octubre de 2025

PALOMITAS DE MAÍZ / El reloj se convierte en monstruo en el cortometraje ‘Once campanadas’

¡Mis queridos palomiteros!

El nuevo cortometraje de Óscar Parra de Carrizosa —director y guionista de títulos como Bajo un manto de estrellas (2014) o La espina de Dios (2015)— recupera el pulso clásico del terror psicológico para trasladarlo a una situación tan frecuente como inquietante: una celebración de Nochevieja donde el tiempo deja de comportarse como esperamos. Con Once campanadasque se estrenará en YouTube el 31 de octubre a las 19.30 horas—,  el autor da un paso adelante en su filmografía, apostando por un relato intenso que conserva la esencia de su estilo personal.

Lejos de los sobresaltos fáciles, el corto se adentra en ese territorio donde el miedo nace de lo reconocible, como ocurre en obras recientes del género: Hereditary (Ari Aster, 2018), El faro (Robert Eggers, 2019) o La autopsia de Jane Doe (André Øvredal, 2016). En todas ellas —y también aquí— lo cotidiano se convierte en un escenario de perturbación, un espacio donde la realidad se agrieta lentamente.

La historia reúne a Lola (Laura Lebó), Pedro (Pablo Pinedo), Alejandro (Alberto Mazarro) y Juanjo (José Luis Panero), cuatro amigos que se preparan para despedir el año en un ambiente aparentemente festivo. Sin embargo, algo intangible se infiltra en la noche, una extraña sensación que convierte cada gesto y cada sonido en presagio. Parra de Carrizosa maneja el ritmo con precisión quirúrgica, dejando que el suspense se despliegue como una cuenta atrás en la que cada segundo pesa más que el anterior.

En este sentido, el terror de Once campanadas no recurre a lo sobrenatural explícito, sino a la inquietud del tiempo detenido, a esa fisura imperceptible que puede romper cualquier certeza. Como en los grandes relatos del género, el miedo se disfraza de rutina y obliga al espectador a cuestionar lo que ve, lo que oye… y lo que recuerda.

De izquierda a derecha: Alberto Mazarro, Laura Lebó, José Luis Panero y Pablo Pinedo.

Así las cosas, este cortometraje confirma a su autor como un cineasta que entiende el terror como una experiencia sensorial y simbólica. En su universo, no es solo una reacción, sino además un espejo que nos devuelve nuestra propia fragilidad.

Por todo ello, cuando las luces se atenúan y suenan Once campanadas, el espectador ya intuye que algo distinto va a suceder. Y en ese instante, entre la risa y el escalofrío, el cine vuelve a recordarnos que en las manos adecuadas puede ser, también, una forma de celebración.

Desde aquí puedes disfrutar con la experiencia de Once campanadas.

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