mayo de 2024 - VIII Año

‘La caza del Snark’ de Lewis Carroll

sanarkEl relato de “La ca­za del Snark” de Lewis Carroll, es un texto singular y apasionante. Resulta singular porque contiene humor, ingenio, cultivo del absurdo, invención de términos y la creación de un ambiente irreal habitado por unos personajes delirantes. El efecto que en el lector ejerce esta fórmula carroliana, llevada al extremo en este poema épico, es una fascinanción intensa. Al placer de seguir una acción desbocada se suma la perplejidad ante su significado. O, pa­ra ser más exac­tos, el in­te­rés que ejerce sobre el lector el hecho de leer un poe­ma que es un sin sen­ti­do den­tro de la obra del pro­pio au­tor en el que nos en­se­ña la pers­pec­ti­va de qué ocu­rre cuan­do el sin sen­ti­do en­cuen­tra, den­tro de su pro­pio sen­ti­do, un afue­ra de sí mis­mo. Esta perplejidad es un incentivo de la lectura, pues incita al juego de buscar sentido a las situaciones y, muy especialmente, al desenlace de la acción.

Pero: ¿Qué significado tiene la historia? ¿Qué representan los personajes de la expedición? ¿A qué simbolismo remiten los animales fantásticos que aparecen en el poema?

“La ca­za del Snark” es ex­cep­cio­nal en el sen­ti­do de que esta obra de Lewis Carroll es la úni­ca que no trans­cu­rre en el país de las ma­ra­vi­llas, es­tá es­cri­ta en ver­so y lo pri­me­ro que es­cri­bió de ella fue su ver­so fi­nal. Aunque es­to no pa­rez­can más que da­tos irre­le­van­tes o, en cual­quier ca­so, he­chos que tie­nen más de in­tere­san­tes en un es­tu­dio li­te­ra­rio, en reali­dad nos apor­tan una cier­ta can­ti­dad de in­for­ma­ción que qui­zás se po­día es­ca­par den­tro de un aná­li­sis ba­sa­do en la nor­ma­ti­vi­dad del sen­ti­do de Lewis Carroll; en tan­to ra­ra avis, “La ca­za del Snark” es una re­cen­sión so­bre la ex­tra­ñe­za, del sin sen­ti­do, den­tro de la obra de Lewis Carroll.

snark2EL re­la­to se de­fi­ne des­de el pri­mer mi­nu­to co­mo un irre­ve­ren­te ac­to de per­ver­sión de to­dos los có­di­gos que le su­po­ne­mos co­mu­nes a Alicia. Como ya he dicho no trans­cu­rre en el mis­mo lu­gar que el res­to de la obra de Carroll, no es­tá escrito del mis­mo mo­do y es­tá co­men­za­do por el fi­nal. Aquí el “sin sentido” es uti­li­za­do en su ter­mi­no­lo­gía más exac­ta, co­mo una per­ver­sión del len­gua­je pa­ra sub­ver­tir cual­quier idea pre­con­ce­bi­da que tengamos so­bre las pa­la­bras en sí; a diferencia de las historias de Alicia que es­ta­ban repletas de un sin sen­ti­do fí­si­co, de una lo­cu­ra exis­ten­cial en tan­to tal, el Snark es una con­ca­te­na­ción de me­tá­fo­ras del sin sen­ti­do.

No nos de­be­ría re­sul­tar ex­tra­ño, por lo tanto, que Lewis Carroll eligiera para este relato el formato del poe­ma, por ser este tal vez más me­ta­fó­ri­co que los tex­tos en prosa, ya que pa­re­ce que el sim­bo­lis­mo y la me­tá­fo­ra son ca­si un te­rreno don­de se le es per­mi­ti­do de for­ma abier­ta, y no en for­ma de ex­cep­ción, a la poe­sía. Llegados a este punto debemos preguntarnos, ¿Qué va­lor tie­ne la me­tá­fo­ra? A lo cual nos responderíamos, la me­tá­fo­ra nos pre­sen­ta una reali­dad que no po­de­mos o no que­re­mos co­no­cer di­rec­ta­men­te a tra­vés de un ro­deo que nos per­mi­te ver­lo a tra­vés de su sim­bo­li­za­ción. Y esto tie­ne que ver con el sin sen­ti­do en tan­to pue­den ocu­rrir dos co­sas al res­pec­to: que lo que que­ra­mos de­cir pue­da ser nom­bra­do y, por tan­to, lo con­vir­ta­mos en un sin sen­ti­do; o que lo que que­ra­mos de­cir no pue­da ser nom­bra­do y, por tan­to, es un sin sen­ti­do en sí mis­mo (pa­ra no­so­tros) sien­do su in­ten­to de nom­brar­lo un sin sen­ti­do al alu­dir a al­go que ya no tie­ne sen­ti­do de por sí.

