Óliver Laxe, el autor de O que arde, con Sirât, se llevó el Premio del Jurado de la sección oficial en la última edición del Festival de Cannes. El director gallego es reconocido siempre en este festival porque cuando presenta una obra, es premiada. Éste es su cuarto y mejor galardón en esta plaza.
El argumento base de la película se basa en la búsqueda que hace un hombre de su hija, de cuyas últimas noticias deduce que pueden encontrarla en el mundo de las raves en Marruecos. Sergi López, que encarna a este hombre, va a acompañado de su hijo menor y de un perro. En esa búsqueda, se une a un grupo que va a viajar hacia la rave de más difícil acceso en el sur de Marruecos, casi en la frontera con Mauritania. Se inicia, así, un atisbo de road movie, de historia de aventuras… Pero la película no va de esto. Esto es sólo accidental.
Sergi López aporta una severa y excelente interpretación, absolutamente creíble, tan creíble que se difumina con la historia y se integra en el personaje a la perfección. En esta historia su personaje es clave porque terminará siendo el maestro en atravesar el Sirât (una paradoja porque es él quien va detrás de los raveros, por su inexperiencia para atravesar el desierto). Seria y veraz es también la actuación del otro actor del reparto, el niño Bruno Núñez. El resto de los personajes no son actores profesionales. Laxe prefirió hacer casting entre asiduos asistentes a varias raves. Y lo hizo con acierto. Jade Oukid, Stefania Gadda o Joshua Lia Henderson, Kangding Ray, Richard Bellamyun o Tonin Javier aportan una veracidad a sus interpretaciones absoluta. Esto, unido al excelente trabajo de Mauro Herce Mira, hace que el espectador tenga la sensación, en algún momento, de que el mundo se encuentra acotado por las dimensiones de la pantalla y de que puede percibir, ya no sólo el sonido, sino el olor de los motores, el calor y el pegajoso trato que el desierto ejerce sobre la piel.
El guion, escrito por Oliver Laxe y Santiago Fillol, discurre lento, con atisbos de normalidad narrativa, aunque el entorno en el que se desarrolla no es un entorno corriente o cotidiano y aunque un presagio de tragedia es el origen del argumento. Se perfilan los personajes poco a poco, todo transcurre bajo el palio sonoro de las rave, enfrentando dos mundos distintos: el contestario de los que las frecuentan y el mundo de la normalización occidental, de donde proviene el protagonista, Sergi López. El director nos lleva de la mano para que nos normalicemos también, para que vivamos la experiencia desde el punto de vista de este personaje. La solidaridad, el compañerismo y la empatía crecen poco a poco. Y ya. De repente, la película gira 180º, trágica, irremediablemente. Uno quisiera volver hacia atrás, pero, como en el mundo real, eso no es posible. ¡El camino de Machado se hace tan evidente! Porque no hay camino, aunque haya avance. Lento, porque la estela es demasiado compacta, demasiado densa, demasiado turbia. Y, en esto estamos, cuando, de repente, el cine se yergue como un ave en celo, abre sus alas y alcanza el cenit de lo que de él se espera, el arte, el peculiar momento que golpea al espectador y que no desaparecerá jamás de su memoria. Los decibelios de la música son el medio perfecto para narrar lo que es la vida, lo que todos sabemos que es la vida, porque entramos en un aturdimiento, en un trance, al que nos conduce Laxe con su singular poder de trascendencia. Queremos racionalizar, pero nos es imposible. Necesitaremos días para entender que esta parábola no nos es ajena.
¡Cuidado! Esta es una película que conmociona. Es dura, difícil. No es una película bonita. Es una obra de arte que, como tal, impacta y deja una muesca en quien la ve. El guionista y director deja que el espectador entre en un hábitat peculiar, fuera de los límites del mundo que conocemos. Los personajes, inmersos en el extrarradio social, no en la marginalidad, sino en un compromiso vital con la búsqueda de la independencia, o, como en el caso del padre y el hijo que les siguen, con un propósito básico y personal, están atravesando, sin saberlo, el Sirât, el puente, fino como un cabello y afilado como una espada, que separa el infierno del paraíso. Esta es una parábola de la tragedia de todas las vidas, las de los mansos y las de los rebeldes. El puente, que para los musulmanes se atraviesa el día del juicio final, aquí se atraviesa según se van consumiendo los minutos que nos ha tocado vivir. Y, como en la vida, los acontecimientos nos sobrepasan, nos impactan de tal manera que nos reponemos sólo aparentemente porque nada es gratis, fácil o justo. Y, aún así, heridos, seguimos caminando sobre el filo de la espada, gracias a un precario equilibrio que, ni siquiera nosotros sabemos de dónde nos viene, con la terca voluntad de las reses, siempre hacia delante, con una fe escandalosamente irracional. Dan ganas, no de llorar, sino de claudicar, de tirar la toalla. Así de fuerte es el sonido de las raves en el desierto. Así de fuerte es vivir.
Ficha técnica:
Título: Sirât
Dirección: Óliver Laxe
Guion: Óliver Laxe y Santiago Fillol
Fotografía: Mauro Herce Mira
Música: David Kangding Ray
Intérpretes: Sergi López, Bruno Núñez, Jade Oukid, Stefania Gadda, Joshua Lia Henderson, Kangding Ray, Richard Bellamyun, Tonin Javier.
Compañías: TFilmes Da Ermida, El Deseo, Movistar Plus+, 4A4 Productions, Uri Films.Distribuidora: BTeam Pictures
País: Coproducción España-Francia
Año: 2025
Duración: 114 min.
Género: Drama