octubre de 2024 - VIII Año

‘Vivir el cielo’ de Jesús S. Giner

cieloVivir el cielo
Jesús S. Giner
Ediciones Ondina, 2019

Vivir el cielo (Ediciones Ondina) cuyo autor es Jesús S. Giner es un libro de Astronomía, con todos los datos e ingredientes necesarios para considerarlo así, pero sin ser una guía del cielo al uso.

Decimos que es un libro de Astronomía, sí, que muestra claramente que las estrellas influyen en nuestras vidas. Aunque no en el sentido que dicen los astrólogos, sino el de los psicólogos. Una noche de Luna es preciosa. Esas noches han inspirado obras musicales bellísimas, canciones populares, romances, leyendas, cuentos sin fin y todo tipo de sentimientos. Pero es que las noches sin Luna, también ejercen gran influencia sobre nuestro espíritu. Unas veces nos hacen sentirnos pequeños y llenos de temores y miedos, pero en otras, esa misma oscuridad nos llena de paz y tranquilidad, abrumados por la innumerable cantidad de puntitos luminosos que brillan sobre nuestras cabezas. Nada que ver con el negocio montado sobre la adivinación del futuro en base a cómo estaban situadas las estrellas y los planetas en el momento de nuestro nacimiento. De eso no trata nuestro libro, eso es otra cosa. Se trata de nosotros frente a la inmensidad del universo.

Vivir el cielo es una carta de un enamorado de las estrellas a todo aquel que también se sienta atraído por ellas, y quiera tener un conocimiento serio sobre ese maravilloso espectáculo que noche tras noche le proporciona serenidad y relajación, simplemente por el hecho de contemplar, por un lado, la grandeza e inmensidad del Universo, y por otro, nuestra propia pequeñez. Y hacerlo sin prisas, deleitándose en el propio acto de mirar. Y, además, se puede considerar un libro de viajes en su esencia, que nos lleva desde nuestro hogar, el planeta Tierra, hasta lo más lejos posible que podemos llegar con los instrumentos de que disponen los científicos. Un viaje para el que se necesita mucha imaginación, cuya velocidad es infinitamente superior a la de la luz, porque vamos a ir a sitios a los que no llegaremos físicamente nunca, pero que el autor pone a nuestro alcance.

Giner nos inicia en esta emocionante ruta desde nuestra ubicación en el sistema solar, desde nuestro propio planeta, la Tierra, del que remarca tanto aquello que lo hace normal como lo que lo hace diferente y especial, sobre todo para nosotros, ya que es nuestro soporte vital básico. Sol y la Luna son nuestros primeros elementos de conocimiento. Ellos son la base de nuestra existencia. Han sido admirados por todos los pueblos del mundo, desde todos los puntos de vista, pero siempre la humanidad les ha mostrado un respeto supremo. Aunque la ciencia los ha colocó en su sitio físico y material, siempre han tenido un lugar preeminente y religioso en todas las civilizaciones.

Continuamos desplazándonos por las páginas y por el Sistema solar, porque lo primero que tenemos que estudiar e intentar comprender es nuestro vecindario. Veremos a los planetas como estrellas algo díscolas, que siguen sus propios caminos entre el resto de las luminarias que por estar siempre en el mismo sitio se consideran fijas. Nos habla también del resto de objetos que podemos encontrar en nuestro viaje a bordo de la gran nave espacial que es la Tierra. Hablar de las distancias a las que encontramos a nuestros convecinos nos va preparando para que podamos entender lo lejos que se encuentran. Aunque nunca será una comprensión perfecta porque nos faltan referencias nos valdrá para más adelante, cuando se hable de las nuevas distancias a las que se encuentran los ‘ladrillos’ del Cosmos: las galaxias.
Con la visita a los planetas y un vistazo al resto de componentes del sistema, termina la primera parte de este inspirado libro. Ellos y nosotros, como la ha titulado Jesús S.Giner, es el mejor anuncio de lo que contiene. A través de sus páginas vemos que somos todos uno, pero con personalidades distintas. Algo así como los mosqueteros del cielo.

