octubre de 2024 - VIII Año

Demos la palabra a Herbert Marcuse

El hombre y la sociedad unidimensional ¿están superados?
Solo gracias a los sin esperanza nos es dada la esperanza.
Walter Benjamin
(Marcuse sitúa esta cita al final de El Hombre unidimensional)
Todavía existe el legendario héroe revolucionario que puede derrotar
incluso a la televisión y a la prensa: su mundo es el de los países subdesarrollados
Herbert Marcuse, El hombre unidimensional

Herbert Marcuse in Newton Massachusetts 1955La revista digital ‘Entreletras’, viene dedicando una notable atención en sus últimos números a la Escuela de Frankfurt. Han aparecido o aparecerán, próximamente artículos de Ángel Martínez Samperio, Félix Recio y otros intelectuales. Hay mucho que pensar y repensar sobre la Escuela de Frankfurt, no tanto por su actualidad, que es mucha, sino por la aplicación de sus ensayos, análisis y propuestas a la sociedad desnortada del presente.

Sírvanos como por ejemplo, H. Marcuse. Un judío alemán que tuvo que huir, como tantos otros, ante la llegada de los nazis al poder. Se instaló en los Estados Unidos e incluso, escribió sus principales obras en inglés. Escojamos la más emblemática, El hombre unidimensional (1964) y fijemos en ella nuestra atención. ¿Las propuestas de H. Marcuse, siguen estando vigentes? Si actualizamos su terminología ¿no está hablado de lo que pasa y de lo que nos pasa? Ese es, sin duda, uno de los méritos principales de su trayectoria intelectual.

Empecemos por señalar que fue un referente imprescindible y un teórico de los movimientos juveniles de protesta de los años 60 y 70 del pasado siglo. Es importante estar atento a lo que pasa, interpretarlo concienzudamente y plasmarlo en textos analíticos, serenos y apasionados que invitan tanto a la acción como a la reflexión. En España como en tantas otras ocasiones, fue Manuel Sacristán quien ayudó a introducir su figura y a familiarizarla entre nosotros. Para algunos llegó a ser considerado mentor e incluso padre de la ‘nueva izquierda’.

22994984Entre sus ideas en clave política se encuentran las siguientes: El hombre unidimensional es víctima de su propia impotencia y de la opresión continua que utiliza métodos de dominación cada día más sofisticados y complejos. Como puede apreciarse va más allá de los postulados de Adorno y Horkheimer. Analiza, también, que el capitalismo en sus versiones más desarrolladas y occidentalizadas ha traído, sí, una mejora de las condiciones de vida pero a su vez esto mismo ha sido la causa de la desaparición o de la inoperancia del movimiento obrero que ha sido asimilado y desactivado. Igualmente expone con lucidez, que la conciencia ha sido fetichizada y que las sociedades postindustriales modernas han creado necesidades ficticias para mantener al hombre en la docilidad, la sujeción y la alienación. Otro de los aspectos, sin duda, de mayor interés es la utilización de los medios de comunicación y tecnológicos para la desinformación y el control masivo. No menos acertada es su idea de que las expectativas, las ambiciones y las necesidades artificialmente creadas son inteligentemente movidas por hilos, más o menos visibles para suprimir toda forma de rebeldía y oposición. Quizás debamos tomar buena nota de su aportación de que en las sociedades industriales avanzadas se agazapan y ocultan mal disimuladamente, rasgos totalitarios bajo una apariencia democrática. Huelga decir que en estas condiciones toda posibilidad crítica es prácticamente ilusoria y la oposición a lo establecido, débil y casi inexistente. Pensemos, tan sólo, -porque el lenguaje sigue siendo esencial-, en las connotaciones negativas que tiene el término ‘antisistema’. Por citar un último aspecto me parecen de singular relieve sus análisis y exploraciones sobre el ‘sujeto revolucionario’. El proletariado ya no lo es. Los partidos y sindicatos del movimiento obrero se han burocratizado y perdido sus fines primigenios… pero sigue habiendo explotación, persecución, refugiados, opresión racial y un número muy alto de personas son excluidas del sistema. Es imposible, por motivos de espacio, desarrollar esta idea pero este ‘precariado’ tiene una posición revolucionaria, aunque su conciencia no lo sea. Ahí radica el germen del nuevo sujeto revolucionario que hunde sus raíces en el denominado tercer mundo.

