Las mentiras que difunden sin escrúpulos, y no del todo por falta de conocimientos históricos, es decir por complicidades ideológicas con la propaganda de su “amado líder”, llega a ser hiriente.
Hace unos días escuché a un “experto” sostener que Rusia era un país occidental debido… a su actual religiosidad ortodoxa, e inclusive a su Historia (¿acaso por su origen en Kiev?… porque no creo que el experto tomará en cuenta a la literatura rusa, ni la influencia en su aristocracia y su intelectualidad francoparlante y varias veces aliada de Alemania, que se avergonzaría o repudiaría sus rémoras orientales) por lo cual merecía y debía ser “rescatado”, lo cual estaría en manos de ese líder suyo, ni tampoco ¡como confesarlo! a causa de lo que recogiera Ilich Ulianov de Europa, ni que Alemania contribuyera a la “revolución bolchevique”.
Claro que no habrá puesto hoy en duda el ataque contra civiles ucranianos en plena festividad religiosa, con el consiguiente aprovechamiento de la presencia de muchedumbres desprevenidas y expuestas para poder aniquilarlas muy poco “cristianamente”, como se suele decir… asimismo con ignorancia e hipocresía reiteradas.
¡Cuánto cinismo!
Y cuánta incultura interesada al considerar “la occidentalidad” como garantía de la falta de enemistades internas y alianzas entre occidentales y orientales en la Historia en atención a esas enemistades, ni tampoco en las mutuas influencias. De considerar la religiosidad como cualidad racial o poco menos o acaso como una suerte de “supranacionalidad”. En cualquier caso un retorno a la Antigüedad y a la Edad Media hacia las cuales navegamos, ahora aparentando volver a los intentos de principios del siglo pasado de sustituir la religión por el culto a la nación. Repitiendo sin mencionarlas las alianzas sucesivas entre romanos y hunos, reyes cristianos y jefes musulmanes, “ilustrados” y sátrapas, nazis y stalinistas, y entre muy diversos repartidores del mundo y aniquiladores de vencidos y perseguidos… Como se está volviendo a ver ahora y seguirá sucediendo en principio, en todo caso para detenerse cuando toda la especie haya sido robotizada, o, como aventurara Nietzsche, “el individuo no sea nada y la especie lo sea todo”… si algo así pudiera la especie permitirse.
Por otro lado y para más detalle, ¿no sería una justificación equivalente la occidentalidad indiscutible del marxismo, obvio heredero del racionalismo occidental, que China, como Rusia, ¡o Camboya… cuyo horror naciera en La Sorbona del 68!, entre otros engendros adoptarían y adaptarían como con las demás teorías de la “economía política” incluyendo el liberalismo económico, en estos días “defendido” precisa y no curiosamente por China al denunciar al gobierno americano de incumplir sus reglas; y cuyo centrakismo absoluto al fin imitado por “el capitalismo” en sus colonias y ahora muy envidiado e imitado en cierto grado, de manera encubierta, por el “burocrático”, todo en franca simbiosis? ¿Y, asimismo, no sería igualmente el cristianismo ortodoxo recuperado por Rusia el adecuado a la tiranía y el terror para remozarlo tras “La Caída”; el terror y la tiranía como “único medio” para imponer el cristianismo según el africano San Agustín y sus posteriores versiones medievales? ¿Y no vinieron de occidente las torturas y los juicios “justificados” en “en el bien de la causa” que se llevaron a cabo en Moscú y en Pekín y siguen llevando a la práctica… o ya ni eso porque “para qué” bastando una directiva del partido en tanto que “representante”… en todo caso de ida y de vuelta del lejano oriente? ¿Pueden entonces ser consideradas estas y otras tantas muestras de complejidad del mismo modo válidas o por más fácilmente rechazables, servir o no de justificaciones para el establecimiento de unas u otras amistades y la definición de otras enemistades, no siendo en realidad todas tan ideológicas como interesadas?
¡En efecto, no tenemos ni tendremos por lo visto más que cinismo e ignorancia intencionada de la propaganda y de su vocación por confundir y engañar!