abril de 2024 - VIII Año

‘Ayer es mañana’, de José Elgarresta

Ayer es mañana
José Elgarresta
Editorial Vitruvio, 2023
84 páginas

Aquí tenemos, recién salido del embarcadero de Vitruvio “Ayer es mañana” la nueva obra original de José Elgarresta, compacta y unitaria, genuina en su discurso, diría yo. Me dispongo a comentarla de la forma más idónea que pueda. Me referiré para no alargarme tan solo a algunos aspectos. Veamos:

Me parece que las preguntas principales de este libro, podrían formularse así: ¿Quiénes somos nosotros y qué es el tiempo? Son, por otra parte, dos preguntas enlazadas que pueden ser consideradas como una sola y dos preguntas insoslayables que nos hacemos y que con frecuencia se ha hecho la filosofía en todo el mundo.

El tiempo es un flujo que no para, una pendiente uniforme que nosotros convertimos en escalera. No existen peldaños, no hay momentos firmes y ni siquiera propiamente podemos encontrar eso que tan frecuentemente se cita, incluso en este libro, especialmente en este libro, como momentos privilegiados. Hablar de años o de días es una manera humana de hablar. ¿Cómo concibe el tiempo Elgarresta? ¿Cómo se enfrenta a él en ayer es mañana?

El poeta duda de su concepción intelectual o afectiva del tiempo, pero desde luego salva los instantes, sale en su búsqueda, los destaca.

No el vendaval de los años sino los instantes es lo que queda registrado en la memoria. Y en otro momento dirá: En el corazón no hay tiempo y todavía más adelante insiste: Todo es un eterno presente

Incluso nos encontramos con un poema titulado precisamente los instantes que aborda con profundidad esta idea: “los instantes, únicos pedazos de eternidad que le son concedidos al hombre,

Por si quedara alguna duda, uno de los poemas que cierra el libro, el titulado la conquista de la eternidad, lo dice claramente: hagamos nuestra la mente que nos sueña, infinito el instante de vertiginosa belleza. Creo que el poeta ha querido dejarlo bien claro.

La pregunta por el Yo está expresada en poemas como “el farolero” y en algunos fragmentos positivos como “el rayo de luz”. La mujer, el amor de la mujer, los refuerza, su compañía nos suaviza. Como muestra léase el poema “cuenco” y las varias alusiones al amor de la pareja que atraviesan la obra.

Vayamos a otro aspecto que nos muestra este Ayer es mañana. Como ocurre en general con la poesía contemporánea, yo veo un agudo individualismo que se expresa en la subjetividad y se asienta en la confianza que el hombre tiene – a pesar de todo, a pesar de las apariencias- en sí mismo en cuanto hombre:

Que la vida es problemática ya lo sabemos, que la muerte nos espera también, pero eso no impide la confianza del hombre contemporáneo en su propia expresión en el ahora.

Quevedo lo expresó con fortuna: amo la vida con saber que es muerte. Amo la muerte por saber que es vida.

El texto se endurece en la segunda mitad (aunque no está dividido en partes). Sobrevienen los poemas más largos de extensión que presentan un corte existencial (la angustia por el Ser) y social (la torpeza en los comportamientos que lleva a los hombres a la infelicidad). No hay consuelo posible, pero sí hay un tono sereno que a veces resulta desolado porque lo que se cuenta no es una broma y se destaca entonces una conciencia de finitud sin esperanza, muy mayoritaria en la poesía contemporánea. Y sin embargo…

Sin embargo, pienso que nadie puede hurtarse al ansia de vida que recorre el universo de arriba abajo y de un extremo a otro, ese indestructible afán de vivir que cada uno de los seres vivos lleva consigo desde su nacimiento.

Hay más cosas que comentar, se trata de un libro de poesía con contenidos, pero soy farmacéutico y conozco la importancia de no pasarse en la dosis. Así que voy terminando.

En cuanto a la forma, se trata de versos blancos de ritmo ágil, versos cortos que se articulan para leer sin énfasis. Ayer es mañana no es un libro rimado ni tampoco marcadamente metafórico. Prevalece en la lectura la sensación de naturalidad en el que creo apreciar cierto desdén, también muy moderno, por un lenguaje que fuera visiblemente figurativo. Pero lo mejor es que su intensidad lírica no desfallece, la tensión del discurso se mantiene tanto en sus poemas de la experiencia como en las composiciones imaginativas. Véase el magnífico texto titulado Los más ricos del mundo que supongo que José leerá esta noche.

Así pues. Residuo del tiempo como sucesión y elogio de los instantes. La vida como laberinto sin escapatoria que conduce a un pesimismo existencial y dentro de él, una escritura ágil, una poesía original y coherente que se mantiene firme a lo largo de todo el libro y que hace auténtica la obra de José Elgarresta.

Amigos, es suficiente ya, es hora de levantarse… y llamar a los bomberos para que apaguen las hogueras del corazón. Uno comprende demasiado y eso no está bien. Uno ahora mismo siente que las olas repiten su propio nombre: Elgarresta, José Elgarresta.

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Archivo Entreletras

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