noviembre de 2025

David Felipe Arranz: “Lo interesante, lo valiente es apostar por la cultura en la competencia salvaje de la jungla de la radio convencional”

El periodista David Felipe Arranz, Antena de Oro por los 25 años de ‘El Marcapáginas’

¡Mis queridos palomiteros!

El periodista y filólogo David Felipe Arranz, uno de los nombres imprescindibles del periodismo cultural en España, celebra este 2025 los 25 años de su emblemático programa radiofónico El Marcapáginas, actualmente en Radio Intereconomía y referente absoluto para el mundo del libro y la creación literaria.

Con motivo de esta trayectoria ejemplar, el próximo 8 de noviembre recibirá la prestigiosa Antena de Oro en un acto que tendrá lugar en el Casino de Aranjuez, un reconocimiento al rigor, la dedicación y la defensa constante de la cultura en las ondas.

La revista digital Entreletras, además de felicitarle desde este areópago, ha querido hacerse eco de esta noticia y del recorrido profesional de Arranz, quien ha desarrollado su labor en medios como RNE, Onda Madrid, TVE, Capital Radio o Telemadrid, además de colaborar en periódicos y revistas culturales. Compagina su faceta radiofónica con la docencia universitaria y con la escritura —como autor y ensayista—, avalado por una sólida formación humanística y un compromiso indiscutible con la difusión de la cultura. Pasad y leed.

Un cuarto de siglo de radio cultural no es poca cosa. ¿Qué significa para usted haber mantenido vivo El Marcapáginas durante 25 años en un panorama mediático tan cambiante?

Es un programa ligado íntimamente a mi trayectoria profesional y también un proyecto de crecimiento personal, de manera que podría decirse que es como mi hijo radiofónico, ya que la vida —de momento, solo de momento— no me ha llevado aún por el camino de la paternidad. Así que cuido de él, lo mimo, le doy cariño, lo veo crecer…

Acababa de terminar periodismo, fue mi primer trabajo remunerado, allá por septiembre de 2000, y le agradezco al por entonces director del Círculo de Bellas Artes y Radio Círculo, César Antonio Molina, que confiase en mí, cuando yo era solo un jovencito con mucha ilusión y ganas de comunicar cultura. Subí a su despacho en Marqués de Casa Riera con el proyecto y me dijo “mañana empiezas”, y así fue hasta que se marchó a dirigir el Instituto Cervantes cinco años después. Desde entonces, el programa ha ido viajando de una emisora a otra.

Ahora en Radio Intereconomía me cuidan mucho porque saben el valor de la cultura: al director general, Diego Martínez Perán, le encanta el programa y parece que a la audiencia también. Si alguien con un cargo directivo no te respalda, y hablo de nombres y apellidos concretos, el programa no existiría. Los medios también son las personas que los dirigen. Así que solo siento gratitud.

Volvamos al origen. ¿Por qué decidió crear un espacio como El Marcapáginas y qué vacío cultural o comunicativo percibía entonces que le impulsó a ponerlo en marcha?

Por pura supervivencia. Cuando acabé periodismo en Madrid en el año 2000 y mis prácticas no remuneradas y bastante discontinuas en La espuela de Radio España, que echó el cierre en primavera de ese año, envié el currículum a muchos medios, especialmente a los periódicos, hice pruebas de acceso en la SER con Antonio Ferreras y en la COPE con José Apezarena para hacer prácticas de verano y no me cogieron —y eso que las finalmente seleccionadas estaban seguras de que me iban a fichar a mí y no a ellas—, le pedí a algún compañero de filología hispánica que le llevase alguna entrevista mía con caricatura al director de El Norte de Castilla, donde él escribía sobre música, y me dijo al día siguiente que la había dejado pinchada en el tablón de anuncios por si “alguien se fijaba”…

En mi Valladolid natal, por descontado, es que ni se molestaron en contestarme de ningún medio, ni impreso, ni escrito, ni mucho menos audiovisual, y pensé que lo mejor era presentar mi propio proyecto en Madrid, hacerme productor y buscarle un hueco al programa. Y así fue.

