diciembre de 2025

Kirk, siempre Kirk

Hablar de Kirk Douglas es hacerlo de unos de los mejores actores de la historia del cine. En este artículo no voy a hablar de su vida que fue apasionante y que él mismo contó en su autobiografía El hijo del trapero, sino de su cine.

Pocos actores dejaron una huella tan inmensa en la historia del cine como el protagonista de El loco del pelo rojo, de Vincente Minnelli, donde Kirk estuvo genial en un papel apasionante que refleja la locura del gran pintor, Vincent Van Gogh. Le daba la réplica Anthony Quinn, como Gauguin. Juntos trabajaron en la excelente El último tren para Gun Hill, donde Douglas vuelve para vengarse de los que mataron a su mujer india, que son el hijo y los amigos de un viejo camarada, interpretado por Quinn. El duelo interpretativo entre estos dos gigantes de la interpretación es magnífico.

Nació el actor un 9 de diciembre de 1916 y vivió la friolera de ciento tres años, lo que le convierte en uno de los más longevos de la historia del cine americano, superando a Sidney Poitier, Glenn Ford, y otros que se nos fueron con noventa o noventa y pocos años.

Kirk Douglas fue el mejor amante para una desconsolada Kim Novak en la bellísima Un extraño en mi vida, de Richard Quine, un director que se enamoró perdidamente de la Novak, pero que, poco antes de contraer matrimonio con ella, esta le dejó. Probablemente este gran fracaso en su vida y su olvido en el cine de los setenta, hicieron que Quine acabara suicidándose.

Pero Kirk Douglas fue el mejor Espartaco, dirigida por Kubrick y producida por el propio actor, donde la animadversión entre ambos se palpó en cada plano, ya que Kirk tenía mucho poder y no aceptaba la forma de rodar de un genio como Kubrick. Fue el propio actor quien quiso que apareciera en los títulos de crédito el nombre de Dalton Trumbo, uno de los perseguidos por el macartismo. El personaje apasionante del esclavo romano que se enamora de la bella Jean Simmons ha quedado para la posteridad.

Repitió con Kubrick en la magnífica Senderos de gloria, un relato antibelicista, donde podemos ver la hipocresía de los altos mandos en la Primera Guerra Mundial cuando someten a un consejo de guerra y posterior fusilamiento a unos soldados que capitaneaba el gran actor. La belleza de las imágenes, el dolor que transita la historia, los diálogos muy duros, donde podemos ver a Adolphe Menjou como general absolutamente inmoral, que no le importa la muerte de los soldados, si con ello consigue mantener su poder. Douglas estuvo soberbio, demostrando lo gran actor que era.

Otra película mítica es Los vikingos, de Richard Fleisher, donde compartió tándem con el gran Tony Curtis, la bella Janet Leigh y Ernest Borgnine, como su padre. Una película violenta donde las haya: solo hay que recordar cuando lanzan a Borgnine, ese grande del cine, a los perros hambrientos.

Y, para mí, una de las mejores películas del actor, Cautivos del mal, donde hacía del director de cine desencantado, de nuevo dirigido por Minnelli, que siempre ha estado enamorado de la bella Lana Turner. Dos semanas en otra ciudad fue su continuación, pero no llegó a su grandeza.

Kirk Douglas lo hacía todo bien, de pistolero, de vikingo, de esclavo romano, de hombre atormentado como en El compromiso, de Elia Kazan, donde compartió cartel con dos joyas del cine: la enigmática y bella Faye Dunaway, como la amante del personaje principal (Douglas), y Deborah Kerr, como su mujer. La película es extraña, compleja, pero Kirk interpreta uno de sus mejores papeles.

Por decirlo de alguna manera, Kirk Douglas fue uno de los más grandes actores que han existido, capaz de interpretar cientos de personajes y siempre con fuerza y magnetismo. Su gran personalidad eclipsa a la de su hijo Michael, que ha interpretado buenas películas, pero que no ha conseguido alcanzar al genio de Kirk.

Con ese hoyuelo que le caracterizó, con ese rostro duro y anguloso, con esos ojos de gran intensidad, que brillaban en tantas grandes películas, me quedo con el magnífico papel en Cautivos del mal, aunque estuvo soberbio en Siete días de mayo, La sombra de un gigante, Los héroes de Telemark y tantas otras.

Se me aparece la imagen de un hombre que se siente derrotado, director de cine, pero en decadencia, que lo ha tenido todo y ya no tiene nada. Más grande que la vida es el cine, y el de Douglas, el mejor que ha dado el cine clásico. Y vuelve un esclavo romano, enamorado de Jean Simmons, para vencer a la propia Roma. Kirk fue capaz de todo, solo la muerte pudo vencerle. Pero, como todos los grandes del cine, ya es inmortal.

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