marzo de 2024 - VIII Año

En torno a la poesía surrealista

El surrealismo ha sido objeto de constantes evaluaciones críticas, se ha revisitado así mismo, y ha ido redefiniéndose etimológica y culturalmente. Lo que para muchos se entendía por surrealismo en 1924, hoy quizás se comprenda de manera distinta, debido a los cambios que ha experimentado la humanidad y las rupturas epistemólogas que se han producido. De esta forma el surrealismo se ha recontextualizado en las épocas posteriores a su aparición. Sin embargo, lo que no ha cambiado y, al contrario, se postula como un principio cierto, es que el surrealismo no es una escuela ni literaria, ni artística. Al no ser entonces una escuela literaria excluye a la poesía de la categoría de “literatura”. Partiendo de la base de que la poesía no es literatura, sino uno que se establece como una de las matrices que cohesionaron el espíritu y la praxis de este movimiento, a saber: la libertad, la poesía y el amor. Bajo estos principios que modularon y formularon y reestructuraron toda la búsqueda surrealista, subyace también la preeminencia del mito verdadero, cuya valoración si compartirán con el romanticismo alemán (deudor en este sentido de Johann Gottfried Herder). A diferencia del romanticismo o del simbolismo francés, el surrealismo le otorgo a la poesía una supremacía por sobre todas las expresiones artísticas, pero antes que la poesía surrealista propiamente tal, existe un plan, una directriz que debe seguir; es decir, todas la ideas contenidas en el “Primer Manifiesto del Surrealismo” de 1924.

Desde que André Bretón (pasando primero por Jean Martin-Charcot, especialmente lo referido al tratamiento de la histeria, y luego Sigmund Freud con la reveladora topología estructural del aparato psíquico, a través de la teoría psicoanalítica) reparó en la necesidad de auscultar tanto el mecanismo como la teoría del sueño, el surrealismo comienza a hacerse cargo de una crisis en cuanto a las concepciones anteriores de hombre, y las concepciones anteriores de arte (la segunda ya iniciada por el dadaísmo). Fijado entonces que la poesía no pertenece a ninguna forma de literatura, su preponderancia es equivalente a la omnipotencia del sueño, y aquí se produce una contra respuesta como muy pocas veces ha existido, respecto a los principios constitutivos de la razón. Sobre la razón misma, permítaseme un breve alcance para diferenciar al creacionismo de Vicente Huidobro con el surrealismo. El poema creacionista, desde un racionalismo imaginativo, sólo intenta desafiar a la razón; en cambio el poema surrealista, como tal, busca anularla. Pero en torno a la razón, al menos habrían ciertas menciones. Apollinaire habla de la razón ardiente; Arthur Rimbaud especifica que el desorden de los sentidos implicaría un desorden razonado. Siguiendo la definición modelo de surrealismo planteada por André Bretón en el primer manifiesto del surrealismo, fechado como se sabe en 1924, se expone que uno de los fines primeros es mostrar el funcionamiento real del pensamiento, poniendo en primer lugar la posibilidad verbal de realizarlo. Surge entonces el automatismo como práctica preferente, para que surja la potencia de la metáfora surrealista. La poesía que produce el surrealismo es producto más de la invención imaginativa que de la creación o el descubrimiento; al respecto, Guillaume Apollinaire comparó el origen del surrealismo con la invención de la rueda. En la poesía y la pintura surrealista el sueño y la cosa soñada tienen el mismo valor, y tanto poesía como pintura surrealista derivan en sus orígenes de los juegos hipnóticos y mediumnicos. La poesía surrealista entonces tendría ciertas características que intentaremos señalar: desde los primeros textos surrealistas, aquellos que se valían más puramente del automatismo, la imagen ya empezaba su desligamiento del significado. Sera entonces en forma continua, que el automatismo tendrá en la poesía, y no en la plástica surrealista, resultados de un nivel superior:

“Prisioneros de las gotas de agua no somos más que animales perpetuos”.

