abril de 2024 - VIII Año

Escucha activa del entorno

Un análisis postelectoral, con el ojo izquierdo

Si pretendemos analizar la actual situación sociopolítica y los escenarios creados a partir de las últimas elecciones en la comunidad de Madrid o las anteriores elecciones en Cataluña, deberíamos comenzar por preguntarnos si las fuerzas políticas han llevado a cabo una escucha activa del entorno, es decir analizar lo que nos trasmite  la sociedad convocada a las urnas, escuchar las inquietudes, las demandas de las necesidades, el deseo implícito de la ciudadanía, mas allá de los supuestos generalistas que puedan inducir a engaños, más allá de las tendencias que nos identifican emocionalmente con algunos principios ideológicos o a los sueños quiméricos y/o utópicos de una ciudadanía que busca refugio, a modo de defensa, en una ilusión onírica que sin duda se halla muy distante de la realidad.

Analicemos por ejemplo el trasfondo motivacional del casi 21% de la población de la Comunidad de Madrid, ubicada en el punto geométrico al sur de dicha autonomía, es indudable que una las principales carencias o necesidades de estos núcleos de población, son referidas a la carencia de empleo, al empleo sumergido y explotado o a la excesiva temporalidad y aun más grave, al empleo-basura, que empuja a los limites más acuciantes de la pobreza a aquellos que teniendo trabajo, tienen que agregar agua a la leche, prescindir de la electricidad para calentarse en invierno, disminuir algunas comidas cada día o restringirse en el consumo mínimo necesario de cultura, ocio, ropa o enceres para la subsistencia digna. En este apartado habría que añadir el derecho fundamental a una vivienda digna.

De todo esto se ha hablado muy poco en las campañas electorales. La pandemia ha horadado aun más en la pirámide de necesidades esenciales de estos conjuntos poblacionales y sin embargo la incidencia comunicacional de estos apartados en los programas políticos ha sido muy escasa o prácticamente nula. Pero si la situación pandémica ha arrastrado a los segmentos más pobres de la ciudadanía e incluso ha atraído a amplios sectores de la clase media, era necesario abordar una reestructuración de la sanidad, extrayéndola del ámbito mercantil y devolviéndola al sector público, rescatando la calidad y dotándola de recursos suficientes para afrontar no solo las patologías, endémicas o pandémicas, sino también para aquellas patologías habituales y comunes que preocupan y mucho a la población y que frente al estado creado por el COVID 19, se han visto desprotegidos, postergados y a veces ninguneados, poniendo en riesgo su salud.

Algunas fuerzas de izquierda, las más premiadas con la confianza en estas elecciones, han hecho referencia a esta problemática, otras en cambio, las han pasado de soslayo.

Pero esto no es todo, un factor importante en comunicación es trasmitir para que el receptor sea capaz de captar el mensaje, según sus propios códigos y conocimientos. Para una buena parte del electorado joven de Madrid, la palabra libertad se refiere a la posibilidad de “pasarlo bien”, según sus códigos de usos y costumbres aprendidos, culpa de una educación débil, empobrecida y nefasta, que ha generado en muchos casos ignorantes ilustrados. Para ese sector, libertad es igual a libertinaje o simplemente a dar rienda suelta a la despreocupación, la irresponsabilidad o el desenfreno.

En Madrid ciudad bravía
que entre antiguas y modernas
tiene 300 tabernas y una sola librería
Francisco de Quevedo y Villegas

Aquellos jóvenes y no tan jóvenes no son conscientes de la opresión, la persecución, la esclavitud, o la coartación del pensamiento o las creencias. No son conscientes de que la prohibición de elegir libremente ser madre o elegir la interrupción del embarazo, eso sí forma parte de la libertad. Como la de elegir divorciarte o morir dignamente, o la libertad sexual para elegir la orientación que nos plazca, forman parte de la libertad, por citar algunos ejemplos, a los que las fuerzas de derecha siempre se opusieron…, eso sí, luego han sido usufructuarios entusiastas. En pocas palabras, no son conscientes del significado profundo del vocablo libertad y por consiguiente el ruido ocasionado por la pretendida libertad, ha sido equivocada por la izquierda, en función de la interpretación de los receptores.

El fascismo, para los milenials, es una ideología ‘vintage’ nacida en Italia. ¡Como Gucci!, o la Vespa! Se caracteriza por la exaltación de la patria y por la constante búsqueda de un enemigo exterior, el fascismo tiene estética ‘cool’, por la influencia de ‘Los Javis’ y por el empobrecimiento de la clase media y la polarización de la sociedad tras la irrupción de las redes sociales. La Fakes News, han contribuido y mucho a la aparición de estas tribus que conforman el corpus del populismo de derecha. ¿Como hablarles entonces de: cuidado que vienen los del fascio?

Por contra el comunismo, es esa corriente oscura del pasado, los que expropiaran todas las propiedades privadas, y una dictadura que coartó las libertades individuales, aquellas que entienden hoy como esenciales, la de “vivir bien, tomar una cerveza, ir de fiesta y el libre albedrio, sin que muchas cosas me lleven a comer el tarro”, la libertad Laissez faire enraizada en el empobrecimiento cognitivo, vinculado en gran medida con el conocimiento obtenido en las redes sociales. Sin embargo, son muchos los que salvan el “comunismo de mercado”, puesto en bandera por los chinos, ya que es capaz de generar las mismas oportunidades o sería mejor decir, las mismas desigualdades que el liberalismo capitalista.

