marzo de 2024 - VIII Año

En torno a la dialéctica del Amo y el Esclavo en Hegel

A diferencia de Platón, la dialéctica no es en Hegel un método filosófico para llegar a la verdad. En Platón a través del diálogo, de las opiniones contrastadas, se trata de llegar al juicio verdadero de aquello que es el motivo del Diálogo. En Hegel el método filosófico no es dialéctico, lo dialéctico es la realidad misma pues remite a la guerra y al trabajo en su devenir, es la propia experiencia quien recoge fenomenalmente lo experimentado, tal como es vivida por la conciencia y la autoconciencia.

“La Fenomenología del Espíritu”, es una filosofía de la subjetividad, de la autoconciencia inserta en lo social, en la relación con los otros. Filosofía de la experiencia subjetiva afectada por la dialéctica de lo real por las contradicciones y la negatividad de lo real mismo, pero es también una filosofía de la superación, del paso de la subjetividad por diferentes estadios o figuras dado que el sujeto hegeliano es un sujeto en devenir animado por la libertad, libertad que nunca será alcanzada si es la libertad solo de uno, pues solo habrá libertad si esta es a su vez la de todos. Dicho de otra manera, el yo hay que pensarlo en relación  con el nosotros.

Filosofía de la autoconciencia que experimenta las contradicciones de lo real y que en su devenir pasa por diferentes figuras ya que la propia subjetividad está incluida en la propia dialéctica de lo real que la afecta. La filosofía de la conciencia anterior a Hegel aborda al sujeto de conocimiento frente al objeto, estando separado el sujeto del objeto a conocer, el conocimiento implica un dominio sobre el objeto. La filosofía de Hegel no es una filosofía de la conciencia, sino de la autoconciencia, eso quiere decir, que el sujeto que conoce está incluido en el objeto conocido, la dialéctica de lo real, sus contradicciones, son las propias de la subjetividad. Con Hegel, el sujeto de conocimiento deja de ser externo al objeto, se ha convertido en algo interno a lo real.

Para Hegel, el cogito cartesiano es insuficiente pues al “pienso luego soy” cabe preguntar “¿yo que soy?”, más allá de ser un ser pensante. Pues el sujeto hegeliano, es identidad, es negatividad, es totalidad o síntesis que se conserva o se modifica en el devenir de su existencia dado que su ser es histórico y que la autoconciencia como un mensaje que viene siempre del otro puede actuar como palanca de las transformaciones del sujeto.

Por todo lo anterior, la filosofía de Hegel es de forma simultánea, una ontología del ser como una antropología filosófica.

Hechas estas precisiones voy a tratar de la dialéctica del Amo y el Esclavo y su continuación en la conciencia desventurada, que son dos de las figuras que aparecen en la sección IV, “Autoconciencia” de la “Fenomenología de Espíritu”.

La relación Amo y Esclavo, aparece en la “Política” de Aristóteles. Para Aristóteles, que vive en una sociedad esclavista, la posición de Amo se dá de una forma innata, siendo el Amo el ciudadano libre, frente al Esclavo. Para Hegel, que vive el impacto de la revolución francesa y el entusiasmo generado en torno a la libertad, la relación Amo/Esclavo, no se da de una forma natural, será consecuencia de una lucha estando por otro lado, la posibilidad de alcanzar la libertad del lado del Esclavo, mientras el Amo permanecerá en un en sí.

La dialéctica del Amo y el Esclavo, no es una dialéctica referida, únicamente, a un momento histórico o prehistórico de la humanidad dado que se va a continuar de una forma modificada en la Conciencia Desdichada. Es una forma de pensar la libertad y la servidumbre en las relaciones humanas, de ahí la simultaneidad entre la ontología del ser y la antropología filosófica antes señalada.

Jean Hyppolite en su libro “Génesis y estructura de la Fenomenología del Espirito de Hegel”, dice: “La conciencia desgraciada es el tema fundamental de la Fenomenología. Conciencia, que en sentido estricto del término, es el resultado del desarrollo de la autoconsciencia. La autoconsciencia es la subjetividad erigida en verdad, pero esta subjetividad debe descubrir su propia insuficiencia, experimentar el dolor de sí mismo que no llega a la unidad consigo mismo”. Es interesante esta cita de Hyppolite dado que el resultado de la lucha entre el Amo y el Esclavo tendrá como consecuencia que por medio del trabajo el Esclavo experimentará la escisión entre la servidumbre y la libertad que su trabajo prefigura.

