marzo de 2024 - VIII Año

‘Nuestras Sombras en el Jardín de Serralves’ de Xoán Abeleira

Nuestras Sombras en el Jardín de Serralves
Xoán Abeleira
Bartleby Editores
218 págs.

As Nosas Sombras no Xardín de Serralves es un libro sorprendente con el que Xoán Abeleira fue finalista del premio nacional de poesía en 2011. Ahora llega de nuevo a las librerías, de la mano de Bartleby Editores, en una magnífica traducción al castellano, obra de su propio autor, con el título de Nuestras Sombras en el Jardín de Serralves.

En cuanto a Xoán Abeleira, poco hay que desvelar sobre este creador multidisciplinar: músico, extraordinario traductor, ensayista y poeta de obra mesurada, destilada podría decirse. Sirva como carta de presentación para los menos avisados, este fragmento de su ensayo La poesía no es un cuento, que nos sitúa en sus coordenadas éticas y estéticas:

“…la mayoría de los aspirantes a creadores, en vez de ahondar en sí mismos y en la Naturaleza en busca de lo trascendente y de una vía para trascenderse, sucumben a la tentación de alcanzar, sea como sea, el éxito inmediato” una muestra de la actitud combativa de Abeleira contra la actual perversidad de la cultura de la mercancía, que ha impregnado también el mundo de la creación poética. Un compromiso con la verdadera poesía que alcanza su demostración práctica en este libro, que podríamos considerar tanto autobiográfico como universal, cargado de significados, con una fuerza abarcadora y totémica que ya aparecía en el anterior poemario de Abeleira Animais Animais (Animales Animales, Bartleby Editores, 2009). En aquel libro los animales actuaban como alter egos, guías espirituales, portadores del símbolo. Animales luminosos como las bestias que el hombre devoró con deleite religioso y luego honró lo mismo en las estrellas que en las cavernas, o en sus sueños de animal asustado. Emergía ya en aquél libro ese numen inefable:  

“Llegué a ti animal/Donde no me perteneces/Y ahora me acechas te asedio/Pequeña hembra descomunal”

que se convierte en fuerza motriz y centro medular de Nuestras Sombras en el Jardín de Serralves, diario de la sazón y del luto, poema de un hombre y una mujer y de las regiones íntimas que habitaron y quedaron como cicatriz en los versos, gnosis del dolor y de la ausencia, transformados en amor renovado por la expresión, en celebración de la vida con toda su amargura; manifestación del arquetipo que acuñó las apoteosis, los rituales del sexo y el romance, perennes senderos hacia lo trascendente.

“Tras la noche de bodas/El Cántico Espiritual/En un albor de damascos/Atención a lo interior/Y estarse amando a la Amada”

Quizá sea útil al futuro lector del libro aclarar que el jardín de Serralves es un jardín real, situado en la ciudad de Porto, formando conjunto con el anejo museo contemporáneo del mismo nombre, una extensa superficie ajardinada de planta geométrica, concebida a mediados del siglo pasado en una mezcla de art decó y estilo neoclásico. Remite pues a unas coordenadas geográficas y biográficas exactas para situarnos en el contexto feraz del recuerdo, la impresión encendida, la irrupción de lo terrible.

 “La noche anterior/Tú habías intentado matarte/Una vez más”

Si René Char escribió en cierto lugar acerca de una “pareja en lucha contra todo riesgo, en la ausencia, en el retorno, pero también en el tiempo brutal” Abeleira nos sitúa en ese tiempo brutal del encuentro amoroso, y ese otro desasosegante en que la  memoria regresa al momento en que el amor se transmuta en algo aterrador, atroz, circunstancia que la mayoría de la poesía de temática amorosa no plasma, ajena a todo aquello que no sea una exageración idealizada. Cuando el amor no es cálido ni tierno, sino un voraz y terrible espacio al que es imposible que el lector acuda inocente y pasivo.

“Tu rabia/Era el cúmulo de todas/Las rabias”

Abeleira quiere proyectar hacia el mito el suceso, instaurándose él mismo en la condición de hombre de hombres frente a la presencia de la diosa blanca, madre, hija, hermana, amante, fuerza telúrica, animal salvaje, que en un lenguaje seminal, extraño en su misteriosa familiaridad atemporal y antigua, devana una suerte de poética de la madre tierra devorando cuerpos y devolviendo al origen nuestras vidas, pequeñas migajas escapadas del útero del tiempo. Materia fértil, dimensión erótica, espíritu, fuerza mágica de lo femenino, terror de lo sagrado, taumaturgia del poeta desnudo.

