marzo de 2024 - VIII Año

Consecuencias sociales y políticas de las nuevas tecnologías en el marco del transhumanismo h+ (y II)

Viene de Consecuencias sociales y políticas de las nuevas tecnologías en el marco del transhumanismo h+ (I)

transhuma 14. La globalización y la perdida de identidades.

La unión entre capitalismo y tecnología es la causa de esa globalización inevitable y que ha arrasado con todo lo que no se somete a su dominio. La globalización económica aliada con las tecnologías de la información y comunicación no nos llevarán necesariamente a la igualdad. Es verdad que las tecnologías nos están uniformando, de tal manera que las diferencias culturales entre unos y otros se pierden con el conseguimiento empobrecimiento del ser humano. Pero uniformar no es lo mismo que igualar. Aunque parezca un avance el que los humanos vivamos en muchas partes del globo terráqueo de un modo muy parecido, es un retroceso.

La globalización económica hace que las crisis económicas tengan consecuencias mundiales. También la robotización y digitalización de la producción y del trabajo humano hace que estemos interconectados, y que las noticias corran por todo el planeta y estén al alcance de todos inmediatamente. Ya no hay islas, nadie está ‘aislado’: todo es común, todo es conocido y compartido. Pero no nos engañemos cuanta más información más desorientación y despiste.

La globalización seguida de la digitalización y robotización ha conseguido no la equidad o la igualdad, sino uniformidad o monotonía. La globalización no ha generado afinidades o vínculos sino uniformidades y empobrecimientos. La igualdad que perseguía el movimiento humanístico y después la Ilustración no es la igualdad de la globalización.

Por otra parte, la invasión de la virtualidad hace que ‘todo valga’, pero en el mundo real no todo vale, en cambio en el virtual todo da igual. En la época de la posmodernidad y de la posverdad, ya no importa el que algo sea verdadero o no. Internet y las redes sociales no premian la verdad sino el número de seguidores. Da igual si algo es verdad o mentira, de ahí el incremento de las fake news, vocablo inglés que podíamos traducir por ‘bulos’. Es curioso que frente a la imponente revolución tecnológica y la facilidad para estar informados, vivamos más de ‘bulos’ que de verdades.

No todo lo que viene con este nuevo siglo y estas nuevas tecnologías de la Edad Posmoderna, que podemos afirmar que comenzó a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI, es bueno. La globalización genera empobrecimiento y falta de riqueza cultural y humana. La digitalización produce monotonía y el advenimiento de la Inteligencia artificial esclavitud.

Además, frente a la vulnerabilidad en la que nos encontramos por el terrorismo, los ciberataques y las migraciones del sur hacia el norte (Estados Unidos y Europa) triunfan ideologías xenófobas, extremistas y poco solidarias. Ideologías que ante tanta globalización producen el cierre de las fronteras y de los separatismos. Mientras que en la nueva era de la información global y universalmente compartida todo es en abierto y accesible, se levantan muros físicos y legales en muchos países y colectivos para protegerse de esas ‘invasiones’. A más movilidad, más obstáculos. Nosotros mismos construimos las autopistas de la información y de la libertad de movimientos y nosotros mismos las cerramos y clausuramos por miedo.

Cuanta más tecnología y robotización, menos valores humanísticos. Podríamos concluir que la globalización va camino de convertir el mundo en una serie de islas o aldeas separadas unas de otras, aunque conectadas a través del mundo cibernético. Cerramos el mundo real y abrimos un mundo virtual.

transhuma 25. Utopía o distopía.

El transhumanismo parece un futuro inevitable. Algunos dicen asistiremos a una trasformación del mundo sin precedentes. Hemos descrito algunas de esas transformaciones. Hay muchas voces que sostienen que no debemos sobrepasar ciertos límites que forman parte de nuestra naturaleza. Para los transhumanistas, en cambio, es un deber que tenemos, un imperativo moral (aunque piensen que debamos también abandonar las consideraciones éticas y vivir en un mundo post-ético), ya que los defectos y los males que el hombre ha causado al planeta y a otros humanos es inmenso. Es posible que el homo sapiens ha ya iniciado su extinción, no por la selección natural, sino por la invasión de la tecnología, la implantación de la Inteligencia artificial y la robotización del trabajo y de la vida misma. Las máquinas nos desplazan y nuestro camino es convertirnos en ellas sino queremos desaparecer.

Las optimistas predicciones transhumanistas ‘están sobre el tapete’. Detendremos el envejecimiento y superaremos la muerte, disfrutando de una eterna juventud. Mejoraremos además desde el aspecto cognitivo e intelectual a través de implantes corporales (hackeando nuestros cuerpos). Abandonaremos nuestro organismo al verter nuestra vida, nuestros recuerdos, sentimientos y vivencias en un dispositivo informático y vivir para siempre en mundos virtuales indoloros y felices. La biología sintética pone en nuestras manos de crear vida en el laboratorio o, al menos, de modificar nuestros genes para conseguir un mejoramiento (enhancement) humano sin precedentes.

Por otra parte, mientras los transhumanistas nos ponen delante utopías felices la realidad actual del mundo es muy compleja y llena de aspectos negativos: pérdida de libertad frente a una mayor seguridad dados los peligros ante los que estamos expuestos. Tenemos mucha tecnología, pero seguimos teniendo miedos.

Quizá sea esa la característica de la vida humana: el miedo. Ese miedo nos lleva a soñar y a temblar, a imaginar y a pensar, a construir y a destruir. Nos creemos muy fuertes y cada vez más seguros; pero seguimos teniendo miedo. ¿Por qué? Porque la solución no está en la tecnología.

Tenemos miedo del hombre, de otros hombres, cuando el peligro no está en los hombres mismos sino el uso que el hombre de ese inmenso poder tecnológico. Las tecnociencias son un medio una ayuda y no el fin. ¿Cuándo el hombre no tiene miedos ni inseguridades? Solo cuando se siente protegido por otros hombres. De tal manera que no debemos confiar en las máquinas sino en el hombre mismo. Da más seguridad y tranquilidad el tener en casa un ser querido que tener un robot. Da más alegría y hace que nuestra vida sea más libre y feliz el poder mirar a los ojos de alguien y no a la pantalla de un móvil. No debemos poner nuestra esperanza en los robots y en la Inteligencia artificial sino en el hombre mismo. El transhumanismo debe convertirse en un nuevo humanismo: aceptar y asumir la humanidad sin necesidad de traspasarla sino de ahondar en ella. No es necesario no conveniente ser transhumanos sino ser MÁS HUMANOS(+H)

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