Para seguir la dialéctica del Amo y el Esclavo es necesario entender el papel que tiene el deseo en Hegel.  Para Hegel el querer no es lo mismo que el desear. Un sujeto puede querer un objeto, apropiárselo, consumirlo, incorporarlo. El sujeto podrá o no podrá acceder a él, en cualquier caso, es siempre la relación de un sujeto frente al objeto. El deseo, en cambio,  es de una naturaleza diferente pues Hegel lo entiende como lo que da lugar a la relación intersubjetiva. El sujeto de deseo no tiene en frente una cosa, un objeto mudo, lo que tiene enfrente es otro sujeto que desea al igual que él. El deseo de uno remite al deseo del otro. De esta manera el deseo es deseo de deseo, Lo que se desea es el deseo del otro. Lo que está en juego es que el deseo de uno pueda ser reconocido por el otro. El deseo es deseo de reconocimiento.

El Amo y el Esclavo, son dos polos de la servidumbre, de una relación asimétrica donde no hay reciprocidad desde el punto de vista del reconocimiento. En su lucha por el puro prestigio, el Amo será el que puede exponer su vida y no retroceder ante la muerte, mientras que el esclavo es el que retrocede por temor a perder la vida. Es el miedo del Esclavo lo que le da la victoria al Amo. Es importante este punto, por el papel que tiene la muerte y el miedo a perder la vida en el desarrollo de la lucha. El Esclavo es humano no solo atiende a la lucha sino también al cuidado de la vida. El Amo en cambio aparece como más inhumano, ya que la vida vale menos que el sentido que se le puede dar. Para Hegel, la muerte está en relación con la vida, pues la vida es también su sentido, lo que uno arriesga para que la vida se levante sobre si misma y obtenga un sentido. La muerte no solo es el final de la vida está enraizada a ésta, forma parte de la vida pues es lo que el Amo ha puesto en juego a la hora de darle un sentido. Este enraizamiento, esta presencia de la muerte en la vida que aparece en la lucha del Amo y el Esclavo, es lo que Hegel llama “la noche del mundo”, en la “Filosofía de lo Real”, dirá “El ser humano es esta noche, esta nada vacía, que lo contiene todo en su simplicidad, una naturaleza inagotable de muchas representaciones, múltiples, ninguna de las cuales le pertenece. Esta noche, puro yo en representaciones fantasmagóricas es noche en su totalidad… se vislumbra esta noche cuando uno mira a los seres humanos a los ojos, a una noche que se vuelve horrible”. Presencia, por lo tanto, de la negatividad en lo Real.

El Amo no busca matar al Esclavo, lo que quiere es someterle. No quiere matar al Esclavo pues este tiene que trabajar para él, además, el Esclavo es la verdad del Amo, el Amo o el Soberano  no lo es por si mismo. Se es Amo porque se tienen Esclavos o se es Soberano porque se tienen súbditos. El resultado de la lucha del Amo y el Esclavo implica una asimetría desde el punto de vista del deseo de reconocimiento. El Esclavo reconoce al Amo mientras este no le reconoce. La lucha crea un drama de reconocimiento, dado que se reconoce a quien no  reconoce. Por otro lado, el reconocimiento que el Amo obtiene, es un reconocimiento insuficiente, no esta reconocido por un igual, sino por aquel que él no reconoce.

El trabajo, en el Esclavo tiene un doble papel, por un lado le cosifica en su sometimiento, mientras que por otro lado, se obtiene una positividad a partir de la negatividad. El trabajo al igual que el deseo trata de hacer  una modificación, son negativos en la medida que buscan alterar un estado de cosas inicial, convertir una materia prima en un producto o conseguir que una indiferencia pase a ser un deseo reconocido por el otro. Esa negatividad, como alteración inicial, pueden acabar en algo positivo .En el caso  del trabajo, el trabajador produce algo que antes no existía, un poco de libertad se realiza en la producción más allá de que el producto no le pertenezca. Lo que señala Hegel es la positividad de un saber hacer propio de quien trabaja, libertad abstracta dado que el Esclavo no es libre, solo lo es por su pensamiento y por el carácter negativo y transformador de su trabajo. El Esclavo no será libre mientras no haya un reconocimiento mutuo, mientras no se suprima a través de una negación de si .y que el acto conlleve un para sí.

