abril de 2024 - VIII Año

Perú: el encargo de Lot

Crónica desde Iquitos (Perú) para Entreletras de Juanjo Fernández- 14 de diciembre 2022
Actualizado 16 de diciembre 2022

Perú pasa por momentos de violencia generalizada en todo el país, con cortes de carreteras; manifestaciones con graves enfrentamientos con la policía en las que ha habido ya 19 fallecidos; quema de comisarías y fiscalías; entradas a las pistas de los aeropuertos que han obligado a sus cierres temporales; saqueos con daños en empresas alimentarias y comercios. El detonante de esta situación ha sido la declaración por parte de Pedro Castillo del cierre del Congreso de la República horas antes de que se discutiera en él, por tercera vez, su vacancia. Nadie le hizo caso y fue detenido y encarcelado, sin embargo, la reacción en las regiones que le dieron su apoyo en las elecciones ha puesto al país en la mayor crisis de unos tiempos en los que la crisis ha sido el estado habitual del país.

Nadie sabe a ciencia cierta que va a pasar, sin embargo, mientras el país arde en llamas y Pedro Castillo publica en Twitter cartas escritas a mano desde su encierro firmadas como presidente, el precio del dólar continua estable en 3,83 soles tras su tendencia bajista y las grandes mineras (responsables de que Perú sea el segundo productor mundial de cobre y quinto de oro) se mantienen alejadas de los titulares.

No así la industria alimentaria: Gloria, Laive, Damer, han sido saqueadas y sufrido daños severos. Además, los accesos por carretera entre las zonas agrícolas y la capital están cortados por manifestantes desde el día de la detención de Pedro Castillo. También los aeropuertos han sido objetivo de las protestas y permanecen cerrados los de Arequipa, Cuzco, Juliaca y Andahuaylas. Todo esto más la violencia extrema de las manifestaciones, doce comisarías incendiadas, así como fiscalías y sedes judiciales a lo largo del país, han hecho considerar al gobierno nombrado por Dina Boluarte, la nueva Presidenta de la República, que son actos orquestados y mientras hace un llamamiento a la paz y la concordia encarga al Ministerio del Interior el restablecimiento del orden mediante el uso de declaraciones de urgencia y la fuerza que sea necesaria, con apoyo del ejercito a las tareas policiales.

Así están las cosas en la mañana del viernes 16 de diciembre, los partidos clasificatorios para la final del mundial parecen haber dado dos días de semitranquilidad tras la dramática jornada del lunes, pero las nuevas movilizaciones convocadas para el jueves se han saldado con 8 fallecidos en Ayacucho. Los pronósticos no son buenos. Se habla de incitadores, se da los nombres de Bellido, Chavez y Bermejo; se empieza a usar la palabra terrorismo; la vieja formula de criminalizar la protesta y considerarla estrategia castrista – bolivariana. Si los manifestantes obvian las declaraciones de emergencia y las carreteras han de abrirse mediante el uso de la fuerza el número de fallecidos, ya injustificable, podría poner un clavo más al ataúd del inmediato futuro de Perú como país desarrollado.

¿Cómo se ha podido llegar a esta situación? La historia reciente de Perú ha demostrado ser un cúmulo de despropósitos en los que la mayor estabilidad la dio la corrupción de Odebrecht con Graña y Montero como representante peruana de la brasileira. Mientras el país se construía a golpe de comisión presidencial, y de ahí para bajo, hasta el último peón carretero llevaba su parte, el Estado adelgazaba hasta una anemia crónica mantenida con el suero de las políticas asistenciales, los teletones y la cooperación internacional a través de ong´s.

Texto manuscrito de Pedro Castillo

La posibilidad de un gobierno de izquierda que desarrollara políticas sociales avanzadas teniendo por modelo las europeas, ya fueran suecas o portuguesas, quedó completamente descartada con la guerra contra el terrorismo de Sendero Luminoso y MRTA (Movimiento Revolucionario Tupac Amaru). Si fuera lícito hacer política ficción parecería que la prematura dictadura militar de Juan Velasco Alvarado (1968 – 1975), que salió con tintes socialistas que incluyeron la nacionalización de empresas y tierras, inmunizó al país contra los posteriores procesos dictatoriales sudamericanos impulsados en la Operación Cóndor. Así que el laboratorio de ideas de la Escuela de las Américas tuvo que pensar en otra estrategia para Perú, y la encontró en la irracionalidad andina y maoísta de Sendero que vacunaría al país contra tentaciones y tentativas izquierdistas por el resto de su historia.

