Rizoma
Efi Cubero
Mahalta Ediciones, 2023
388 págs.
RIZOMA ES UN CAMINO
Rizoma, un mundo subterráneo de raíces interconectadas, perfecto título para esta colección de poemas, una travesía muy especial de la obra completa de Efi Cubero, seleccionada por ella misma con enorme cuidado.
Efi es una gran poeta y una mejor persona. Generosa con su tiempo y sus amigos, nos deleita cada día con su conocimiento de profeta taoísta, humilde trabajadora de las palabras que escribe para el tiempo y no para nuestro presente, ilusorio y breve. Como Emily Dickinson, Efi escribe para lo que viene y ha de quedar.
Quizás sea ella la más oriental de los poetas hispanos, inscribiéndose en una tradición que es ella misma: oriental en sus orígenes, pues surge de lo persa y de lo griego, recogido por los árabes y enraizado en Al Ándalus, punto cero de nuestra poesía. Desde las jarchas primigenias hasta la poesía mística y la amorosa, desde Jorge Manrique hasta Lorca o Neruda, ese poso oriental es el rizoma poético de toda nuestra cultura, crisol de los saberes de todos los pueblos que cruzaron por la península, puente en la intersección de Asia, África y Europa, a la que se unió más tarde la riqueza americana.
En este libro, la poesía es un viaje, o más bien una preciosa mercadería que cruza desiertos y mares, semillas que se caen de los bolsillos de los comerciantes que solo buscan oro. Es un recorrido por toda una vida dedicada a las palabras. La poeta se sumerge en las profundidades subacuáticas con la habilidad de una buscadora de perlas, sacando de entre el limo esas palabras que iluminan la oscuridad del camino.
Rizoma es una hoja de ruta en la que cada poema es una miguita de pan que va dejando la caminante por su senda para que las recojamos nosotros, lectores pordioseros con sed de conocimiento.
El libro es un camino en seis estadios. Todo empieza con la mirada: ver para creer, ver para vivir y vivir para ver. La mirada como instrumento esencial del sabio y el poeta, de los buscadores de señales en los campos de estrellas. La mirada como brújula y guía, y el libro como bitácora donde la navegante registra coordenadas y claves.
La infancia es el siguiente estadio, un paraíso eternamente recobrado, pues nunca fue perdido. No hay caída que valga en la poesía de Efi Cubero, solo descenso a las honduras y oscuridades para mejor elevarse luego. No hay rama de árbol que no se haya nutrido de la riqueza del subsuelo. La infancia es una linterna que, desde atrás, nos ilumina la vereda.
Sí el nacimiento es el punto de partida, la existencia es a la vez travesía y odisea, un viaje de ida y vuelta, un juego eterno de presencias y ausencias en que todo final es un nuevo principio. La vida y el libro son un periplo rico en experiencias que nos educan y moldean, nos elevan y ennoblecen.
Otro estadio en la ruta es el de los lugares habitados, las ciudades y paisajes visitados, el escenario por el que avanzamos, los locus amoenus en los que reposamos nuestros cuerpos cansados, los cafés en los que nos detuvimos para ver la vida pasar, los monumentos y cementerios donde homenajeamos a los ancestros, poetas y artistas, los proscenios y decorados, la inmersión en ambientes y circunstancias de los que se nutre un alma viajera.
Después está la naturaleza, la gran maestra de la que la poeta aprende la única certeza que tal vez posea: el conocimiento de que todo nace por un puro azar, y por un puro azar se vive, ama y muere, y se deja tras sí esa semilla que el poeta lanza a voleo sabiendo que germinará en algo siempre viejo y siempre nuevo.
Las huellas que dejan nuestros pasos conforman un nuevo estadio a medida que avanzamos en nuestro recorrido; ruinas y pecios, tesoros sumergidos tras naufragios y hundimientos, columnas en las arenas del desierto, pistas en el lugar del crimen, lápidas borradas, nuestra imagen reflejada en la corriente, el eco de las voces que rebotan en los troncos en el corazón del bosque, las imágenes plasmadas en lienzos magistrales, melodías no escuchadas, tonadas ancestrales.
Y siempre, en cada momento del viaje, la creación, o quizás su resultado, lo que cada uno aporta en ese avance nuestro hacia lo desconocido. El Santo Grial que llevamos en la mente, pues solo existe el camino y al final todo lo que nos queda es el amor que hayamos sabido dar, un amor que queda impreso en versos y corazones, transustanciado en palabras-semilla que brotan como los narcisos en primavera.
Rizoma no es un bildungsroman, un trayecto desde la inocencia a la experiencia, sino más bien un haibun que recorre los recodos del universo. Palabras que se abren al silencio del que brotan y al que vuelven. Poesía no de la experiencia sino de la extrañeza y el misterio. En estos versos, la identidad de la poeta se hace jirones de niebla. Es una poesía que se mueve en las capacidades negativas de John Keats, la habilidad de un individuo para vivir en la incertidumbre, en dudas y enigmas, sin sentir la necesidad de buscar hechos o razones, una capacidad esencial para la creatividad y la comprensión profunda.
Los poemas de Rizoma entroncan verdaderamente con el pensamiento y la poesía taoísta, pues buscan la revelación de lo esencial. Es un libro en el que, a través de las palabras de Efi Cubero, el universo se abre a sí mismo, se transforma en libro abierto, en un árbol que crece hacia el cielo, transformando en luz el oscuro cieno.