El papel de los presidentes mexicanos
El pasado 18 de marzo de 2025 se realizó una conferencia en el Ateneo de Madrid complemento de otra realizada el año pasado sobre el mismo tema, en la anterior se hizo hincapié en la influencia del Museo de Ciencias como eje central de la diáspora de los científicos en el exilio y la Junta de Ampliación de Estudios JAE como constructor de la extraordinaria generación de científicos españoles. Los dos científicos más representativos en este proceso continuador del realizado desde 1907 por Ramón y Cajal tras el fallecimiento de éste en 1934, fueron Ignacio Bolívar y Blas Cabrera.
El balance de la JAE fue realmente extraordinario: unos 2000 pensionados tuvieron una ampliación de estudios en los más prestigiosos centros de investigación europeos, especialmente Francia y Alemania, lo que permitió establecer unas relaciones que acercó España a Europa, rompiendo el secular aislamiento español. Se crearon instituciones clave en España como la Universidad Central y la Residencia de Estudiantes. El prestigio de la Ciencia española en el mundo se vio reflejado por las visitas de Einstein en 1923 y Marie Curie en 1936, y por la celebración del congreso de la IUPAC (Química) en Madrid en 1934. Desgraciadamente la guerra civil rompió este proceso provocando una diáspora, que forzó primero su marcha a otros países europeos y ante la II Guerra Mundial una disgregación por el continente americano.
Las anteriores relaciones obtenidas por la ampliación de estudios establecida por la JAE facilitaron el acercamiento a las universidades inglesas, pero sobre todo a las americanas, en algún caso a las norteamericanas, pero sobre todo a las de los países de lengua española. La presencia en el resto de las universidades europeas quedó bloqueada por la II Guerra Mundial. Siendo México el principal país de acogida en los centros educativos y científicos.
México acogió a unos 25.000 españoles, siendo el gobierno de Lázaro Cárdenas el principal impulsor de este acercamiento. España había sido un país favorecedor de la inclusión de México en la Sociedad de Naciones y un intermediario en los conflictos regionales con otros países. En coherencia con lo anterior, México no reconoció el gobierno de Franco nunca, manteniendo relaciones diplomáticas con el gobierno de la República en el exilio.
A comienzo del siglo XX México pasó por varios períodos que determinaron la actitud de este país ante la emigración española, destacando el período de la revolución mexicana de 1910 a 1917, donde lo más significado fue la presencia de Pancho Villa y Emiliano Zapata como revolucionarios. Durante la II República española los presidentes mexicanos fueron Pascual Ortiz (1930-1932); Abelardo Rodríguez (1932-1934); Lázaro Cárdenas (1934-1940) fue importante especialmente en la primera acogida y siendo Manuel Ávila Camacho (1940-1946) clave en el asentamiento final de la presencia del exilio español.
La relación con España se inicia con conflictos bilaterales, al ser México una antigua colonia española, pero termina con una estrecha colaboración diplomática teniendo como escenario la Sociedad de Naciones (SDN). Este organismo multilateral fue creado por el Tratado de Versalles en 1919 y pretendía establecer las condiciones para la paz tras la Primera Guerra Mundial, pero no pudo resolver las crisis de 1920 y 1930, siendo el antecedente de la ONU actual.
México se enfrentaba en 1931 a una hostilidad de gran parte de los países latinoamericanos, a los recelos de las grandes potencias europeas y a EE. UU. debido a su inicial trayectoria revolucionaria y a su opción de un nacionalismo económico. La diplomacia de los gobiernos de la II República, consciente de las limitaciones impuestas a la acción exterior por un escenario internacional conflictivo, intentó estrechar los vínculos políticos, económicos y culturales con los países americanos, disipando los recelos que abrigaban hacia la anterior relación como colonias españolas.
Pascual Ortiz fue presidente mexicano de febrero de 1930 a septiembre de 1932, período coincidente con el primer bienio republicano, lo que facilitó la presencia en Madrid como embajador de Enrique González y en México de Julio Álvarez del Vayo (miembro destacado del PSOE y corresponsal en Madrid del Excelsior, órgano de información mexicano desde 1917 y que sigue siéndolo actualmente). La prensa mexicana recibió con agrado las facilidades del principio de doble nacionalidad con los países hispanoamericanos enunciado por el art. 24 de la nueva Constitución Española.
