octubre de 2025

Muere en Madrid la poeta donostiarra y profesora de Periodismo María Fraguas De Pablo

La reciente muerte en Madrid de María Fraguas De Pablo, (San Sebastián, 1940-Madrid, 2025) arrebata a la escena poética, docente y académica madrileña, así como a su sociedad civil, una personalidad singular. Su trayectoria vital se mostró signada por haber formado parte de la primera generación femenina de posguerra comprometida en salir de la irrelevancia histórica a la que los tiempos oscuros relegaban a las mujeres de toda condición.

Hija mayor de una familia de nueve hermanos, su padre, Antonio Fraguas Saavedra, escritor, fue alto funcionario civil y director cinematográfico. Su madre, Chon De Pablo, educada en Francia, impregnó dulcemente a María con la sensibilidad estética, la lengua y la Cultura francesas.

María cursó el Bachillerato en un colegio de religiosas del barrio de Salamanca, Jesús María, donde se amistó de por vida con su compañera de pupitre Carmen Díez de Rivera, que llegaría a ser conocida como musa de la Transición de la dictadura franquista a la democracia. En la trayectoria poética de María, iniciada entonces, influyeron sobremanera los veraneos familiares en la localidad segoviana de El Espinar, al otro lado de la Sierra de Guadarrama, donde descubrió el despertar de la Naturaleza y el suyo propio a la vida; también a la escritura, caracterizada ya por una doliente melancolía que alternaba por una torrencial alegría de vivir. Sus escritos, cuentos, textos cortos y poemas singularizaron ya desde su pubertad por esa dualidad en la que el amor y la fantasía, los afectos y las dudas, el latido del corazón y el silencio de los bosques azules teñía sus palabras de expresividad directa y sincera.

Casada y madre joven de una hija y dos hijos, Cristina, Pedro y Enrique, respectivamente, los tres vinculados al mundo del Periodismo y la Comunicación audiovisual, ya en la edad adulta encontró, primero en el estudio, en su caso, las Ciencias de la Información y, posteriormente, en la Poesía, un mar interior propio devenido luego en océano donde daría salida a su profundo y restallante estro poético y a su vocación docente, signada por una sociabilidad empática y compasiva laboriosamente conseguida y sazonada por un divertido sentido del humor.

Tras culminar su periplo universitario que, como tantas otras mujeres de su generación, compatibilizó obligadamente con la maternidad, la crianza infantil y la rectoría familiar, se doctoró en Ciencias de la Información con una Tesis Doctoral calificada suma cum laude. En ella, por primera vez en el mundo académico español, se abordaba la Desinformación, esa práctica pseudo-periodística, tan desconcertante como tóxica a la cual,  previendo la importancia que tal técnica mixtificadora adquiriría, quiso poner coto centrándose en su descripción, análisis y alcance. Atajaba así, con instrumental científico, su pasión por la veracidad necesaria del mensaje informativo. La tesis, convertida en libro, se titularía Teoría de la desinformación, que editó Alhambra, en 1985.

Profesora no numeraria de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, por sus clases pasaron varios centenares de futuros periodistas y comunicadores que hoy figuran en primera línea de la escena informativa.

A su dimensión docente agregaría María Fraguas su inserción como funcionaria técnica de la Administración Civil del Estado en distintos ministerios relacionados con sus estudios, jugando un papel muy destacado en la gestión de las asignaciones de emisoras de radio y televisión.

De todos estos cometidos, el que más le satisfizo fue, según reconocía, la escritura, que rubricó en numerosas colaboraciones periodísticas y culminó con su novela Fresas, sueños de cristal: mitómana crónica. Todo un alegato del combate de una mujer de su época contra las contradicciones que signaban hasta entonces -de manera obligadamente esquizoide- la vida femenina en España, en medio de una atmósfera aromada por el ardor de los cirios, lastrada por los tabúes morales más opresivos, el castigo de todo supuesto e infinito pecado y la cancelación, presuntamente polite, de las emociones más vitales.

Sus inquietudes consiguió verterlas en sus poemas, pero trascendiendo esa cerrazón intimista que aísla al poeta en su mundo para abrirlo de par en par y dejar que la vida salga y entre en nosotros a su capricho. Se comprometió en crear aulas de lectura, como la denominada Academia Libre de Artes y Letras de San Antón, regida por ella como  coordinadora y editora de publicaciones. Fue el caso de Poemas egocéntricos, que con generosidad orientó a atraer a las jóvenes promesas poéticas al magisterio de veteranos vates consagrados. Entre sus allegados destacaban Octavio Uña, Rosina Corella, Jaime Salom, Natalia Calderón, Rafael Soler, Eva María Villanueva, José Luis Galicia y muchos otros. Otra de sus prioridades concernía a su deseo de aunar pintores, escultores y poetas bajo un mismo techo libre y creativo.

Entre los poemas de María Fraguas destaca sobremanera su Estridencias, un poemario donde el amor buscado, gozado y perdido alcanza una de las cotas más señeras de la literatura amatoria de nuestros días, al decir de algunos de sus lectores y críticos. Su lenguaje es llano, focal, rotundo; a veces, desgarrado por la añoranza y la pena, en otras ocasiones, ensalzado por una pasión irrefrenable por un vivir aunque efímero, plenamente dichoso, que humaniza la mirada que sobre su poema se posa y da sentido en clave cordial al tránsito sufriente por la vida.

“Hoy vivo vigilante del amor que germina por mi entorno/ de pasión que florece, de juventud que crece/ y grita sus vivencias aún desde el silencio…”

Su experiencia literaria le llevó a impartir conferencias en distintos países de América del Sur, como Chile y Argentina, y de Europa.

La poeta fallecida era hermana del editorialista gráfico y humorista Antonio Fraguas, Forges, cuyo seudónimo traducía al francés, al inglés y al catalán el apellido familiar que asimismo llevaban sus hermanos: el historiador Enrique María; la pintora naif y profesora de Pintura, María Berta; la anticuaria de mueble clásico, Isabel; María José, jefa de Gabinete ministerial; el periodista y sociólogo Rafael; el realizador de Televisión Española y novelista, José María; así como Paloma Fraguas De Pablo, funcionaria del Partido Socialista. Estuvo casada con Pedro de Alzaga, tenía dos nietas y dos nietos y vivió siempre en Madrid.

Fotografía: cedida

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Archivo Entreletras

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