La temática del Amo y el Esclavo, se prolonga en otras figuras, “la conciencia desventurada”, “la ley del corazón”, “el alma bella”…. Sobre la conciencia desventurada o desdichada dice Hegel en la Fenomenología” “ Por eso, el desdoblamiento que en un principio atribuía los papeles respectivos a dos entes singulares, el amo y el esclavo, vuelve a situarse en uno solo, desdoblamiento de la autoconsciencia en sí misma, desdoblamiento que es esencial al concepto de espíritu, se hace presente de este modo, pero no es todavía la unidad de esta dualidad y la conciencia desventurada, es la autoconsciencia como esencia duplicada y solamente enzarzada en la contradicción”.

La conciencia desventurada es una subjetividad escindida o dividida, amo y esclavo de forma simultánea sin que esos términos logren la unidad o síntesis, conciencia desgarrada que aspira al descanso en una unidad que no encuentra, identidad que no es posible entre pensamiento y ser. Autoconciencia que experimenta su insuficiencia, el dolor de sí mismo, sin unidad de sí. Conciencia que sabe que la verdadera vida está ausente. Como la novela de Milan Kundera cuyo título es “La vida está en otra parte”.

Fausto, de José Uría y Uría (Museo del Prado)

Hegel dice en la cita anterior, la dualidad es esencial al concepto de espíritu pero todavía no hay la unidad de esta dualidad, la conciencia desventurada es estadio anterior a la realización del espíritu. Se entenderá mejor con la siguiente cita de Alexandre Kojeve, en su libro “Introducción a la lectura de Hegel”, Kojeve dice “En la lucha final, en la cual el esclavo trabajador actúa como combatiente se crea el ciudadano libre del Estado universal y homogéneo que al ser a la vez amo y esclavo ya no es ni uno ni otro, sino el hombre único sintético o total , en el cual la tesis del dominio y la antítesis de la esclavitud se suprimen dialécticamente, vale decir se anulan”.

Amo y esclavo se anulan como entidades separadas, pueden, no obstante, dejar de oponerse de forma sintética en cada uno, porque la libertad para Hegel debe ser para todos, eso implica que la libertad de uno está sujeta a la ley que rige para todos, los opuestos no se oponen sino que convergen en la realización del espíritu.

Kojeve es participe del entusiasmo de Hegel, una posición más matizada sería la de Ramón Valls Plana, en su libro “Del yo al nosotros”, dice: “al sujeto no le queda más remedio que esforzarse para conseguir la armonía, pero queda así condenado al trabajo de Sísifo, un trabajo que en este mundo no puede cumplirse, si alcanzara la armonía desaparecería la moralidad humana consistente en superar lo negativo, solo queda por hacer progresos indefinidos”.

Hegel perteneció a una generación excepcional, La Revolución Francesa despertó una ola de entusiasmo, también de decepción, generación que experimentó la conciencia desventurada con su anhelo de unidad y no de escisión. La “Fenomenología del Espíritu”, se publica en 1808, en ese año Goethe, publica el primer Fausto y allí encontramos la autoconciencia de una dualidad que no hace unidad:

Fausto, en las puertas de la ciudad

“Dos almas, ay, anidan en mi pecho,
Y cada una por separarse de la otra pugna.
La una, en sus ansias groseras de amor
Al mundo se aferra con órganos prensiles
La otra se eleva con vehemencia del polvo
Hacia las comarcas de antepasados excelsos”

Por un lado, lo grosero del amor y por otro, la elevación hacia lo excelso. Fausto, accede a su condición de amo por medio de todo lo que le proporciona Mefistófeles. Y a su vez se convierte en el “Esclavo del demonio”, titulo de ese Fausto español del siglo de oro que escribió Mira de Amescua.

El sujeto trágico es un sujeto dividido, lejos queda el vislumbre del sujeto ético que Hegel vio en la tragedia griega, para Hegel, tanto Antígona como Creonte, son sujetos éticos. Sujetos que no vacilan, no dudan, hacen lo que quieren hacer, y lo que hacen coincide con la ley. Tragedia por la colisión de dos leyes enfrentadas, la de la polis que representa Creonte y la ley subterránea  de los muertos que representa Antígona. Se enfrentan dos leyes, pero los sujetos trágicos, para Hegel éticos, mantienen una unidad sin división entre su acto y la ley que rige más allá de ellos.

Hegel, como otros miembros de su generación buscaron superar la escisión de la conciencia, escisión que se produjo en el declinar del mundo griego.

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