octubre de 2024 - VIII Año

‘Doble fondo’ de Jaime Siles

Doble fondo
Jaime Siles
Editorial Visor, 2022

…sin que se sepa nunca/dónde el poema está,/si en lo que se nos niega/o en lo que se nos da.

Jaime Siles (Valencia, 1951) catedrático emérito de Filología de la Universidad de Valencia y habitualmente encuadrado en el grupo de los Novísimos es una presencia constante en el panorama de la poesía española desde los años 70. Ha sido galardonado con premios como el Ocnos (1973), el Premio de la Crítica (1973), el Premio Loewe (1989), el Premio Generación del 27 (1998) o el Premio de las Letras Valencianas al conjunto de su obra (2004).

Con su último libro Doble fondo (Visor 2022) profundiza en las constantes formales y temáticas de su pensamiento poético: La condición humana, la memoria y la identidad, temas  examinados a la luz del poema con plena madurez filosófica y rigor formal.

Una profundidad de pensamiento que referida a su último libro nos sitúa ante la doble dimensión del verso, erigido como ese puente que conecta signo con sentido, el flujo informe del tiempo con el yo, el poema con la memoria universal.

Un yo fuera del mundo/es lo que lo genera:/un yo dormido dentro/de una despierta idea.

Es la de Jaime Siles una poesía sustanciosa, llena de ideas, una metafísica del quehacer poético formulada en voz baja, con acento humilde y ecos de poéticas esencialistas, como las del Juan Ramón Jiménez de Dios deseado y deseante o el Cernuda descarnado de Desolación de la quimera. En estos poemas parece a veces que Siles formule o ensaye un desasirse de la materia, pensando en la nada futura del cuerpo, sobre la que se va a construir el poema. Una construcción sin cimientos que perdure más allá de su germinación carnal. Poemas liberados de la identidad, de la peripecia vital diferenciada, con la voluntad de sumergirse en el flujo eterno.

Como un lamento/resuena el caudal/del río que dentro/fue mi identidad.

Se pronuncia en las páginas de Doble fondo con repetición insistente el vocablo nada. Nada que es premonición del porvenir, en el cual el abismo del vacío se insinúa ya como ese gemelo simétrico de la plenitud. Anticipando un final que es a su vez regreso, en un juego de oposiciones que va a ser constante en el libro.

La rima es el sonido/que hace resurgir/del fondo de su nada/algo que acaso fui.

Encontramos como siempre en Siles, seguro e inflexible en su afirmación de las formas clásicas, una reivindicación de la rima, concebida como envoltorio de la idea, para que ésta, meditada en plenitud, emprenda un vuelo en que dicción y necesidad de expresión se reconcilien, reunidos en un lenguaje vivo que intuye su final. Se entona aquí una poesía delicada, donde cada poema se desangra en el siguiente, latiendo aún de curiosidad, dejando testimonio.

Lo que queda es el agua/que se va desangrando./Lo que queda es el aire./Lo que queda es el barro.

Doble fondo es por tanto, un largo poema sobrevolando un silencio eterno, lleno de perspicacia en su luminosidad crepuscular. Un dibujo de fuerzas antagonistas trazado con pintura solar, sombra y aire, que acomete el generoso acto de proponernos un compasivo esbozo del alma. Dibujo que insinúa la existencia en nuestros cuerpos dolientes de una dimensión escondida, que se revela en el pensar del poema, concebido como suma de vivencia y signo.

De todo apenas queda/tan solo el esqueleto.

Hay como en libros anteriores de Siles un apego a la cultura clásica y a la tradición como espejo de nuestro tiempo en donde manifestar determinada reverberación “eco que se prolonga y se multiplica”.  Así pues se materializa aquí una concepción del poema no como evento contingente, si no más bien como forma, estructura del lenguaje en donde el símbolo se concreta y hace preciso.

¿Qué es esta tinta con que escribo ahora?/¿Qué, esta mano que la sombra abraza?/Naufraga en mis blancas sienes/la rota espuma de su oscura plata.

En Doble fondo sonido y estructura, sentimiento y forma se nos muestran en un ciclo de metamorfosis, de tradición hecha presente, de aquello que se repite y sin embargo sucede por primera vez en su renovación y apego al arquetipo.

¿Qué importa que las rosas/ sean tiempo temblando?

Se vuelca así en los poemas una abstención consciente del yo, en que rima y métrica se nos figuran como aceptación engañosamente serena del destino, incluidos el sufrimiento y la pérdida, en una entonación de gran belleza lírica que capta la poesía de la vida, hecha también de luz, aire y  recuerdo.

Nunca ha existido esta mañana/ ni los pinos ni su perfume muerto./Ni el verde sonido de sus hojas/ni el poema ni yo, que lo recuerdo.

A favor del aliento liberado de la palabra los poemas de Siles conforman un mundo vacío de figuras, metamorfoseadas éstas en rastros de la acción humana, en vestigios pasados. Como halos de lo que fue hueso y músculo, justo antes de tornarse transparentes y desvanecerse sus formas, diluidas en un mar de referentes en que ritmo y palabra, sonido e imágenes nos abordan con el oleaje del verso.

Sí: desaparecimos para siempre/en el lenguaje.

En ese Doble fondo encontramos también la tensión entre el material de reflexión (ya sea imagen, recuerdo, mirar…) y la misteriosa abstracción del poema.

Sagrada forma eterna/en la que todo vive/y todo se recrea

Poema que quiere abarcarlo todo en su abrazo, soles, mares, vidas, continentes, pero no puede alcanzar su propósito, pues el mundo es más vasto que la ambición del poeta, así que debe servirse también del compás ancestral del verso hambriento, insatisfecho siempre y temeroso de su final que puede emular los ritmos, -diástoles y sístoles- de la vida.

Saber que la vida era/un ruido de catarata/deshecho en su mismo aire

En su núcleo, la feroz autoconfianza, la inmodestia del verso regocijado en su ambición de contener el universo, de encontrar la palabra capaz.

…una nota perdida,/recoge en ella sola/hasta la Nada misma.

Está estructurado Doble fondo en cinco partes (Sobre la página del mar, Aire acabado, Vidas paralelas, Espectros e Invocación y plegaria) que confluyen todas en un único nudo de pensamiento, igual que una araña que lanzara una trama de finos hilos desde su centro.

Una trama necesaria para la subsistencia, hecha con los símbolos de un vocabulario vital que añade otra dimensión al mundo. Pero no hay un escapismo místico o acomodaticio en la poesía de Siles. La belleza existe en el esfuerzo bien pensado, y la línea que articula el verso está trazada también hacia la nada, exigiendo del lector una toma de conciencia de aquello que existe al borde de la percepción: el vacío, la muerte.

Solo la Nada pura/que forja el universo./Solo la Nada pura/que funda cada verso.

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Escrito por

Archivo Entreletras

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