La propia izquierda no dejó de poner su granito de arena, y cada vez que constituía una propuesta prometedora no tardaba en ir dividiéndose hasta su neutralización. Y luego está la saga Fujimori, con el patriarca preso y los dos hermanos, Keiko y Kenji (no siempre bien avenidos) que garantizan la victoria de cualquiera que llegue a la segunda vuelta frente a ellos. Y así lo hizo Pedro Castillo, ayudado (vuelvo a la política ficción) por el tío Montesinos (también encerrado, pero con centralita telefónica propia) para conseguir una segunda vuelta que favoreciera a “la niña” al evitar el choque contra una Verónica Mendoza que prometía y enfrentarse a un profesor-campesino-rondero-sindicalista (con el que ya habían tenido trato en la huelga de maestros) con dificultades para expresarse. Y ganó el profesor, con más del 80% del voto en las regiones de Apurímac, Ayacucho y Cuzco del sur del país, precisamente en las que se han producido los más graves altercados.

Lo más sorprendente no es que ganara, lo más sorprendente es que lograra gobernar año y medio con bastante estabilidad dadas las circunstancias en que lo hizo, un Congreso atomizado en grupos con congresistas con intereses particulares y una prensa vocera de la tradicional élite económica y política limeña que no dejó oportunidad para machacarle. El país continuó durante ese año y medio en piloto automático gracias a que más allá de toda la improvisación e interés Castillo tenía muy claro, o se lo hicieron entender, que hay cosas inamovibles como garantizar las exportaciones mineras y agropecuarias, con cifras en crecimiento, llevarse bien con los mayores, ya fuera Estados Unidos o China, mantener los objetivos macroeconómicos, como la entrada en la OCDE, y dejar trabajar al Banco Central de la Reserva que sabe muy bien como mantener el sol como la, probablemente, moneda más estable de la región.

El resto fue un cúmulo de despropósitos, propios y ajenos, pero no tan diferentes a los anteriores. La gran diferencia es que los cometían gentes llegadas de provincia, ya no los vecinos de los privilegiados barrios limeños de San Isidro o la Molina. No sabemos que habría pasado si el congreso fujimorista hubiera dejado gobernar a Kuczynski. PPK nombró a uno de los mejores ministros de educación que haya tenido el país, Jaime Saavedra, y hay coincidencia en que el primer paso para sacar al Perú de su estado es la educación. Si Vizcarra hubiese convocado elecciones generales y no sólo congresuales seguramente seguiría siendo presidente hoy en día, pero fue mezquino o tuvo miedo a que en una nueva campaña se descubrieran todas sus corruptelas. Ollanta Humala hizo las mejores políticas sociales del país, podría haber sido un futuro candidato, sin embargo, es su hermano quien amenaza ahora con una marcha de un millón de etnocaceristas contra la capital y su propia candidatura a la Presidencia con la promesa de fusilar a todos los expresidentes corruptos.

Como decía al principio, el mayor golpe a la institucionalidad peruana ha sido el caso Odebrecht, paradójico. Hablando con una amiga sobre las posibles salidas actuales llegábamos a la conclusión de que no son fáciles, que se vayan todos y se forme un gobierno encargado de convocar elecciones con una figura como la de Sagasti podría ser una de ellas, pero ¿dónde encontrar un Sagasti? El Génesis nos cuenta como Dios encargó a Lot encontrar diez hombres justos para librar a Sodoma y Gomorra del fuego y el azufre como castigo a sus pecados. Ya sabemos como acabo la historia. Ojalá Perú encuentre a sus hombres (y mujeres) justos.

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Archivo Entreletras

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