octubre de 2024 - VIII Año

‘Canciones para después de una guerra’: desenmascarando el relato oficial

Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre
Federico García Lorca (Poeta en Nueva York)

canciones guerraEn pocas semanas, el 13 de agosto, hará un año que falleció Basilio Martín Patino. Uno de los grandes directores de cine del siglo XX en España. Junto a su película Nueve cartas a Berta (1965), que obtuvo la ‘Concha de Plata’ en el Festival de San Sebastián, destaca por sus documentales, entre los que sobresalen, Canciones para después de una guerra (1971) y Queridísimos verdugos (1974). A su muerte hubo sentidas necrológicas que resaltaban su valía. Con la perspectiva de un año, conviene recordar, su trayectoria como un hombre inteligente y sagaz, que a través de imágenes supo desenmascarar y poner en solfa el discurso triunfalista de la dictadura.

Martín Patino supo escudriñar con su cámara los subsuelos de la memoria. Podría decirse que hay una cartografía de los recuerdos y que, de forma similar a como las cigüeñas anidan, abandonan el nido, y como aves migratorias regresan periódicamente, también hay quienes anidan en los recuerdos y los convierten en su territorio más intimo.

La memoria, en ocasiones es frágil. Precisamente, por eso, es impagable la labor de quienes la han retenido y conservado para que las futuras generaciones no olviden y puedan conocer lo que de despreciable e inhumano, miserable y feroz tuvo la postguerra de lo que tan pomposamente se denominó cruzada.

Hay muchas formas de perderse en los vericuetos del laberinto. No es infrecuente que no haya salida y, precisamente por eso, las cámaras deben descender al infierno y mostrar las imágenes descarnadas del hambre, el sufrimiento, la impotencia, el dolor y sobre todo, esas miradas tan expresivas de los niños, que no comprenden nada pero lo padecen todo. En esos rostros infantiles ha quedado plasmada toda la angustia existencial de un periodo de nuestra historia y tantas y tantas esperanzas y expectativas frustradas.

Me parece, a todas luces meritorio, el intento concienzudo de desmitificar el relato que burdamente pretendía la dictadura, hacer pasar por objetivo.

cancionesescenaLa censura fue implacable. Tanto el documental Canciones para después de una guerra como Queridísimos verdugos o Caudillo (1974), fueron rodados poco menos que clandestinamente y no pudieron ser estrenados hasta después de que el dictador tuviera a bien dejarnos.

Me gustaría poder detenerme en Queridísimos verdugos, donde entrevista a una serie de ejecutores de la pena capital, así como a familiares de los ejecutados. El documental es terrible. Viniendo a ser un reflejo de esa España del miedo, de la violencia y de la muerte que hemos dejado atrás pero que no tenemos derechos a olvidar.

Centrémonos en ese magnífico documental Canciones para después de una guerra ¿Cuál fue el ‘modus operandi’ que siguió Basilio Martín Patino? En primer lugar, mezclar imágenes procedentes del NO-DO (acrónimo de NOticiarios y DOcumentales) y que se exhibía obligatoriamente a diario en las salas de cine y canciones, en su mayoría populares, de la época. ¿Qué efecto logra con este contraste? Podría decirse que las imágenes actúan como tesis, las canciones como antítesis y que la síntesis ha de realizarla el espectador.

Frente a tanto ‘cine de consumo’ la intención del documental es netamente crítica. Ofrece un recorrido por la postguerra española mostrando la miseria, el conformismo o la alienación reinante. El contraste hace hincapié en lo implícito a través de lo explicito. Así todo adquiere otro significado. Lo que propicia la reflexión, el distanciamiento y la valoración crítica. En el contenido y selección de las imágenes puede advertirse su formación libertaria.

canciones 2La elaboración del documental es concienzuda y, podríamos calificarla, de autentico ‘encaje de bolillos’. Las imágenes en su práctica totalidad son de archivo y han pasado, por tanto, el filtro de la censura. Causan impacto, sí, pero las canciones que acompañan a las imágenes dan un segundo y hasta un tercer significado, con frecuencia, irónico y hasta satírico. Lo que, a la larga, acabará convirtiéndolo en ‘obra de culto’.