André Bretón, Philippe Soupault

André Breton

Este fragmento, contenido en “Los campos magnéticos”, será uno de los puntos de partida, para que, de allí en adelante, se tenga como imperativo desmantelar el método lógico, criticar la forma en que se aprehende la realidad, poner en tela de juicio la estructura de la experiencia. Es en la escritura automática donde hay vías de acceso para lograrlo, e insisto en que la poesía es lo más cercano a este intento, ya que el manifiesto surrealista mismo resulta ser en extremo cartesiano.  El poema automático, al igual que el cadáver exquisito, transgrede el modelo de la palabra precedente, rompe las asociaciones normales, muestra al azar la propiedad o impropiedad de las palabras. En este sentido, el poema surrealista en su acepción automática se diferencia de la derivación tautológica que se encuentra muchas veces en la poesía del simbolismo francés, sobre todo en Charles Baudelaire, con quien André Breton tomó cierta distancia.

La supuesta claridad de las ideas que promulga la lógica se enfrenta a la libre asociación:

“Mi mujer de sienes de pizarra de techo de invernadero”.

André Bretón

“Si te vas la puerta se abre hacia mí mismo”.

Paul Eluard

Paul Eluard

La poesía surrealista confronta los puntos de vista del realismo; es enemiga del hábito, desecha todo lo que llega a la conciencia como certeza. Sin embargo, sería erróneo pensar que la poesía surrealista es una mera colección o repertorio de imágenes extrañas, absurdas o irracionales; al contrario, es el surrealismo el que hará que lo irracional abandone las categorías peyorativas de la psiquiatría moderna para convertirse en un asunto concreto. Si los dadaístas mostraban una manifiesta desconfianza hacia el psicoanálisis, es el surrealismo, mediante esta práctica de la escritura automática, la que mantendrá una relación dialéctica con él, mucho antes que el mismo psicoanálisis se transformara en aquella enfermedad del siglo XX, como lo han definido algunos. Esta verbalización del pensamiento inconsciente practicada por la poesía surrealista confronta también lo verosímilmente práctico:

“El ascensor descendía siempre hasta perder aliento. y la escalera subía siempre.”

Louis Aragón

Hay en el repertorio de imágenes de la poesía surrealista la alusión frecuente a la unidad, vía las posibilidades que el erotismo provee, cumpliéndose en la imagen surrealista, más que en ningún tipo de imagen, la concentración de ese inconsciente instintivo al cual aludiera Walter Benjamin.

“Las piedras sufren los tormentos de la carne”.

Jean Arp

Jean Arp

Pero este inconsciente se amplía en un inconsciente colectivo, y luego en un inconsciente óptico. La poesía surrealista vendría entonces a resumir todas las aspiraciones programáticas del surrealismo, desde que rechaza la racionalidad francesa y se pone a favor del idealismo alemán, y hace suya la idea de transformar la realidad y cambiar el mundo implícita en Rimbaud, y en Marx. Si bien existe una cierta confusión en caracterizar de poesía surrealista a textos que contienen imágenes desconcertantes, absurdas o herméticas, vale precisar que André Breton ejerció una crítica sobre la técnica del automatismo y recurrió al ejemplo de una llave de agua que hay que regular. El poema surrealista cumple además con intentar expresar, al decir de André Bretón, los misterios filosóficos del inconsciente, y la pintura surrealista, al decir de Salvador Dalí, contiene las claves filosóficas de una realidad secreta. Por lo demás, la imagen en la poesía surrealista potencia a la metáfora en toda su dimensión visual, de allí entonces que la pintura sea subsidiaria suya.

“Tanto soñé contigo que pierdes tu realidad”.

Robert Desnos

Sin embargo, muchas de las imágenes que emplea la poesía surrealista tienen aquello que Pierre Reverdy definió como los resultados de una imagen pura sobre la emocionalidad, como también tienen aquello que Hegel definió sobre la identidad de los contrarios.

Si bien es cierto que se ha considerado a la poesía surrealista como producto de un alejamiento de la realidad, habría que precisar que es justamente André Bretón quien, desde el principio, desconfía de la metafísica: para Bretón, tal cual señala en “Nadja”, ese más allá está en el “más acá”. La razón otra vez. El alejamiento de la razón por parte de los surrealistas, como se sabe, es consecuencia de la crisis en que también la razón había entrado; sin embargo, el surrealismo va en busca de una nueva racionalidad, una racionalidad que no pueda ser instrumentalizada por el poder. Un solo poema surrealista bastaría aquí y en cien años más para demostrar que el inconsciente ni la poesía surrealista pudo agotar.

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