¡Mis queridos palomiteros!
Como sabéis, tras la muerte del papa Francisco el pasado 21 de abril, la maquinaria vaticana se ha puesto forzosamente en marcha para elegir a la persona que ocupará la sede de Pedro a través de un cónclave que arranca mañana, 7 de mayo, y en el que ya se producirá la primera votación por la tarde. Para alcanzar la mayoría, y que por tanto ya haya un nombre para ser declarado papa, se necesitan dos tercios del total de cardenales electores, lo cual sitúa el número en 89, puesto que votan 133.
De ahí en adelante en los siguientes días se realizarán dos votaciones por la mañana y otras dos por la tarde, y de cuyo resultado se informará hacia las 12 y las 19 horas. Más o menos, esta información a menudo está en los medios. Lo que no está, y a mí me interesa mucho más, es precisamente lo que no se ve, de lo que se habla menos y que tiene una trascendencia enorme, sobre todo en el mundo de hoy donde la imagen lo invade todo.
Así las cosas, a lo largo de la historia hemos conocido la imagen de los pontífices gracias al hombre que está detrás de las cámaras y que ha inmortalizado escenas que guardamos en nuestra mente y que son parte de la historia y de nuestra cultura. Es lo que inconscientemente nuestro imaginario colectivo tiene insertado en la retina y del que no nos podremos desprender jamás.
¿Pero quién es este hombre?
Conozcamos en exclusiva, gracias a Bosco Home —afluente de Bosco Films, distribuidora de la que a menudo informamos— el documental biográfico El fotógrafo de los papas (Il fotografo dei papi, Italia, 2021). Se trata de la aventura de un profesional fuera de lo común; un fotógrafo que se convierte en uno de los grandes testigos del siglo XX. Arturo Mari, el fotógrafo italiano de 84 años que sirvió a Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI.
A través de la fotografía ha dado al mundo entero momentos privados y públicos de estos pontífices, componiendo una gran narrativa de la Iglesia Católica a través de sus imágenes. La historia biográfica y profesional de nuestro protagonista se entrelaza así con un recorrido social, histórico y cultural de 50 años del papado.