Las imágenes y las canciones tienen la virtud de despertar conciencias y nos mueve a reflexionar y a revivir sensaciones que teníamos olvidadas, miedos y angustias y lo siniestro de una época en la que tantos hombres y mujeres eran tratados como despojos.

El documental pasa revista a la forma de vestir andrajosa, a la pobreza y humillación reinantes, a la suciedad, a la falta de higiene, a esas bocas negras, melladas, a las miradas tristes de los niños, a la omnipresencia del luto, del color negro. Recuerdo que me impactaron profundamente las imágenes descarnadas mientras suena ‘Raskayu’ en la voz de Bonet de San Pedro, así como las que acompañan a ‘Échale guindas al pavo’ en la voz de Imperio Argentina.

Estamos hablando de la España del hambre, de la desnutrición, de la tuberculosis, del tracoma, del nacional catolicismo, de la chulería falangista del brazo en alto… Quizás por eso, logra establecer una complicidad con el espectador a través, del vertiginoso ritmo de imágenes y sonidos así como de las asociaciones mentales que va provocando. Se dice que quien canta, su mal espanta. ¡Y había tantos fantasmas y tantos miedos que espantar!

El documental es una crítica feroz tanto a unas condiciones de vida como a una forma de entender la vida. Una prueba de que el dardo dio en el blanco es que en el diario falangista ‘El Alcázar’ aparecieron más de cincuenta artículos y comentarios que solicitaban que se prohibiera y se destruyera la cinta. Se cuenta que Carrero Blanco, después de un pase privado dijo, lacónicamente, que al director había que fusilarlo.

Martín Patino logra, a través de imágenes de archivo, crear un discurso nuevo que tiene la virtud de ser plástico, crítico y de cuestionar todo un montaje que se nos había ido vendiendo a través de la propaganda del régimen. Es por tanto, una interpretación de un momento histórico. Donde se ensalzaban acríticamente las supuestas realizaciones milagrosas de la dictadura, el sabe hurgar en la llaga. Lleva a cabo un análisis riguroso, para que sea el espectador quien extraiga sus propias conclusiones, poniendo así sordina a tanto triunfalismo.

canciones3¿Qué es lo que describe el documental con acierto? La lucha diaria por sobrevivir, uniendo con habilidad y distanciamiento el argumento aunque parezca que no lo tiene. De esta manera puede observarse el atraso cultural, el aislamiento internacional y unas condiciones de vida penosas que contrastaban abiertamente con la retórica del régimen. Sin duda otro de los aciertos es el de mostrar la manipulación permanente que se ejercía desde el poder. Por extraño y paradójico que parezca las canciones infantiles y el flamenco sirven, asimismo, a estos propósitos.

Algunos de los procedimientos de que se sirve Martín Patino para vehicular sus planteamientos críticos a fin de traspasar la coraza que la censura imponía, se ponen de manifiesto, asimismo, en otros trabajos como Paseo por los letreros de Madrid (1968) y ya en democracia Retablo de la Guerra Civil Española (1980). Por último quisiera hacer una referencia a Libre te quiero, documental sobre el 15-M, que permite comprobar que en el 2012 proseguía su línea inconformista y subversiva, así como su pasión por analizar y comprender el surgimiento de movimientos alternativos.

Una parte, desafortunadamente numerosa de la juventud, a penas va al cine y vive ‘enganchada a la tablet’. Sería saludable para embridar tanto adanismo y tanto conformismo que hiciéramos un esfuerzo pedagógico para que se interesasen por películas y documentales que favorecieran el espíritu crítico. Los valores republicanos constituyen los cimientos que son imprescindibles para construir un sólido edificio democrático. Obviamente el cine de Martín Patino es de gran utilidad para la consecución de estos fines. Les invito a que pongan en práctica esta modesta contribución.

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Escrito por

Archivo Entreletras

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