marcuseHerbert Marcuse, al igual que otros pensadores frankfurtianos, hace hincapié en que en las sociedades post-industriales, tanto la técnica como la ciencia, han acabado por convertirse en instrumentos de dominación, que coadyuvan a que las relaciones cada día se vuelvan más alienantes y represivas. Cuestionan, por tanto, la supuesta neutralidad de la ciencia. Otro terreno en el que los filósofos de la Escuela de Frankfurt insisten con rotundidad y lucidez es en la progresiva manipulación de los ciudadanos que acaba por desembocar en una pérdida de autonomía moral. En un mundo progresivamente globalizado, hay poderes ocultos que se erigen en árbitros de lo que debe producirse, lo que debe consumirse, los modelos de conducta e incluso el lenguaje políticamente correcto que debe emplearse. Lógicamente la posverdad, los hechos alternativos y la manipulación informativa no son más que una consecuencia lógica de cuanto venimos diciendo.

Karl Marx y Sigmund Freud son las dos influencias más decisivas de Herbert Marcuse y de su freudomarxismo aunque lleva a cabo una crítica de diversos aspectos de uno y otro pensamiento antes de fundirlos. Otra reflexión pertinente, versa sobre el ‘trabajo enajenado’ que propone ser sustituido por el trabajo no alienado. Lo que redundará en las posibilidades de realización del proceso de liberación individual y social.

marcuse rainbow - croppedVe con clarividencia que el bienestar y la calidad de vida sólo se consiguen en las sociedades post-industrializadas a costa de la pérdida de autonomía y de la renuncia a los ‘ideales de clase emancipadores’. A veces, se criticó a Marcuse por visionario y utópico, sin embargo, los hechos han acabado por dar la razón a sus postulados, incluso en una progresión geométrica.

Para Marcuse el psicoanálisis, una vez expurgado el pensamiento de Freud, puede ser una interpretación válida, tanto de la sociedad como del comportamiento humano. La represión de ‘el principio del placer’ ha posibilitado el dominio y conquista de la naturaleza y el progreso tecnológico pero… también, ha incidido en la pérdida de libertad y felicidad e incluso puede ocasionar la destrucción del Planeta si no se embrida a tiempo.

La crítica al consumismo que realiza es, sin duda, certera y profunda. Llega a afirmar que cuando compramos un producto compramos, también, una forma de existencia. Para él, el mercado, con su creciente poder, llega a convertir la cultura en mercancía relegándola a algo que se puede comprar y vender.

Por último, y no porque falten cosas por decir, es más que interesante su teoría del lenguaje. Cuando los conceptos no son críticos, el pensamiento tampoco lo es y acaba por desembocar en una conciencia deformada.

marcuse 1Leer a H. Marcuse y repensar las críticas que hace a las sociedades alienadas y al hombre escindido es una tarea útil que no debemos renunciar a poner en práctica. Hay determinados pensadores, intelectuales, periodistas y críticos que han considerado a El hombre unidimensional, el libro más subversivo del siglo XX. Aunque, eso sí, en el momento de su aparición, recibió críticas por parte de los representantes del marxismo ortodoxo, si bien en contrapartida su influencia en la nueva izquierda fue notable.

Con independencia de El hombre unidimensional deben leerse y meditar sobre ellas otras obras de Marcuse. Citemos por ejemplo Eros y Civilización (1955) donde su freudomarxismo es más palpable, El final de la utopía (1967) tiene un gran interés por su análisis de los movimientos alternativos o su Ética de la Revolución (1970) por su exigencia moral y su desenmascaramiento de una falsa moral acomodaticia.

Para Marcuse, y es difícil no estar de acuerdo con él, el hombre unidimensional o como queramos llamarlo hoy en día, ha retrocedido hasta situarse al borde del abismo. El dominio de los poderes ocultos y visibles, que rigen el planeta, es mayor que nunca.

Entre las ideas que siguen teniendo vigor, potencia y actualidad del filósofo frankfurtiano destacan: que las fuerzas sociales manipulan férreamente al individuo a través de medios, cada vez más sofisticados, produciendo alienación creciente y una sumisión, también, en aumento. La alternativa no puede ser otra que dar aliento a un proceso de liberación que parta del reconocimiento dialectico, de las contradicciones en que nos hallamos inmersos.

Hay que dar la palabra a Marcuse. No nos arrepentiremos.

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Archivo Entreletras

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