octubre de 2024 - VIII Año

‘Francisco Nieva, un teatro en libertad’ de J. Francisco Peña

Nieva

Francisco Nieva,
Un teatro en libertad
J. Francisco Peña
Ediciones Antígona
Madrid, 2016 – 1ª Edic.

Por Pilar Guerrero y Antonio Chazarra

Amable lector tengo en las manos un libro, Francisco Nieva Un teatro en libertad. Es un texto magnífico que resulta imprescindible para adentrarse en la obra del dramaturgo y escenógrafo Francisco Nieva. El libro es a la vez completo, dinámico y ágil. Sus páginas son una invitación a leer y a profundizar en el teatro de este dramaturgo que junto con Valle, Lorca y Buero, representa un teatro recio, imperecedero y vanguardista imprescindible para entender el siglo XX. Nieva concibe el teatro con una vocación de totalidad. Conoce muy bien las claves del teatro del absurdo y del surrealismo y dándoles una forma, muchas veces, exuberante y barroca las proyecta sobre el escenario. Su teatro es vitalista y crítico y su estética arriesgada y valiente.

En un país como el nuestro, que no es proclive a los elogios, ni a los reconocimientos, ha logrado distinciones como ser nombrado Académico de la Lengua, el Premio Príncipe de Asturias y por no citar más que un último galardón, el Premio Nacional de Teatro.

Francisco Nieva concibe el teatro como espectáculo total y este puede ser el primero de los deslumbrantes descubrimientos que irán apareciendo a nuestro paso en una búsqueda de sus señas de identidad. Para él, como expresa en uno de sus textos, el teatro es vida alucinada e intensa, tentación siempre renovada y cuya unidad hay que buscarla en la dialéctica del contraste estético y vital de la contradicción.

Es autor de un teatro original y rompedor, cabría decir que iconoclasta, que cuenta con unas claves críticas muy acusadas y que aparecen, frecuentemente, rodeadas de una estética sobrecargada, barroca… En sus obras podemos encontrar personajes estrafalarios pero dotados de una gran fuerza telúrica, magia… lo que frecuentemente va unido a una puesta en escena de enorme plasticidad.

Ama la libertad, como quizás pocos creadores lo han hecho y ese impulso le permite transgresiones que se hunden como espadas en la realidad. Arremete contra los corsés y los rígidos esquemas ideológicos, con maestría y soltura porque… aparte de la libertad ideológica, de la libertad como valor hay otra libertad formal y estética que puede llevarle a no dejar títere con cabeza.

No pocas veces sus trasgresiones tienen lugar en un plano onírico lo que añade a esas pulsiones unas claves freudianas que supieron explotar los creadores vanguardistas más audaces. Nunca se debe perder de vista que con Francisco Nieva, el escenógrafo y el pintor están siempre agazapados tras el dramaturgo.

Es obligado hacer, aunque sea una referencia, al postismo que le puso en la pista de lanzamiento que le llevó al surrealismo. También, conviene destacar lo que le impresionaron las imágenes de Luis Buñuel, que como espejos mágicos supieron proyectarlo a ámbitos surrealistas.

En su aprendizaje de las vanguardias fue vital su descubrimiento de que la subjetividad es una forma penetrante de acceder a lo real. Sería interesante profundizar en lo que supo captar de Alfred Jarry, Michel Ghelderode o Artaud hasta llegar a Eugene Ionesco y Samuel Beckett. Lo fantástico salta por encima de lo cotidiano… la fuerza del deseo es arrolladora y, quizás por eso, su teatro está lleno de fantasmas grotescos y sus hipérboles nunca están lejos de la escatología.

Francisco Peña, profesor e investigador de la Universidad de Alcalá es uno de los especialistas de mayor relevancia sobre Francisco Nieva. Realizó su tesis doctoral sobre el dramaturgo manchego y ha intervenido, de forma destacada, en la preparación y edición de sus obras completas. Su sabiduría y su conocimiento de la obra de Nieva le lleva a ir introduciendo comentarios y valoraciones críticas de otros autores y del propio Nieva a lo largo de los diferentes análisis y enfoques críticos del texto.

Otro elemento recurrente en el teatro de Nieva es la culpa. El propio autor lo ha expresado en una célebre frase no siempre bien entendida ‘La culpa es la frontera que atravesamos o dejamos de atravesar cuando se trata de ir más allá hacia una totalización del ser‘ En sus textos transgresión y culpa están estrechamente vinculadas. Para Nieva el sexo es libertad, instinto dionisiaco y tensiones orgiásticas… las fuerzas oscuras se encargan de cercar, poner trabas o yugular, siempre que pueden, su sueño agónico de libertad. Arremete, sin concesiones hacia los convencionalismos, utilizando diversas armas; quizás la más eficaz sea el humor que con frecuencia actúa como elemento coadyuvante de la superación de la culpa.

Deberíamos también exponer, aunque de forma somera, la importancia que en su teatro juegan el binomio muerte/ceremonia y las distintas vertientes con las que sabe explorar la importancia del ceremonial. A veces la muerte actúa como una forma de sacrificio ritual.

Otro de los aspectos, extremadamente original, son los personajes de sus obras magistralmente analizados por Francisco Peña. Llama la atención, tan pronto nos adentramos en su universo creativo que el teatro de Nieva es, también, un teatro de ideas y, a veces, las ideas se encarnan en personajes que gustan ocultarse bajo distintos disfraces en un ‘modus operandi’ que no está lejos del auto sacramental.

