septiembre de 2025

‘Deslindes’, de Santiago A. López Navia

Deslindes
Santiago A. López Navia
Madrid, Huerga & Fierro, 2025
92 pp.

El tiempo va —de un modo, en apariencia, imperceptible— acotando y acortando la distancia que nos separa del punto de llegada, la última estación del tren de la vida, aunque aún queda un trecho por cubrir. El poeta se dispone a hacerlo, asumiendo las limitaciones por los golpes recibidos, de la forma más digna y plena posible.

Deslindes es toma de conciencia, límite, línea divisoria. Pero es también compromiso, voluntad de no ceder a reto alguno que no sea el que el tiempo nos impone. Un poemario de toma de conciencia y resolución.  Santiago A. López Navia establece esa demarcación poéticamente y prepara un plan para el corto trecho restante del que se acaba de tomar conciencia. Pero no se deja vencer por la apatía, la resignación, el acatamiento pasivo que imponen las heridas del paso de los años. Se le hace frente a esa llamada de la finitud, ante la que el poeta no puede por menos que sentirse desorientado en una primera reacción.

El dominio de la métrica permite al autor establecer varios registros que van desde el soneto o la octava real a los versos hexadecasílabos de poemas como “La pereza” en el apartado correspondiente a las tentaciones sufridas por el ermitaño Antero Freire. Es el endecasílabo no el único, pero sí, probablemente, el verso más usado por el autor.  Si, como plantea Octavio Paz, el ritmo es sentido, significado, López Navia se muestra aquí nuevamente como un maestro.

El libro está estructurado en cuatro apartados: En el primero de ellos, “Agenda”, establecido el perímetro del deslinde, se planifica un propósito para el trayecto a recorrer. Reflexión e intención. Asunción del límite y voluntad de proseguir. Así, en “Agenda IX” podemos leer:

Olvídate de todo unos instantes.
Aléjate un momento de tu centro.
Te sabes vulnerable y contingente,
Así que poco más puedes hacer.

 En la segunda parte, “Tratamiento. Receta. Posología”, se alude al cómo y en qué medida afrontar la tarea encomendada. Ironía, relatividad, soliloquio, cierta resignación no exenta de un primer poema soberbio en el que se denuncia el abuso y la degradación: “I can’t breathe”. Un soneto magistral basado en un hecho real que adquiere una dimensión sobrecogedora.

Y la aparición de dos figuras mitológicas: la salamandra y el ave fénix. Otro soneto que López Navia consigue bordar, y en el que la voluntad y la fe superan los límites impuestos por la erosión:

Volver a renacer desde mi hoguera
Aprendiendo del fénix las lecciones.
Quebrar el curso de las estaciones
haciendo de un invierno primavera.

La tercera parte, “Inventario”, es un recorrido poético a través del tiempo vivido por el caminante. Intenso, enriquecedor, de contacto con la naturaleza y los elementos que la conforman, de comunión con flora y fauna, de honda espiritualidad y de la que no me resisto a destacar el poema “Sin báculo”, cuyos primeros versos transcribo y que reflejan el amor, la nostalgia, la añoranza, la gratitud y la simbología con la distancia imprescindible para que la creación poética pueda abrirse paso y no quedar anegada en el propio sentimiento:

Esta mañana, madre, al prepararme
para marcharme al bosque he descubierto
que tu bastón no estaba en su lugar.
Me di cuenta muy tarde. Lo olvidé
al final del camino hace unos días
y no lo eché de menos a la vuelta.

 El poemario se cierra con la presencia de uno de los heterónimos más celebrados del autor, Antero Freire, el ermitaño estoico, enfrentando las tentaciones diabólicas presentadas por los demonios a través de los distintos pecados capitales y a las que se resiste. Algunos poemas rozan el versículo en hexadecasílabos que sostienen y dan consistencia al poema a través de un ritmo complejo y un perfecto encabalgamiento. Así lo constatamos, por ejemplo, en el poema “Pereza”, en el que la ironía, el rechazo y el empeño en no rendirse antes de tiempo son un pulso al desánimo y al desasosiego que provoca la conciencia de que nos acercamos a la última estación:

Ahora quieres persuadirme de que ya está todo hecho,
de que me entregue al descanso, de que ceda a la indolencia,
de que espere muy tranquilo la llegada de ese día
en que ya solo seré pura nada entre el olvido…

Deslindes es, en fin, un poemario de toma de conciencia del inevitable paso del tiempo y las limitaciones que impone, pero es también un libro de consolidación de la maestría que caracteriza el quehacer poético de Santiago A. López Navia. Lo he comentado ya en alguna ocasión: López Navia es de esos poetas que escriben como quieren y Deslindes es la confirmación de la opinión vertida. Tiempo de deslindar, pero tiempo también de consolidar un estilo, un modo de hacer que confirma el magisterio del del autor.

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