sanrk3Bajo es­ta con­di­ción la me­tá­fo­ra nos de­ja en una ex­tra­ña po­si­ción con res­pec­to de la nor­ma­ti­vi­dad en uso del len­gua­je, pues pa­re­ce ser que es a tra­vés de ellas co­mo se con­for­man nue­vas pa­la­bras. Sólo cuan­do alu­di­mos a al­go con un sen­ti­do ul­te­rior al sen­ti­do ya nor­ma­ti­vi­za­do, cuan­do alu­di­mos al sin sen­ti­do pre­sen­te en el mun­do no­mi­nán­do­lo de al­gún mo­do sea cual fue­re es­te, es en­ton­ces cuan­do po­de­mos co­men­zar a nom­brar lo in­nom­bra­ble; aque­llo que no se pue­de nom­brar no se nom­bra has­ta que se me­ta­fo­ri­za y, a par­tir de allí, se crea una ima­gen da­da a tra­vés de la cual se en­tien­de li­te­ral­men­te. Es por ello que po­dría­mos en­ten­der que el sin sen­ti­do, no es só­lo al­go que no re­sul­ta ofen­si­vo sino que, en úl­ti­mo tér­mino, ayu­da a cons­truir el sen­ti­do ul­te­rior de una reali­dad en per­pe­tuo de­ve­nir pa­ra la cual ne­ce­si­ta­mos alu­dir cons­tan­te­men­te a tra­vés de nom­bres de los que es­tán des­po­seí­dos an­tes de su “bau­tis­mo”.

Pero ¿Qué es el Snark?, el Snark es un ani­mal des­con­cer­tan­te ya que es­tos tie­nen va­rias es­pe­cies den­tro de sí, dis­tin­guien­do los que tie­nen plu­mas y muer­den de aque­llos otros que tie­nen bi­go­tes y ara­ñan. Ahora bien es importante señalar, que al­gu­nos Snark no son propiamente Snark, sino que son Bujum (podríamos decir que es lo mismo pero no exactamente) por lo cual aun cuan­do los personajes in­ten­tan nom­brar­lo no pue­den. El Snark es una co­sa y el Bujum otra aun cuan­do son pa­re­ci­das, y en tan­to se ha de­ci­di­do que son co­sas di­fe­ren­tes no se les pue­de nom­brar co­mo la mis­ma sin caer en el pu­ro sin sen­ti­do. Sin em­bar­go ja­más se nos acla­ra que ha­ya al­gu­na di­fe­ren­cia real en­tre ellas, de he­cho pa­re­ce que la úni­ca di­fe­ren­cia en­tre am­bos es si ac­túan o no vio­len­ta­men­te con res­pec­to de los ma­ri­nos ‑y ni si­quie­ra es­to que­da del to­do cla­ro. He aquí el au­tén­ti­co sin sentido, el per­fec­to ejem­plo de cómo fun­cio­na la me­tá­fo­ra en el mun­do, ya que aun­que pa­ra no­so­tros no tie­ne sen­ti­do el cam­bio no­mi­nal, pa­ra los per­so­na­jes de la aven­tu­ra lo tie­ne y lo en­tien­den.

¿Qué es un Bujum entonces? Es aque­llo que si es con­fun­di­do con un Snark te en­vía al va­cío me­tá­fo­ri­co de la exis­ten­cia. Cuando un personaje confunde al Bujum con el Snark es acu­sa­do de ser una en­ti­dad sin sen­ti­do, un lo­co, y es arro­jado al sin sen­ti­do ab­so­lu­to don­de no ca­be más que ver co­mo una cla­rí­si­ma dis­tin­ción ha con­du­ci­do a un hom­bre a com­por­tar­se de un mo­do irra­cio­nal, de nom­brar a un ani­mal con el nom­bre de otro. Podemos decir entonces, que en “La ca­za del Snark” el sin sentido es el pre­ci­pi­tar­se ha­cia una reali­dad que no tie­ne sen­ti­do aquí y ahora, pe­ro qui­zás ten­ga sen­ti­do o en un fu­tu­ro o en otro lu­gar o pa­ra otra gen­te al es­tar su­mer­gi­dos en otras con­di­cio­nes fác­ti­cas de nor­ma­ti­vi­dad lin­güís­ti­ca en la so­cie­dad.

Concluyo mi análisis señalando que la interpretación de “La ca­za del Snark” es una actividad inagotable y, a la vez, una invitación a reflejar las ilusiones y los temores de cada cual en estas agradecidas páginas de Lewis Carroll.

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