marzo de 2024 - VIII Año

‘Papiroflexia. Sobre el libro y la lectura’ de Guillermo Busutil

Papiroflexia. Sobre el libro y la lectura
Guillermo Busutil
Fórcola Ediciones, 2022
97 págs.

El último libro de Guillermo Busutil, Papiroflexia. Sobre el libro y la lectura, es una colección de aforismos que muy bien podríamos leer como si de un largo poema se tratara. Tal es la densidad lírica de los “versículos”, que permitiría una lectura desde esa óptica y en esa dirección. Hay aforismos que suenan como haikus (“Entre las páginas de un libro, el ámbar de una libélula”);  otros como greguerías (“El lector de los parques da de comer palabras a las palomas”) en un guiño indisimulado al Ramón que también se convoca en otro de ellos (“Gómez de la Serna se jugaba la fantasía de las palabras a una sola mano”) y, los más, alcanzan el vuelo decidido de lo sublime (“Manuel Rivera teje en alambre poemas de luz entre dos aguas”).   No sería en absoluto descabellado pensar, por tanto, que nos enfrentamos a un poemario por cuanto que el propio autor, que tiene una larga trayectoria como periodista —acaba de recibir el Premio Nacional de Periodismo Cultural 2022—, tiene alma de poeta como viene a demostrar este florilegio que hace consideraciones de este jaez: “La poesía nos relaciona con lo íntimo”.

Sin embargo, como ya nos advierte el aforismo que abre este precioso librito (“En los libros hay que entrar lo más libre posible”) no nos es pertinente, pues, hacer recomendaciones de uso antes de que el lector se inicie en la singladura íntima que toda lectura siempre nos depara (“Los libros son una ventana del Nautilus”).

De este modo, puestos a adentrarnos en sus páginas en estado de gracia, deberíamos postergar también la ‘Pajarita de papel’ que ha hecho Nuria Barrios para el prólogo, bellísima por cierto, y relegarla al furgón de cola, donde todas las introducciones deberían tomar asiento en el vagón que se viene a etiquetar como epílogo. Solo así se cumpliría el deseo expreso de Busutil. Y eso que otro de los consejos que leemos (“A veces hay que adentrarse en la lectura con un hilo de Ariadna”) podría darnos licencia, siempre y cuando el libro lo exigiera, por supuesto. Pero tanta es la fuerza expresiva del texto que huelga decir que sobran los exégetas. Y por alusiones, llegados a este punto, debemos rogar encarecidamente al potencial lector que se haga antes de nada con un ejemplar de Papiroflexia y deje esta reseña para mejor ocasión, cuando lo haya disfrutado cumplidamente en su retiro personal. Porque hay que decir que el “deporte” de la lectura es un acto solitario, onanismo que se pone de relieve en diferentes momentos: “La lectura es un ejercicio de erotismo del que se entra, se sale, se prolonga y se culmina”, o por dos veces más en una sorprendente repetición no exenta de intencionalidad: “Leer es un acto de amor con uno mismo”.

Solo así, bajo esta paradójica prescripción, estaremos satisfaciendo los anhelos del autor que requiere del lector, como único equipaje, una mirada virgen para abismarse en tan inquietante travesía.

Tan solo podemos desvelar, antes de tal ejercicio de inocencia,  algo que es notorio: el primoroso trabajo de Fórcola Ediciones al que Busutil agradecido saluda en uno de sus reconocimientos: “La fórcola de Javier Jiménez edita palabras para navegar la cultura”.

Exquisita labor editorial que empieza ya desde la sugerente portada que nos ofrece un detalle de ‘La lectora’ de Cayetano Romero. Una figura sedente de papel recortado que lee un libro sobre las páginas abiertas del cuento de ‘Le curé de Cucugnan’ de  Daudet, y no nos sorprende puesto que el mismo Busutil nos alecciona al respecto y por partida doble: “Son más las lectoras porque más mujeres se atreven” y “La seducción de un libro empieza por su portada”.

