Acabamos de sacar el libro, La larga posguerra. Entre el imperio, la represión y el hambre, en Perruchela Edicions.
El régimen franquista perduró casi cuatro décadas, marcando a España durante ese largo período, pero también, posteriormente porque la Dictadura dejó un legado en algunas cuestiones que no han sido superadas medio siglo después de su finalización. Precisamente, cuando se publica este libro se vive desde algunos sectores ideológicos y de opinión una nostalgia por el franquismo, además de producirse intentos de blanqueo del mismo que tergiversan el sereno ejercicio del historiador porque, además, estos ejercicios no se hacen, en realidad, con fines historiográficos sino con propósitos políticos vinculados al presente. Eso, insistimos, no es la misión de los historiadores que, teniendo sus propios planteamientos e ideas, deben ser rigurosos en sus investigaciones y conclusiones.
No es este un libro especialmente original en sus planteamientos. No es el objetivo de su autor, más preocupado por divulgar, sin vulgarizar, la Historia contemporánea española en este caso, y en un momento que fue especialmente intenso, pero sobre el que parece que se pretende correr un tupido velo de olvido, seguramente
porque fue muy duro en todos los sentidos y supuestamente menos atrayente que la etapa del desarrollismo en los sesenta. Por ello parece que conviene el olvido sobre la tentación fascista, la intensísima represión y el hambre atroz, tres realidades bien evidentes.
Fue una época en la que se formuló oficialmente una exaltación imperial de España, como “reserva espiritual de Occidente”, adelantada en la supuesta derrota del comunismo, entregada a una concepción muy integrista de la religión católica, y recuperadora de un conjunto de supuestos valores eternos de este país frente a los enemigos de los mismos y, por ende, de España, y especialmente contra los internos que, al final, compondrían un grupo de lo más heterogéneo y numerosísimo, es decir, la España vencida.
Pero también fue una etapa de represión de esos españoles y españolas, porque nunca se intentó una seria política de reconciliación sino de acatamiento a la nueva España sin reservas de ningún tipo. La represión no fue solamente intensa sino muy variada porque fue física, fue económica y fue también moral, sin ningún precedente parecido en la Historia contemporánea de España donde también hubo represiones, pero todas infinitamente más leves o parciales.
El franquismo, y especialmente, esta primera etapa, tiene un hueco destacado en la Historia de las represiones del pasado siglo XX, donde ha habido tantas.
Y, por fin, en aquella España imperial se pasaba hambre, frío, penalidades y se moría de enfermedades de todo tipo.
Aquello ocurrió hace menos de un siglo, no hace tanto, pues, en términos históricos.
Establecer los límites de la posguerra puede ser complicado. Hemos optado por llegar hasta los primeros años de la década de los cincuenta cuando se terminó oficialmente el racionamiento y el régimen comenzó a encontrar respaldos internacionales a través del Concordato con la Santa Sede y los Acuerdos con los Estados Unidos.