La segunda parte está dedicada a lo que podrían llamarse los grandes viajes donde veremos que tenemos que cambiar de opinión sobre el tamaño de las cosas.

Así nos lleva a la vecindad estelar, donde el Sol ya es uno más, y no precisamente de los llamados grandes. Nos va a dar un baño de humildad de tamaño familiar, considerando la familia como el conjunto de estrellas más o menos cercanas a nuestro sistema. Aquí es donde nos damos cuenta de que no nos vale de nada tener ya una idea aproximada de las distancias como tampoco nos vale lo que podamos haber pensado de los tamaños: nuestra estrella principal está considerada como ‘enana’ entre las estrellas. Si por degradar a Plutón a la categoría de planeta enano’ se armó la que se armó, qué podría ocurrir ahora que le toca a nuestra ‘gran estrella’ seguir el mismo camino. Pronto advertimos de que además de pequeña está aislada por una gran cantidad de espacio vacío. Una cantidad tan grande que las distancias a las que estamos acostumbrados al contemplar el sistema solar se nos quedan pequeñas, casi se diría diminutas, con respecto a las nuevas unidades de medida que necesitamos.

Pero no queda ahí la cosa. Cuando ya nos hemos familiarizado con esas nuevas medidas, nos toca abandonarlas nuevamente, porque lo que anteriormente hemos llamado ‘ladrillos’ del universo, o sea, las galaxias, nos van a obligar a volver a cambiar de escala para que las cifras que representan la medida de longitud (que expresan la separación entre los diferentes ‘ladrillos–galaxias’) no se nos disparen y sean poco prácticas. Así que el título de esta segunda parte Ellas y nosotros, nos eleva a una categoría, o si se quiere a un tamaño, en el que ya no se nos distingue de la nada.

En ese momento, en el que reducimos a un simple punto una galaxia entera, es cuando podemos tener una idea de la grandeza del Universo, y nuestra propia pequeñez. Y eso desde dos puntos de vista: Uno por el simple hecho de llegar a entender que es tremendamente grande, y otro, porque ha sido capaz de crear una criatura extremadamente pequeña, que intenta comprender y abarcar la totalidad de su entorno, desde su vecindad, hasta la lejanía suprema.

Y el autor nos lleva a concluir como tiene que ser.

Si el Universo tuvo un principio, lo normal es que tenga un final. No vamos a estar aquí para verlo, pero sí podemos pensar y deducir cómo será, cuando ocurra. Como todo pensamiento filosófico, para nosotros será verdad si está de acuerdo con las leyes de la ciencia y de la lógica. Y como esas leyes nos dan muchas posibilidades, sólo vamos a echar de menos estar presentes cuando ocurra ese fatal desenlace, porque no sólo sería muy interesante saber si las cosas suceden como hemos pensado, sino que además, podríamos comprobar si todo vuelve a empezar, y el Universo entero una vez reciclado, vuelve a crear un nuevo Espacio, dispuesto a esperar los eones necesarios que le lleven a un nuevo final, a partir del cual volveríamos a tener otro nacimiento… Aunque como dice Jesús S. Giner, nosotros y el Universo entero corremos la misma suerte. Somos muy pequeños, pero somos lo mismo.

Con la mención de varias posibilidades exóticas, más o menos probables matemáticamente, termina un viaje que hemos llevado a cabo a través de Vivir el cielo que empezamos en un lugar extremadamente pequeño, que ha recorrido lo extremadamente grande, y que nos deja perplejos y anonadados ante la magnitud de lo que hemos encontrado.

Una lectura muy recomendable para meditar sobre lo que somos y de dónde venimos de una manera amena, comprensible y con conocimiento de causa.

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