Entiendo que estas cosas responden a la casualidad y a estar en el momento oportuno y el lugar preciso. Y como siempre me habían gustado los libros y la cultura, razones por las que estudié antes filología, decidí que la de cultura era el área donde podría tener más oportunidades. Y César Antonio Molina fue la única persona que creyó en mí en aquel momento y eso uno lo recuerda con inmensa gratitud el resto de su vida, porque sin ese primer apoyo profesional, es inviable trabajar en esto.

El tiempo es maestro. Después de tantos programas, invitados y lecturas, ¿qué ha descubierto gracias a este espacio que no hubiera descubierto de otra manera?

 Que hay extraordinarios escritores con libros increíblemente buenos que no son tan conocidos porque no tienen detrás una maquinaria de promoción. Que el mundo de las letras está llena de pobreza y miseria, pero también de gloria y esplendor literario, de talento y de bellísimas personas, muchas de las cuales ya son amigas mías y sé que se irían al mismísimo Infierno conmigo.

Una escuela en directo. ¿Qué ha aprendido como periodista, crítico cultural y escritor conduciendo El Marcapáginas semana tras semana durante más de dos décadas?

El arte de la paciencia, a no enfadarme ni a disgustarme en las circunstancias más extremas y desfavorables, y una experimentación en carne propia del oráculo manual de Baltasar Gracián. Como escritor, a superarme cada día frente al texto. Templanza, nervios de acero y siempre, siempre, sentido del humor a mano como la botella del agua fresca. Y una sonrisa. He aprendido que la cultura es una aventura que se va a haciendo poco a poco y que el camino está lleno de chinchetas que hay que sortear para no “pinchar” anímicamente. Eso es lo más difícil.

Puente entre la literatura y el oyente. ¿Qué cree que ha aportado el programa a la sociedad, al público que lo ha seguido fielmente, en términos de cultura y sensibilidad literaria?

Creo que la audiencia tenía en las décadas de los años ochenta y noventa la idea de que los programas culturales eran mortalmente aburridos, de un señor hablando sin parar delante de un micrófono o una cámara durante horas y mirándose el ombligo, en un ejercicio de narcisismo periodístico supremo, donde el invitado era pura anécdota, y con El Marcapáginas les hemos ido mostrando que no tiene por qué ser así: el entrevistado es el importante, su texto, sus ideas, la concepción de su obra, la arquitectura del texto, sus motivaciones, sus lecturas, sus maestros, lo que piensa de esta sociedad nuestra tan acelerada, tecnologizada y poco autocrítica.

En El Marcapáginas compartimos y descubrimos, no salimos todo el rato en primer plano para dejar a Manuel Vilas o a Carmen Posadas que hablen cinco minutos. Esto sé que les molesta mucho a algunos colegas porque hago justo lo contrario de lo que ellos hacen.

Invitados memorables. Entre escritores, cineastas, pensadores y artistas que han pasado por el programa, ¿hay alguna entrevista que recuerde de manera especial y por qué?

Todos han sido memorables, por una u otra razón. Por nuestros micrófonos han pasado Alberto Vázquez Figueroa, Luis Alberto de Cuenca, Lorenzo Silva, Juan Eslava Galán, Gonzalo Suárez, Jacobo Bergareche, Javier Sierra, Jordi Sierra i Fabra, César Antonio Molina, José Ovejero, Luis Mateo Díez, Antonio Soler, Fernando Iwasaki, Antonio Iturbe, Ernesto Pérez Zúñiga, Ginés S. Cutillas, Rafael Soler, Manuel Juliá, José María Micó, Fernando Benzo, Ignacio del Valle, Jorge Volpi, Jorge Carrión, Eloy Tizón, Ignacio Martínez de Pisón, Manuel Vilas, Carlos Aganzo, Rafael Morales, Xavier Güell, Juan Arnau, Basilio Baltasar, Sergio Vila-Sanjuán, José Luis Corral, Ernesto Caballero, Juan Mayorga, Alberto Conejero, Alfredo Amestoy, Miquel Molina, Ángeles Caballero, Dolores Conquero, Carmen Posadas, Marta Robles, Rosa Montero, Claudia Casanova, Vanessa Montfort, Nuria Barrios, Sandra Aza, Amelia Pérez de Villar, Jorge Volpi, Susana Martín Gijón, Phil Camino, Pilar Adón, Juan Carlos Méndez Guédez, Berta Vias Mahou, Estrella de Diego, Elena Medel, Julia Navarro, Marta Sanz, Edurne Portela, Eva Díaz Pérez, Almudena de Arteaga, Valeria Correa, Virginia Feito, Olga Merino, Juana Salabert, Mercedes Monmany, Monika Zgustova, Remedios Zafra, Margaryta Yakovenko, Ángela Segovia, Mercedes Halfon…

