba de un libro importante, de raíces propias y ajenas, de la relevancia del origen y su trascendencia y al leerlo, no sólo lo he confirmado, sino que he descubierto que penetra en la esencia del ser humano, con riqueza expresiva y con un manejo de matices que confluyen como un río, cuyo caudal enriquecedor nos descubre un futuro más solícito y acogedor.

Raquel Lanseros tiene una mirada particular y ahonda en la propia esencia para transmitir un mensaje basado en el recorrido humano, un camino de ida y vuelta, de introspección. Y es capaz de homenajear a esa combinación de paisajes, rostros, voces, ideas, etapas que nos definen como personas y que nos determinan.

Celebra la existencia con este libro. Es un canto a la vida. Valora la herencia recibida y nos lleva en este recorrido vital a encontrarnos a nosotros mismos frente a la vida, en un mano a mano, como en un tango: de madre a hijo, de hija a madre.

El libro, dedicado a su hijo recién parido, evidencia que es una mujer que está en carne viva. Puede escribir del amor y de la propia existencia con toda la madurez de quien ha vivido y vive. Y como en un tango nos dice: ‘pasado y porvenir se besan en mi ombligo’ de Epifanía en La Boca; mientras suena el tango ‘Uno’: ‘si yo pudiera como ayer / querer sin presentir’. Hace a través del tango ‘Uno’ de Enrique Santos Discépolo, una magnífica evocación de lo que fuimos, para concluir en lo que somos.

Así es como la autora, desde el inicio, va mezclando su vida con tu vida y se pone a tu altura, en el mismo escalón de esta entrañable y compleja escalera que llamamos vida.

Al llegar la noche, echa en falta las luciérnagas y teme que su hijo no llegue a conocerlas. Afloran los temores de madre primeriza. La vida en fuga, la herencia recibida, la Europa que no cambia y asusta, el espanto que nos une y el agónico y temido rechazo, que ella no quiere para su heredero, ni para los que vendrán.

Y como mujer, ante la impotencia de un mundo hostil, observa como un ángel caído que no alcanza las estrellas…sólo tiene la certeza, ‘la cruel sabiduría que consume’-nos dice-. Pero el amor le da las fuerzas, aunque pida el alivio a ‘su cireneo’.

Y luego nos habla de la casa de sus padres: ‘Se tumbará tal vez alguien a descansar / sobre esta misma tierra / donde una vez estuvo la casa de mis padres’. Sabe que todo aquello, su paraíso, fue la patria de su infancia y anhela para su hijo una infancia así. Lo efímero, lo pasajero, lo circunstancial cobran aquí sentido y a pesar de la incertidumbre, el refugio siempre es la poesía: ‘poesía que nos asciende al cielo / brotando sin cesar desde la tierra, / misterio primigenio. La Divina Comedia / en sus vivos tercetos (…)

Sigue caminando en busca de la tierra prometida: ‘¿Existe alguna tierra donde los latidos/son los creadores del propio corazón?’.

Camina agarrada del brazo de su padre como la niña frágil que no ha dejado de ser. Tampoco quiere dejar de ‘jugar a las muñecas’ (pág.73), aunque sabe que la vida es breve como su poema ‘la sobrecogedora brevedad’ (pág.77) Y con esa capacidad de alquimista vuelve a encender la mecha y en un ‘mano a mano’ con la vida escribe: ‘Y serán otras manos/tal vez aun no nacidas / las que caven la tierra / que me habrá de cubrir.

Y la vida es vida y es muerte y es dolor y la autora lo sabe, lo está viviendo y nos lo transmite en el poema ‘Suspiro progenitor’, cuando dice: ‘Desde que anunciaste tu llegada/tengo dolores nuevos’ (…) pero ahora les ha dado por dolerme / no sabes cómo astillan y se clavan / todos esos días tuyos que no voy a vivir.’

En una expansión universal, la autora es parte del cosmos y en una ofrenda simbólica nos recuerda y resalta la importancia del hermanamiento de los pueblos, canta a los hermanos poetas latinoamericanos, de los que se siente hermana y en quienes se reconoce. Dice: ‘Su coraje me ensancha / sus razones me explican / sobre el verso de ustedes yo he construido mi casa’.

Y allí permanece, en ese punto del universo, en ese ombligo, lejos de todo egocentrismo, en esa patria-matria de emociones y sensibilidad.

Casi al final del libro, la protagonista es la ausencia. La muerte de la madre es la que desquicia la existencia. El destierro de esa tierra bendita y amada. Y se pregunta: ‘¿Hemos venido al mundo para qué?’ Y asevera: ‘Dicen que solamente se vive cuando se ama’. Confirmando que el amor todo lo puede y que con amor vivir es posible.

Sería maravilloso que al leer estos poemas se produzca en cada uno de nosotros, esa chispa que ilumina el camino para llegar algún día a esa tierra, a ese paraíso, a esa Matria, lugar ideal, donde vivir felices. En cada verso la poeta lo intenta. Estemos atentos, en alerta. Que nuestro paso no sea efímero.

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Archivo Entreletras

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