Ser libres no es hacer lo que quieras
sin importar las consecuencias, sino vivir de una forma
que respete y mejore la vida de los demás.
La libertad es una responsabilidad colectiva.
Nelson Mandela

Las fuerzas políticas tienen la obligación de llevar a cabo una escucha activa del entorno, analizarla, interpretarla y dar respuesta a la demanda de la ciudadanía.

En Cataluña, al igual que en Madrid, son las fuerzas de la derecha, las que consiguen sus propósitos y desde tiempos remotos, haciendo uso de un victimismo enfermizo, culpando a aquello que proviene del exterior de todos los males. Una derecha transformista, pintada con la técnica del trampantojo, que se viste de populismo independentista.

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha publicado las diferencias sustanciales entre lo que reseñan como un problema para el país las distintas clases sociales (clase alta y media alta, clase media-media, clase media-baja, clase trabajadora y clase baja o pobre). A simple vista, todas ellas identifican las mismas cosas: el paro (un 57,4% del total de los encuestados, con un porcentaje más acuciado entre la clase baja y pobre, del 61,4%), los políticos en general, los partidos y la política (un 49,5% del total) y los problemas de índole económica (un 30,5%). Sin embargo, un dato curioso es que, a la hora de localizar el cuarto problema más nombrado, la clase alta y media-alta se remite a la independencia de Cataluña, cuando para las demás clases lo es, la corrupción y el fraude. En general una gran mayoría de los estudios sociológicos no demoscópicos en este sentido, difieren poco.

En general, la cuestión catalana queda relegada varias posiciones por debajo en cuanto al volumen de encuestados que lo consideran uno de los problemas principales del país, por detrás de la sanidad, la calidad del empleo o las cuestiones de índole social en el caso de la clase media-media y la clase media-baja. Las pensiones, sumadas a lo anterior, para la clase trabajadora y de la violencia de género, además, para la clase baja o pobre.[1]

Desde que en 2008 estallara la crisis económica, y pese al auge del turismo y la marca Barcelona, la pobreza se ha extendido con fuerza en la ciudad; Un efecto que está provocando un aumento de la brecha social: pobres cada vez más pobres y ricos cada vez más ricos.

Una dinámica que no le ha sido ajena a la clase media, parte de la cual ha pasado a engordar el grupo de los que menos tienen. Según revela un estudio del Ayuntamiento de Barcelona, un 41,8% de los barceloneses eran de clase baja en 2013, mientras que siete años antes, cuando comenzó la crisis, este grupo representaba un 21,7%. La clase media, por su parte, ha pasado del 58% al 44% en este plazo de tiempo. Mientras que aquellos que forman la denominada “muy alta” han crecido notablemente al pasar del 7,5% al 10,7%.

El peso de la caída de los ingresos la han soportado los distritos más pobres de la ciudad, mientras los más ricos aguantaban los efectos de la crisis. Las diferencias de renta disponible volvieron a crecer el pasado año. Los vecinos de Sarrià-Sant Gervasi dispusieron entonces de 3,3 veces más recursos que los de Nou Barris.

El informe, sin embargo, va más allá y pone el foco en los barrios. Así, se ve que la renta del más rico, Pedralbes, es 6,3 veces mayor que el del más pobre, Trinitat Nova. Mientras una familia de Les Corts contaba con 2,44 veces la renta media de la ciudad, la de Nou Barris tuvo el 0,38. Traducido en euros, esto supone que por cada 100 euros de los que dispuso un vecino medio, el de Pedralbes atesoró 244 y el de Trinitat Nova 38.[2]

Cataluña, sufre una deficiencia democrática desde el 2018, ya que el Parlament, acrecentó uno de los registros más pobres en la elaboración de leyes o iniciativas de gobierno, y esto y no otra cosa, lo que define a la esencia de la democracia, aunque los independentistas, quieran acotar la democracia al voto por el referéndum para la secesión, pero desde el 2020, Cataluña ostenta un vacío de poder representativo e inoperante, un cese de iniciativas de autogobierno, que yacen en el sopor y la ensoñación, situación a la que ha sido arrastrada por las fuerzas de la derecha catalanista.

Ahora nos encontramos en una crisis no de independentistas, sino entre derechas e izquierdas, aunque algunos sectores de la izquierda siguen favoreciendo la intoxicación emocional de la quimera independentista, sin atisbar los verdaderos requerimientos de la ciudadanía, por una falta de escucha del entorno.

Centrados en ganar la discusión o la utopía, se alejan del pueblo al que pertenecen, lejos de la empatía con la ciudadanía, se arrinconan en un sentimiento pseudo religioso vestido de patria.

Todo debe justificar su existencia ante el tribunal de la Razón,
o renunciar a su existencia
Friedrich Engels

Sin duda la respuesta la encontraremos en la racionalidad sobrevenida a la educación social, la insuficiencia cognitiva es producto de la ignorancia, a veces ilustrada.


Notas:
[1] www.muynegociosyeconomia.es/economia-y-finanzas/articulo
[2] David García Vázquez Barcelona Diario El País 22 DIC 2014 – 22:06 CET

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Archivo Entreletras

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