mayo de 2024 - VIII Año

Juan Luis Vives, reivindicando a un gran humanista

La lengua audaz al débil no le cuadra
Esquilo, Suplicantes

LuisvivesUna de las principales causas de nuestra insustancialidad y trivialidad es haber roto los lazos con el pasado ¡desconocemos tantas cosas! El pasado, por suerte o por desgracia, explica casi todo respecto del presente… somos herederos de él e ignorarlo es condenarnos a no entender lo que pasa y lo que nos pasa.

Muchas personas de mi generación y, lo que es peor, muchos jóvenes no tienen ni la más remota idea de quien fue Juan Luis Vives. Su desinterés es manifiesto. Claro que la culpa no es sólo suya… la nefasta educación recibida ha hecho el resto.

Cada día se ve incrementado mi respeto y mi admiración por su figura. Fue un intelectual insobornable, un humanista innovador, un filósofo exigente, un pedagogo capaz de abrir nuevos caminos y, entre otras muchas cosas, un adelantado del pensamiento europeísta.

Juan Luis Vives (1492 -1540)  es un ejemplo preclaro de que con la palabra se llega a la mente y al corazón de los seres humanos receptivos. Considero que la lucha por la racionalidad tiene, hoy como ayer, pleno sentido cuando ésta se ve amenazada por tantas tentaciones irracionales, que lo mismo que un virus maligno, pueden acabar con nosotros.

El filosofo frankfurtiano Walter Benjamin escribió, en más de una ocasión, que ‘ser felices es saber aceptar lo que somos sin horror’. No le faltaba razón pero el mismo, pocos años después se suicidó en Port Bou, antes de ser entregado por el franquismo a los nazis… que lo hubieran internado en uno de sus campos de exterminio.

Leyendo a Vives, por el contrario, se advierte que sus palabras siguen estando vivas. Mediante ellas reflexionamos y, a través de ellas, formulamos nuestras dudas ante lo que los dogmáticos consideran infalible y eterno.

El gran humanista se caracterizó por una expresión elegante y cuidada al servicio de una energía mental, que da sobriedad y soltura, a su pensamiento innovador.

Fue, también, un erudito con preocupaciones filológicas y un filósofo alejado de la mayoría de los prejuicios de su tiempo y que practicó ese don tan escaso de tener algo que decir y de atreverse a decirlo con brillantez y sin concesiones.

Varias veces, al leerlo, recuerdo un pasaje de ‘El Sofista’ donde Platón, con su penetración acostumbrada, define la introspección como el hecho de meditar y reflexionar, que es tanto como decir ‘un diálogo del alma consigo misma’.

Juan Luis Vives pertenecía a una acomodada familia judía. Su estirpe fue perseguida con una dureza exacerbada por la Inquisición. Su padre acabó en la hoguera. También se cebaron con los restos de su madre, que fueron inhumados y arrojados al fuego.

vivesocorroLa Inquisición, como es sabido, no sólo extirpaba contundentemente todo atisbo de pensamiento crítico y toda forma de religiosidad que no se atuviese a una ortodoxia rancia, sino que confiscaba los bienes de sus víctimas. Puede decirse que ‘hacía bolsa’. Cuando se hable de la Inquisición creo que este detalle no debe pasarse por alto. Por cierto, Blanca March, su madre, era pariente del poeta valenciano Ausiàs March.

Ya va siendo hora de que nos adentremos en los hechos más significativos de su vida y en sus indiscutibles proezas intelectuales. Como buen mediterráneo era rápido de pensamiento y vivaz. Tuvo una formación sólida, criticó concienzudamente el abuso que el escolasticismo hacía de la dialéctica y el hecho de haber convertido la ciencia en una metafísica vacua, sin el menor rigor empírico.

Para él la libertad de la palabra era una condición necesaria para conducir el pensamiento hacia fines intelectualmente liberadores… aunque eso moleste y mucho, a todo tipo de jerarquías.

De una forma u otra, estuvo vinculado a algunas de las universidades más prestigiosas del momento. Estudió en la de Valencia, en una época inmediatamente posterior a que se creara. De allí pasó a París, por consejo de su padre, que temía que la furia de la Inquisición cayese, también, sobre él. En la ciudad del Sena tuvo la oportunidad de estudiar en la Sorbona, uno de los principales focos intelectuales del momento. De París fue a Lovaina y, puede decirse que completó sus estudios y su formación intelectual en Oxford. Un itinerario muy solvente.

Fue buscando aquellos lugares apacibles donde un pensador humanista pudiera desarrollar su trabajo, con dignidad y tranquilidad, sin temores ni sobresaltos inquisitoriales.