El gobierno español respaldó a la diplomacia mexicana para mejorar su posición internacional. Así el ministro de Estado, Alejandro Lerroux, defendió en Ginebra su ingreso de en la Sociedad de Naciones SDN, facilitando que fuera admitido México en septiembre de 1931. España además medió en el conflicto entre México y Perú en mayo 1932. Ambos países intentaron limitar con su actividad diplomática la creciente influencia de EE. UU. en América Latina promoviendo la implicación de la SDN, en conflictos interamericanos ofreciendo México a España un papel significativo.
La Constitución Española de 1931 en su artículo 50 señalaba como obligación del gobierno “atender a la expansión cultural de España en el mundo”, por lo que el Ministerio de Estado promovió en los países de habla hispana la difusión de los libros publicados en España creando una red de bibliotecas en América, se establecieron una red de asociaciones culturales conjuntas y se facilitaron los intercambios académicos e intelectuales a través de distintos programas de cooperación bilateral con cada país; El Centro de Estudios de Historia de América en Sevilla (octubre 1931) se funda como el organismo coordinador y se modifican los estatutos de La Junta de Relaciones Culturales, creada en diciembre 1926, para orientar la mayor parte de sus actividades hacia América Latina.
La influyente colonia española en México se vio afectada por la legislación agrarista fallida en el primer bienio republicano (1931 a 1933). En España la opositora Confederación Española de Derechas Autónomas CEDA denunciaba la política de Azaña hacia México, así como la prensa conservadora desarrollaba una campaña contra su política conciliadora. La tachan de “afán partidista de juntarse, al único gobierno de América cuya política y conducta puede enojar, entristecer y hasta herir a millones de españoles”. El embajador español Álvarez del Vayo por otro lado mantiene estrechas relaciones con los directores de los principales periódicos mexicanos, para moderar la reacción de la prensa ante la campaña de descrédito del México posrevolucionario realizado por la prensa conservadora española.
El gobierno de centro derecha de Alejandro Lerroux nombrado en septiembre de 1933 para el ambicioso proyecto de la diplomacia del primer bienio hacia América Latina, en coherencia con ello, el embajador Álvarez de Vayo dimite. 1933-1936 es denominado “Bienio negro” en España por la gran influencia de la Iglesia Católica, por lo que surgen enfrentamientos con el gobierno mexicano de carácter bastante anticlerical. La llegada de Lázaro Cárdenas en 1934 en México acentúa ese distanciamiento. El gobierno español encabezado por Santiago Casares Quiroga nombró nuevo embajador en México a Félix Gordon Ordás, pero sin embargo se intenta mantener la cooperación con la nueva administración española en el SDN, Lázaro Cárdenas quería nacionalizar las compañías petroleras extranjeras en México, lo que conllevaba una gran conflictividad diplomática.
El triunfo del Frente Popular en 1936 restauró la plena armonía entré México y España hasta el final del gobierno republicano en 1939. El gobierno mexicano y la mayoría de los sectores políticos y sociales que le secundaban se movilizaron a favor de la II República. Mientras, por otro lado, la oposición conservadora al cardenismo apoyó la rebelión, así como la mayor parte de los españoles establecidos que simpatizaban en gran medida, abiertamente con los rebeldes. México va a mantener el reconocimiento al Gobierno de la República en el Exilio hasta el final del franquismo. A pesar de este apoyo, presiones diplomáticas de Washington obligaron a limitar la ayuda a la II República, prohibiendo cualquier reexportación a España de material militar procedente de otros países. Tampoco se permitiría el reclutamiento de mexicanos para luchar en las filas republicanas.
El principal apoyo a la II República fue diplomático, así en el marco de la SDN desde octubre 1936, el delegado mexicano Narciso Bassols denunció ante la asamblea general la intervención de Italia, Alemania y Portugal. El sucesor de Bassols, Isidro Fabela, defendió la legalidad de la venta de armas, petróleo y alimentos a la II República, lo que generó profundas tensiones en la sociedad mexicana, muy polarizada en torno a la política cardenista hacia la guerra civil. Daniel Cosío Villegas, en octubre 1936 inicia el Proyecto Operación Inteligencia, presentado a Cárdenas por Luis Montes de Oca presidente del Banco de México, siendo aceptado en diciembre. El presidente Juan Negrín envió a México a Juan Simeón Vidarte en septiembre 1937 para sondear la disposición a recibir a varios millares de exiliados en caso de derrota.
En posteriores artículos se completará este proceso.