marzo de 2024 - VIII Año

‘Infocracia: la digitalización y la crisis de la democracia’ de Byung-Chul Han

Infocracia: la digitalización y la crisis de la democracia
Byung-Chul Han
Editorial Taurus, 2022
112 páginas

El profesor de la Universidad de Berlín, Byung-Chul Han, ha sorprendido a los lectores españoles con una cuidada traducción de su obra Infokratie. Digitalisierung und die Krise der Demokratie, editada por Taurus hace menos de un año, en la que, después del éxito de su ensayo No-cosas, aparecido en 2021, analiza uno de los principales problemas de nuestro tiempo. Tanto es así que puede poner en peligro la propia esencia de nuestras sociedades democráticas, por el avance imparable de la digitalización, reforzado por el frenesí compulsivo, tanto de la comunicación como de la información.

El ensayo, de apenas noventa páginas de una densidad extraordinaria, requiere de toda la atención de los lectores para no perderse entre las numerosas constataciones que el profesor Han desgrana con la seguridad aplastante de una mente analítica a la que no se le escapa ningún detalle, desvelando los peligros a los que el ser humano se enfrenta en la nueva era que hemos inaugurado.

El libro comienza analizando esa forma de dominio, “el régimen de la información”, en la que ésta y su tratamiento, mediante las herramientas derivadas de los algoritmos y la inteligencia artificial, determinan inexorablemente tanto los procesos sociales como los económicos y los políticos. Han quedado superadas épocas anteriores, en las que se explotaban los cuerpos y las energías, para obtener ahora mejores resultados mediante la explotación de la información y de los datos. La consecuencia de este análisis consiste en dos afirmaciones: la primera señala que quienes dominan estos dos elementos, también dominan el mundo; la segunda, implica que los seres humanos han sido degradados a la condición de “datos y ganado consumidor”. De esta manera, el gran hermano de Orwell ha quedado obsoleto, y ya no vigila nada. Ahora, esa vigilancia omnipresente se ha perfeccionado mediante la creación de redes que todo lo abarcan, gracias a la disponibilidad universal de los instrumentos y aparatos adecuados. En estas nuevas circunstancias, subraya el profesor Han que “la dominación se consuma en el momento en que la libertad y la vigilancia se aúnan”. Es más, la consecuencia ulterior de esta premisa consiste en que la transparencia es el “imperativo sistémico del régimen de la información”. De alguna manera, todo, absolutamente todo, debe presentarse como información, hasta el punto de quedar atrapadas las personas en esa telaraña de información, colocándonos nosotros mismos los grilletes, al comunicar y al producir la información: “la prisión digital es transparente”.

A continuación, el ensayo analiza esa nueva situación que el autor denomina “Infocracia”, que no es sino la degeneración de la democracia provocada por el régimen de la información. Si en los orígenes de la democracia, el libro fue el instrumento del discurso racional de la Ilustración, la evolución de la comunicación y la aparición de los “mass media” provoca que el discurso degenere en espectáculo, muchas veces grotesco, en el que el fondo no importa y lo que cautiva a los espectadores es la mera diversión. La mediocracia, como Han denomina a ese período, es algo así como una “teatrocracia”, en la que los contrincantes políticos se transforman en actores. No olvidemos esas figuras que siguiendo el ejemplo desde Ronald Reagan al Zelenski de antes de la guerra, pasando por tantos otros actores y presentadores de televisión, saltan de las pantallas a los sillones ministeriales y escaños parlamentarios.

Afirma además el profesor Han que “la coerción de acelerar la comunicación nos priva de la racionalidad”, buscando siempre el corto plazo y las soluciones rápidas. La racionalidad se sustituye por la comunicación afectiva, y por eso las noticias falsas suscitan mucha más atención que los hechos. Así las cosas, los votantes ya no conocen los programas electorales sino tan solo una parte mínima creada por lo que se denomina “microtargeting”, que representa un escalón más en la manipulación. La propagada electoral se trocea en partes infinitesimales adaptadas al psicograma de cada individuo. Cada cual recibe un mensaje diferente, a menudo contradictorio, dividiendo y polarizando la sociedad, a la vez que se envenena el discurso político.

En un nuevo parlamentarismo, en el que los debates y los discursos se sustituyen por el constante intercambio a través de los teléfonos y las redes sociales, “el otro está en trance de desaparición”, sentenciando a muerte el discurso. La opinión abandona la racionalidad comunicativa y sólo interesan las ideas de uno mismo. La mayor parte de las veces, “me oigo hablar a mí mismo”, desapareciendo progresivamente la empatía debido a esa incapacidad de escuchar al otro.

Frente a estos argumentos, los pensadores que Han califica como “dataístas” defienden que el discurso ha sido superado y que, de alguna manera, el “big data” es una panacea que encuentra soluciones para todos los problemas del mundo. La política, para estos pensadores, sería completamente prescindible. En ese nuevo mundo feliz que nos prometen, ya no habría enfrentamientos, ni crisis de ningún tipo. La infocracia sería una especie de posdemocracia digital, en la que la optimización del sistema social desembocaría en la felicidad de todos los individuos.

La conclusión de estos discursos consiste en declarar que la verdad está en crisis. Se trataría de un nuevo nihilismo, no tanto de los valores, sino resultado de “las distorsiones patológicas de la sociedad de la información”, que llevan a que ésta circule completamente desconectada de la realidad, en un espacio hiperreal. Si hasta ahora la verdad había funcionado como una fuerza centrípeta que mantenía unida a la sociedad, la fuerza centrífuga que supone la información tiene un efecto destructivo sobre la cohesión social. El discurso se desintegra en información, provocando una crisis de la democracia. Es más, el profesor Han demuestra que la información o los datos por sí solos no iluminan el mundo. Su esencia es la transparencia, mientras que la verdad, en sentido enfático, tiene un carácter narrativo. Hoy en día, “las narraciones se desintegran y acaban en informaciones”. La información es lo contrario de la narración. El big data se opone al gran relato, concluyendo que la verdadera democracia necesita de aquellas personas que se atreven a decir la verdad, que va mucho más allá de la mera libertad de expresión.

En esta situación en la que nos encontramos, el profesor Han llega a afirmar que, aunque creamos que estamos en libertad, en realidad somos prisioneros de una nueva caverna platónica, pero ahora no física sino de carácter digital. La caverna digital nos mantiene atrapados en la información, donde la luz de la verdad se extingue por completo.

La conclusión no es otra que afirmar de nuevo que, en el Estado totalitario construido sobre una mentira total, decir la verdad es, más que nunca, un acto revolucionario. La lectura del libro de Byung-Chul Han representa, sin ninguna duda, un primer paso hacia la liberación.

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