Una pregunta oportuna es siempre con quién se relacionó. Conoció a Erasmo de Rotterdam. De hecho me parece algo digno de resaltar, que ambos coincidieron en escribir una obra, casi un manifiesto, en el caso de Vives ‘De Europeae stato ac tumultibus’, dirigidas al Papa para que interviniera, a fin de mediar entre los príncipes cristianos, para poner fin a las constantes guerras. En el caso de Erasmo de Rotterdam su opúsculo ‘Querella de la Paz’ tiene la misma orientación y el mismo sentido. Por supuesto, el Papa no les hizo ningún caso.

Tuvo una estrecha y firme amistad con Tomás Moro. Tampoco, se ha hecho por estos lares, excesivo hincapié en nuestra historiografía de esta relación fructífera y comprometida. La amistad de dos espíritus libres es siempre apasionante. Sin embargo, hay una excepción notablemente interesante a este desinterés y es el libro ‘Vives y Moro’ que Enrique García Hernán, le dedica.

Asistió con horror a la caída en desgracia y ejecución del Canciller del Ducado de Lancaster, motivo por el cual dejó Oxford y regresó a Bélgica donde, en la Universidad de Lovaina participaba asiduamente en discusiones sobre los más diversos temas humanistas. De esta amarga experiencia extrajo una conclusión clarividente, había que preservar a toda costa, la independencia personal y cuando esta se pierde, poniéndose al servicio de los jerarcas, las consecuencias suelen ser nefastas.

Me parece un rasgo de inequívoca modernidad su profunda preocupación social. Consideraba que el Estado debía prestar asistencia a los necesitados. Este aspecto apenas es citado, así como que en Brujas escribió ‘Tratado del socorro a los pobres’, donde exponía y fundamentaba estos principios solidarios. Puede, por tanto, considerársele como precursor de lo que hoy llamamos ‘servicios sociales’

Uno de los ámbitos más interesantes es, sin duda, el educativo. Puede y debe estimársele como uno de los primeros reformadores educativos con una visión europeísta. En su ingente labor intelectual, no debe pasar desapercibida su exigencia de que los textos medievales habían quedado obsoletos y necesitaban, por tanto, ser actualizados, reescritos y adaptados a lo que podríamos llamar nuevas necesidades intelectuales renacentistas.

vives3Un hecho que no debe pasar desapercibido es su rechazo a la insufrible casuística escolástica y a la educación memorística. Pensaba y lo pone de manifiesto en su obra ‘Adversus pseudodialecticos’ que la lectura de los clásicos debía servir, fundamentalmente, para conocer lo que pensaron pero, también, para mejorar la destreza y la agilidad mental. No puedo resistirme a la tentación de citar, aunque sea de pasada, su ‘Introductio ad sapientiam’ que constituye probablemente, su obra de carácter pedagógico más ambiciosa y de mayor calado.

Sus ideas pedagógicas y educativas son manifiestamente modernas y, en su época, constituyeron una auténtica revolución sobre todo en lo concerniente a los métodos de enseñanza. Otro signo de actualidad que lo conecta con el presente. Quizás lo más significativo es que para él la práctica educativa, debía tener en cuenta y basarse en la personalidad del alumno, en cierto modo, podríamos afirmar que la psicología debía constituir los cimientos de la pedagogía.

Es casi ineludible considerarlo como un ‘adelantado’ de su tiempo. La poderosa sombra de J.J. Rousseau en ‘El Emilio’ aparecería siglos más tarde, más no andaba lejos de muchos de los supuestos anunciados previamente por Vives. Probablemente, sea él quien marque el paso de los estudios pedagógicos a la edad moderna.

Fue, a mi juicio, un abanderado del pensamiento europeísta, a fuer de firmes convicciones cosmopolitas y universalistas. Es otro de los aspectos a los que no se ha dedicado apenas atención. No obstante, Francisco Calero en el estudio introductorio de sus obras, señala inteligente y documentadamente que Vives es el humanista que más veces emplea la palabra ‘Europa’, en un sentido proyectivo e integrador, pese a lo cual se sigue considerando a Erasmo de Rotterdam como ‘el prototipo del hombre europeo’. Los tópicos son enormemente difíciles de erradicar.

Los intelectuales, filósofos y humanistas nacidos en España digamos que han tenido una notable mala suerte. No sólo son más apreciados fuera de nuestras fronteras que dentro, sino que quienes más y mejor han estudiado su legado y sus innovaciones han sido y son foráneos. He ahí otra de nuestras lagunas seculares. España no se ha caracterizado por rendir el respeto debido a los pensadores e innovadores. Siempre se han esgrimido como modelos a imitar toreros, deportistas y personajes del mundo del espectáculo.

Produce un cierto regusto amargo que tuviera que ser Mario Sancipriano, un historiador italiano, quien lo calificara como un precursor del pensamiento europeísta. Lo hizo además, a mediados del siglo XX, en un momento histórico en que la futura Unión Europea iniciaba su andadura tras la II Guerra Mundial.