“Recuerdo que/En aquella primera etapa/De Nuestra Comunión/Nos preparábamos para el Amor/Como dos fieles/A la espera de Su Gracia”

Los poemas intrigan tanto a nivel plástico como por lo humano concreto. Hallamos en ellos, la resaca de una tensión oscura, de una pena exigente que requiere todo tipo de encarnaciones formales para ser expresada, desde el automatismo, la tanka, piezas largas, poemas del ensalmo, del augurio, de la belleza cumplida, de la transformación y del caos con los que Abeleira sabe ahondar en un nivel antiguo y profético. Versos que vemos blandir brillantes y letales, desgarradores, sobre una profunda y palpitante herida.

“Blanca era la luz que exhalabas cuando solo eras tú sola/Y no aquella otra/Cosa/Encarnada aquella otra cárdena/Herida”

Poemas, delineados, sombreados, pulidos por todos los recursos de la belleza que se agota, abstractos pero alusivos, entremezclados de urgencia sensual y de los acabamientos ocultos de la vida, construcciones rituales para un mundo de palabras insuficientes. Como un médium Abeleira tiende su red y aguarda por la infinidad de cosas atrapadas en ella. El resultado es un gran mundo íntimo de atmósferas e historias, sueños, retratos en sombra y deslumbrantes asociaciones de imágenes.

“Debiste ser tú/Quien convirtió el aire/En esta ala interminable/De murciélago”

En definitiva qué nos encontramos en este libro: un miedo instintivo a la oscuridad, la naturaleza eléctrica del sexo, esos momento en que el vello del cuello se eriza y la verdad revela su rostro y descubrimos que nunca volveremos al lugar de las metamorfosis terribles y sagradas, donde amamos con sagacidad íntima y precisa, separados del pasado por esa membrana tan fina que es mera incumbencia del poema, purgatorio que Abeleira modula y reproduce sutilmente, con trazo generoso o leve, con variedad de pincelada: fracturada, onírica, convulsa, en una acometida de emociones y alusiones que nos conectan a la esencia de lo otro.

“Ser yo sin conseguirlo/E incluso tropiezo sin quererlo/Con mis propios fantasmas con todos/Los despojos pesarosos en que devine”

Hay también una intrépida y desarmada proclama de los arquetipos de poder femenino, proclama conmovedora que no es confortable ni aduladora efusividad de macho. Esa unión mística de lo femenino y masculino vindicada en el libro, completa un círculo que encierra la muerte, las tragedias, los nacimientos, las voces de esos fantasmas en los que finalmente devenimos en “días de amargura impronunciable”

Fue Breton quien en El amor loco señaló que el amor se expone a su propia ruina en la medida que tiende a realizarse. La vida pues es un lugar de transformación y aceptación que tiene la certeza de una sombra, en la que no hay espacio fijo, ni eternidad plácida que preserve el gran poder que había en el anhelo. Cuando “El deseo era mayor que todo”

“Tarde o temprano/Por una razón o por otra/Con una excusa o con otra/Todos acabamos/Traicionando/La imagen primera/De nuestro amor”

Trabajos de amor de incomoda lectura, hipnóticos, de claridad despiadada y dolorosa en su expuesta intimidad, mediante escenas del dolor real inminente que Xoan Abeleira no pudo evitar que se materializasen en un libro, recorrido por el recuerdo de la historia de un amor, desde los inicios y raíces, hasta su agostamiento devastador, con fogonazos de intenso ruido emocional, de furia que cristaliza en poema. Comprometido, entregado de forma intransigente, Xoan Abeleira preserva la huella de la amada, cuyo cuerpo huidizo permanece presente en la ausencia y en la fascinación por una criatura deslumbrante, extraño “animal en cataclismo”

“Un fuego de origen desconocido/Me ha arrebatado mi amor/Un fuego de origen desconocido/Se ha llevado mi amor”

Nota: La publicación de esta reseña se comparte con la prestigiosa revista literaria El coloquio de los perros

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