El Marcapáginas como archivo vivo. Si alguien quisiera entender la evolución cultural de España (y del mundo) en los últimos 25 años, ¿qué huella cree que dejarían las grabaciones de su programa?

En la mayoría de los casos, ninguna, porque todas las emisoras donde he estado han destruido las grabaciones del programa. Así de efímera es la vida de la radio. Si no tienen un buen documentalista y un buen encargado de la preservación del archivo, lo que suele hacer algún “lumbreras” de la dirección o de la programación es borrar el disco duro de la emisora que sea para que quepan los archivos nuevos.

No se invierte en conservación. Cuando dejamos Capital Radio, donde estuvimos de 2016 a 2021, al día siguiente borraron cinco años de programa de un solo clic, y eso que allí el programa tenía tres horas de duración. De las emisoras anteriores es que no queda ni rastro, algunas vendieron su licencia a otros propietarios y en algunos casos, como el de Gestiona Radio que quebró, ni siquiera hay emisora ya.

Resistencia cultural. En un tiempo donde los formatos digitales, las redes sociales y la inmediatez parecen imponerse, ¿qué vigencia cree que mantiene la radio cultural y qué papel juega El Marcapáginas en ello?

Creo que puede crear un cierto eco, una discreta reverberación, sin más, de que en algún lugar de las ondas, escritores y escritoras pueden tener su hueco y se pueden hacer entrevistas en profundidad y proponer libros a la audiencia. Pero no soy muy optimista con respecto a la radio cultural. Empecé en una que se anunciaba en sus promos e indicativos como “solo cultura” y ya ve usted que vendieron la licencia de la FM a los cursos de inglés y después los contenidos fueron al formato pódcast y, finalmente, a la irrelevancia. Lo interesante, lo valiente es apostar por la cultura en la competencia salvaje de la jungla de la radio convencional.

Mirada al futuro. Tras celebrar este aniversario, ¿cómo imagina la evolución del programa en los próximos años? ¿Se plantea nuevos formatos, lenguajes o alianzas para llegar a más público?

Siempre estoy abierto a lo nuevo y a experimentar. No estoy seguro de que el formato de “solo pódcast” sea la mejor opción, porque pienso que la radio convencional sigue funcionando muy bien, de manera que emitimos en ambas modalidades. Estamos incluyendo muchos efectos musicales además como acompañamiento para la lectura de las obras, mezclando música de cine con la novela más apropiada, mezclando la literatura con la literatura en escena que es el teatro, y tratando de incluir tres entrevistas en profundidad que, para un formato de una hora, a la que le quitamos cinco minutos de presentación y de boletines informativos, ya es una barbaridad.

Balance personal. Si tuviera que resumir en una sola frase lo que El Marcapáginas le ha regalado como experiencia vital y profesional, ¿cuál sería?

Me ha regalado un milagro cultural y me pellizco cada mañana para ir aceptando poco a poco que los milagros sí existen. También me ha regalado periodos de amor y de pasión, pero esto creo que ya sería para la sección del corazón, que creo que no tiene esta revista [risas].

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Archivo Entreletras

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