Creo que merece la pena mencionar su inequívoco pensamiento pacifista. Consideraba la guerra como una desgracia que tan solo acarreaba destrucción, miseria y muerte. Dando un paso más, precavido como era, se atreve sin embargo a afirmar que las discusiones sobre si una guerra es justa e injusta son manifiestamente estériles. No conducen a nada bueno ni provechoso, sino que sacrifican lo mejor de la juventud y arruinan los Estados. No se contenta con esto sino que advierte que los monarcas y mandatarios siempre encuentran quien los aplauda y les proporcione razones serviles e interesadas para emprender o continuar las contiendas bélicas.

Parece que todavía hoy algunos no han asimilado la lección. Aprendemos a pensar en el espacio y los límites del habla. Juan Luis Vives, como de pasada, deja caer que la sabiduría práctica tiene que ver con la vida, con las cosas que son. Hay que saber descifrar con atención lo que importa y dedicarse a ello.

Creía en lo que los griegos llamaron ‘isegoría’, que podríamos denominar el derecho a la palabra. Un intelectual nunca puede renunciar a decir la verdad o lo que él cree la verdad, por muchos sinsabores que pueda acarrearle.

vives2Hoy se tiende a valorar tanto su pensamiento potente como su estilo elegante, sobrio y carente de pedantería. Algunas veces pienso que uno de nuestros problemas más acuciantes, que nos empuja irresponsablemente a una vacuidad torpe o a actividades frenéticas sin sentido, no es otra cosa que una radical incapacidad que nos impide estar a solas, es decir, con nosotros mismos.

A Juan Luis Vives como a tantos grandes hombres le salvó, siempre, la curiosidad, que es tanto como decir “sorprenderse ante todo lo que veía, leía o escuchaba”. Buscaba incesantemente la sabiduría en los textos clásicos y con lo que podríamos denominar un afán pedagógico compartía, con quienes quisieran leerlo o escucharlo, sus conocimientos, sus reflexiones y su visión del mundo.

Si se leen en voz alta algunas de sus páginas o fragmentos, no es difícil advertir que diserta como un auténtico tribuno y que domina los resortes de la retórica y de la oratoria.

Sentía una inclinación y un vivo interés hacia la ética, hacia la filosofía practica, ya fuera la platónica, la aristotélica o, sobre todo, la estoica. Eso sí, expurgándolas previamente de interpretaciones medievales interesadas. Ecléctico como era su pensamiento, no dudaba en repescar ideas de diversa procedencia y articularlas en un eje común.

De la misma o parecida forma, en cuanto al método, utilizaba indistintamente el inductivo o el deductivo. Tenía, sin embargo, lo que podría llamarse ‘una querencia empírica’ y rehuía las especulaciones metafísicas escolásticas. No me parece, por eso extraño, que se le haya considerado cercano a determinados planteamientos del filósofo empirista David Hume, aunque el hermanamiento entre estos dos pensadores quizás viniera motivado por el escepticismo de ambos.

Estudió mucho, escribió mucho y viajó mucho. El prestigio de sus obras le abrió determinadas puertas… aunque también le cerró otras. Siento por Juan Luis Vives un enorme interés y como es usual en estos casos, cuanto más lo leo más me gusta y más me aporta.

Probablemente sea una exageración pero su concepto de la dialéctica me parece, asimismo, que prefigura desde la lejanía la dialéctica negativa de Adorno. Sagaz conocedor de Heráclito, discurría en torno a la oposición y enfrentamiento de los contrarios… sin pretender buscar, como haría Hegel más tarde, síntesis apresuradas.

Otro ámbito que se ha soslayado, habitualmente, son sus ideas innovadoras en materia estrictamente política. Quizás sea oportuno recordar que convenía mucho a algunos mandatarios que no se divulgasen.

La ignorancia acostumbra a ser osada. La falsa seguridad de los soberbios y los fanáticos han logrado mantener en una zona oscura, opaca y marginal a este auténtico gigante del humanismo, eso sí hasta el momento, que siga así o no dependerá de nosotros. Si fuéramos inteligentes deberíamos iniciar, cuanto antes, ‘su recuperación’.

Este breve y liviano ensayo pretende, sobre todo, poner en su lugar a Juan Luis Vives y reconocer su trayectoria, sus innovaciones y su legado.

Naturalmente, han quedado sin abordar aspectos de no escaso interés. Si he logrado despertar el gusanillo y que el lector se anime a conocer un poco más de su vida y su obra, me doy por satisfecho.

Juan Luis Vives no es, por mucho que así hayan pretendido mostrárnoslo, una causa perdida, ni mucho menos. Es, por el contrario, un precursor de muchas ideas y proyectos que han gozado y gozan de influencia y prestigio en la Europa de nuestros días, que por cierto, sigue dejando mucho que desear.

Hoy, aunque no lo manifiesten están en su contra los dogmáticos, intolerantes y reaccionarios de siempre. Cada día que pasa encuentra más amigos y partidarios entre quienes tienen una vocación social, un proyecto europeísta federal y una actitud cosmopolita abierta y crítica con los totalitarismos y los nacionalismos excluyentes.

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