Tampoco debe pasar desapercibida la función del coro como voz del pueblo, lo que le da una intención catártica que añade nuevos matices y otra dimensión a la interpretación de sus obras. Sería sumamente prolijo e imposible detenernos en cada uno de los aspectos señalados, pero no me resisto a mencionar a los personajes dobles que representan un dualismo vital muy interesante de analizar. Asimismo, los viajes de carácter iniciático, los personajes portadores de ambos sexos, la mujer víctima y, a veces, vengadora y la lucha por alcanzar la libertad que tratan de impedir los personajes representativos del poder establecido, es decir, militares y clérigos son un buen botón de muestra de lo que venimos indicando. Sólo nos es posible trazar unas pocas líneas de ese complejo mapa. Es el lector quien debe dar las respuestas a estos interrogantes. Aunque sería profundamente injusto no mencionar la finura analítica de las ideas de Francisco Peña y la forma atractiva de presentar sus hallazgos.

Convendría detenernos, en los diversos elementos que coadyuvan al espectáculo total y que en el teatro de Paco Nieva están medidos y sopesados milimétricamente y van desde la escenografía que a veces es un personaje más, hasta la iluminación, los efectos sonoros y la música.
Francisco Peña recoge en este libro, imprescindible, las aportaciones de otros críticos y especialistas. No es posible citarlas todas, pero como botón de muestra, expondré la clasificación que lleva a cabo César Oliva sobre los diferentes y, muchas veces, inabarcables criterios para agrupar sus obras. Así cita las de ambiente español, las de ambiente italiano, las centroeuropeas, las de ambiente romántico, las británicas con especial incidencia en la Inglaterra Victoriana… una prueba más de la riqueza y variedad de las obras de Paco Nieva es que admite
n otras taxonomías dependiendo de los aspectos en los que hagamos hincapié.

Es imprescindible dedicar unas líneas al lenguaje. Francisco Nieva analiza, con precisión, los diferentes niveles de lenguaje que utiliza. Así, la alambicada y culterana expresividad y el retorcimiento de las palabras, lo sabe aprovechar para recalcar el barroquismo excesivo pero, también, la espontaneidad del lenguaje popular. Francisco Nieva es un maestro en la utilización certera de la palabra que favorece la puesta en escena de un mundo exuberante, misterioso y desasosegante. Explora los recursos expresivos del surrealismo con sus connotaciones irracionales, e incluso mágicas sin olvidar el lenguaje entendido como forma de parodiar… contribuyendo a deformar la realidad.

La cerrazón, el convencionalismo y esa especie de cobardía consistente en desconfiar siempre, de lo nuevo, de lo que hace pensar, de lo que actúa como revulsivo, retrasaron, aunque no pudieron evitar, el triunfo de Paco Nieva en los escenarios españoles… cuando ya había obtenido señalados éxitos en los escenarios europeos.

Aludiré ahora a algunas de sus obras más emblemáticas que la crítica ha clasificado en:

a. Teatro furioso. Las más significativas son, a mi juicio, ‘Coronada y el toro‘, ‘Españoles bajo tierra‘, ‘Nosferatu‘ o ‘Pelo de tormenta‘.
b. Teatro de Farsa y Calamidad. Dónde habría que resaltar ‘Te quiero zorra‘, ‘Tórtolas, crespúsculo y telón’ y, por encima de todas, ‘La señora tártara

Si hubiera que elegir una obra que concentrara la mayoría de los elementos expresivos y simbólicos de Francisco Nieva, me quedaría, sin duda con ‘La carroza de plomo candente‘, escrita en Roma en ‘un ferragosto’ de 1969 y, donde es palpable la presencia asfixiante de la ‘España negra’
Libros tan completos como el de Francisco Peña, nos hacen comprender que es necesario conocer y ahondar en el teatro de Paco Nieva y abrir los escenarios españoles a la reposición de alguna de sus obras que hace años que no se asoma a nuestros teatros.

En el 2015, tuvimos la oportunidad de asistir en el María Guerrero (Madrid) a la puesta en escena de ‘Salvador Rosa o el artista‘ una de sus obras de ambiente italiano, desasosegante y apasionante a un tiempo que aborda un tema recurrente en su teatro como es la libertad creadora y los obstáculos con que tropieza.

Espero que estas reflexiones despierten el apetito por leer a Nieva y ver representadas sus obras de mayor relieve e importancia. Francisco Peña sabe guiarnos para que nos adentremos en ese laberinto que es el teatro de Nieva, que solo aparentemente es complicado, pues como todo laberinto tiene ‘sus claves de acceso’ a través de las cuales se puede interpretar, sistematizar y comprender en toda su hondura. Hemos apuntado que el libro contiene comentarios y análisis certeros del propio Nieva y de estudiosos de su obra como Jesús María Barrajón, Angélica Becker, Carlos Bousoño, que lo analiza desde su óptica de poeta y que es uno de los estudiosos más concienzudos del teatro de Nieva; igualmente, he de citar a Juanjo Granda, Fernando Lázaro Carreter y, por poner fin a esta relación, José Monleón que a través de la Revista Primer Acto, tanto y de forma tan crítica y lúcida, ha contribuido al conocimiento de la escena del siglo XX.

Francisco Nieva es un vanguardista y un hombre inquieto cuyo interés no acaba con su teatro. Es un memorialista, como pone de manifiesto en ‘Las cosas como fueron‘, un articulista y un interesantísimo novelista como demuestra en ‘Viaje a Pantaélica‘, en ‘Granada de las mil noches‘ y, sobre todo, en ‘Carne de murciélago‘.

Francisco Nieva, un teatro en libertad es una invitación a la lectura y comprensión del teatro de Nieva. Francisco Peña dispone las piezas en el tablero de forma tan meticulosa y simultáneamente tan ágil, que cuando se finaliza la lectura se tiene la sensación de que ha realizado una introducción propedéutica a su teatro… y, al mismo tiempo, mucho más que eso, un estudio de referencia sobre sus claves interpretativas.

 

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