Papiroflexia. Sobre el libro y la lectura se articula en cinco secciones: Presente de indicativo, Imperativo, Presente de subjuntivo, Futuro perfecto y Futuro, en una conjugación verbal sui generis en el que el Busutil que piensa que: “Los verbos son la zona del miedo de una oración”,  extirpa los tiempos pretéritos porque: “Los libros te hacen presente cualquier pasado”.

La práctica periodística del autor asoma también tras el evidente aliento poético de su propuesta, aportando valores precisos en su medida construcción: “El periodismo es el cuadrilátero donde la palabra demuestra su agilidad y su golpeo”.

En ese apasionado juego literario, que es Papiroflexia, no solo la palabra convoca fulgores: “Los libros, la calle, el cine. De cada uno aprendí a ser personajes”. La transversalidad juega asimismo un papel importante en un fértil cruce de intereses. Sincretismo trufado de ironía de la buena, como brillantemente atestiguan: “Mundo, demonio, carne y libro”;  “(…) Y otras islas  de paso donde fondean esos tipos infames que son los libros”;  o “De algunas palabras uno se divorcia, deserta, se borr”, en el que el significado y el significante se confunden con ingenio. Y al cine, se sumarán inevitablemente el arte (“Goya pintaba como si fuera a ser leído”) y la rebeldía (”Leer es un síntoma de inconformismo”), en un Busutil, que como digno personaje fordiano  — de John Ford, no de Henry Ford— tiene mucho de outsider.  Aunque como también podemos leer, la reflexión final no escapa a lo primigenio en el lapidario: “La imagen no tiene la última palabra”.

En la cuarta sección del libro (Futuro perfecto), si seguimos en la idea de leerlo  como un poemario, nos encontramos una larga composición que utiliza la figura retórica de la anáfora (“Me gustan…”) para reforzar esta idea basándose en el acentuado ritmo discursivo de una enumeración con una clara intencionalidad estética que no abandona el tono lírico ni el humor (“Me gustan de Juan Gris sus bodegones de libros”).

La última sección del libro (Futuro) solo está compuesta por dos aforismos que vienen a encerrar el corolario perfecto de todo lo anterior: “Lo nuestro, amor, son los libros” y “Leer, carpe diem”. Bajo la frondosa sombra de Horacio, no se puede decir más con menos.

Jugoso libro, casi redondo, en el que a nuestro juicio se echan en falta dos aforismos. No se me asusten: me explico. El primero de ellos apela al propio autor. Dado que Busutil invoca la presencia de distintos escritores, que por una razón u otra le han interpelado, es natural que su natural modestia le impida incluirse en la nómina de los homenajeados. Así que nosotros, sin caer en el desdoro que el autobombo siempre trae consigo, sí que nos lo podemos permitir, y remedando el tono epigramático del libro, aunque no sin temeridad,  nos atreveremos a apuntar lo que sigue con el único ánimo de llenar ese puntual vacío: “Guillermo Busutil, con Unamuno, dobla y pliega las palabras para hacer con ellas papiroflexia del lenguaje”,  en clara referencia a uno, muy atinado, de los que justifican el afortunado título del volumen: “La escritura es el origami del lenguaje”.

Por último, el otro aforismo que echamos de menos, y este es reclamado a instancias del propio autor que piensa que: “Todos los libros se merecen un epitafio”. Así que en este sentido, nos consideramos legitimados en calidad de lectores a proponerlo. Si Papiroflexia. Sobre el libro y la lectura es toda una encendida declaración de amor al lenguaje, a las palabras, a la lectura, y en última instancia, al arte en general, bien podemos reivindicar para él, el oportuno epitafio de la última canción, The End, de Abbey Road, el último álbum de The Beatles, que asimismo era el reconocimiento expreso de la comunión espiritual que establecemos con las cosas que amamos : “And in the end/ The love you take/ Is equal to the love you make.”

¡Así pues, deseo cumplido, don Guillermo! “Y al final el amor que recibes es igual al amor que das”.

Eso sí, no olviden que el órdago que Papiroflexia nos lanza, queridos amigos, sigue sobre la mesa: “Atrévete a leer, no está de moda”.

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