julio de 2025

‘Vida ávida. Poesía reunida 1970-2022’, de Ángel Guinda

Vida ávida. Poesía reunida 1970-2022
Ángel Guinda
Olifante Ediciones de Poesía

Zaragoza, 2025

LAS HUELLAS DE VIVIR

Olifante ediciones de Poesía conmemora el XLVI aniversario de su fundación por Trinidad Ruiz Marcellán con una amplia muestra de la obra poética de Ángel Guinda (Zaragoza, 1948-Madrid, 2022). El escritor firmó en vida dieciséis títulos de poesía, algunos ensayos, varios manifiestos y un amplio compendio aforístico. Además, como traductor, versionó autores al castellano desde el inglés, el italiano, el portugués y el catalán.

El volumen es una antología representativa de la poesía escrita entre 1970 y 2022. La minuciosa panorámica se abre con Acechante silencio, breve conjunto de los primeros poemas, fechados entre 1970 y 1979. En esta amanecida de tanteo ya se percibe una inclinación natural hacia el buceo interior a través de una lírica despojada y concisa. La voz meditativa reflexiona sobre la temporalidad del sujeto y hace del amor cráter referencial.

El aporte se consolida con Vida ávida, que acoge el quehacer entre 1980 y 1990. Son textos que hacen de la identidad del yo su eje gravitatorio; buscan la razón de escritura en la caligrafía indagatoria de quien explora laberintos internos y reflejos especulares. En torno a un selecto abanico de asuntos de calado existencial se construye un sujeto poético que habrá de tener amplia continuidad. De este modo, los títulos engarzados hasta el cierre de siglo —El almendro amargo (1986), Cántico corporal (1989), Conocimiento del medio (1990-1995), La llegada del mal tiempo (1995-1996) y Biografía de la muerte (1996-2000)— no muestran escisiones ni cambios de rumbo. Configuran una etapa meditativa y compacta, un periodo de sensibilidad crepuscular que hace de la muerte, el discurrir y los estados de ánimo del protagonista verbal tramas recurrentes.

En este intervalo Ángel Guinda redacta una de sus propuestas poéticas más conocidas: “Arquitextura”: “Escribo contra la realidad, / no sobre ella. / La poesía es una rebelión. / El poema soy yo fuera de mí, / el mundo que me invade / haciéndome estallar”. Cada verso es flujo mental; un aserto autónomo, con pleno sentido, dispuesto al debate, sondeando la densidad matérica de las palabras y sus especulaciones. Conviene recordar que en el ensayo La experiencia de la poesía el poeta presenta un conjunto de textos muy personales sobre la orografía del poema. Da fe de un ideario diverso que abarca los manifiestos “Arquitextura”, “Poesía y subversión”, “Y poesía ni contracultura”, junto a otros dos ensayos breves: “Defensa de la dignidad poética” y “Emocionantismo”.

Al adentrarse en el siglo XXI, Ángel Guinda firma dos nuevas entregas, La voz de la mirada (2000-2001) y Toda la luz del mundo (2000-2002). El primero, desde el concepto de poesía útil, moldea el poema necesario, aquel que es capaz de capturar el resplandor que guardan las palabras mientras aviva el misterio que persiste en lo real. Sorprende en esta salida su inquietud formal, los textos con un claro propósito vanguardista y fónico. El libro Toda la luz del mundo (2000-2002) recoge fragmentos aforísticos. Es sabido que el aforismo no se encuadra nunca en una única definición del género, pero los integrados aquí optan por la frase limpia, despejada, directa, que imprime eficacia en el destello comunicativo y en la precisión semántica.

También la entrega Claro interior (2002-2007) se caracteriza por su lírica humanista y ontológica. En su selección toma cuerpo la geografía profunda del poema. La indagación metaliteraria concede a las palabras la pulsión de lo perdurable. Más allá de la estética, la caligrafía del yo alienta un recorrido gnómico, de afirmación y conocimiento, de toma de conciencia.

Las premisas reunidas en Poemas para todos (2009) son un alegato contra el conformismo; los versos rechazan la asepsia textual de los que solo aceptan vivir por inercia, como acto inevitable. Si el presente vende sucedáneos que causan la debilidad del pensamiento, Ángel Guinda milita en el pensamiento crítico de búsqueda y acción del ser frente a la nada como principio activo de la palabra.

El poeta no encuentra mejor coartada para la felicidad que el sentimiento amoroso y a ese sentir dedica la entrega Materia del amor (2008-2009). El tema clásico se reactualiza y cobra plena vigencia.  El camino hacia el otro se hace expresión del respirar cotidiano. Amar es una actitud ante la vida, una celebración de la belleza y de la libertad que transforma al sujeto verbal en un protagonista activo del deseo y la sensibilidad sensorial.

En 2010 aparece Espectral. una escritura en prosa poética de verbo pesimista y desajustado. Ángel Guinda convierte su reflexión en un territorio en el que anidan incertidumbres permanentes que resisten la arbitrariedad del tiempo. La escritura es una forma de entender el mundo y entenderse a sí mismo, un esbozo, una prospección, una respuesta no hallada que pugna por definirse en el magma informe de lo no escrito.

Más cercano a su lírica meditativa, Caja de lava (2011-2012) inquiere en la voluntad de ser desde las erosiones y la incertidumbre. Tras la autobiografía del hablante está la palabra “adiós”. Quien nace avanza hacia la nada, profundiza en lo hondo, y vislumbra el vacío como monolítica dirección. No hay retorno en esa mirada al abismo. En Rigor vitae (2012-2013) las palabras formulan un brusco soliloquio en tramos. Con imágenes de gran impacto semántico el sujeto verbal comparte y evoca turbulencias existenciales. La vida profunda parece asolada por la inclemencia, por un agobiante destino de sombras y desolaciones. La tempestad queda dentro. La vigilia vislumbra un transitar errático por caminos de humo. Es la hora de la soledad, del reloj desapacible que cuestiona la inocencia y se exilia en el onirismo, la alucinación y el delirio.

Catedral de la noche (2013-2015) cobija los latidos del desmoronamiento. La muerte habita dentro; remueve las entrañas, araña vísceras y hace del transitar un exiliado que camina y tropieza, que percibe que la realidad se esfuma noche adentro. Todo se vuelve huida en el ahora. La vida se ralentiza y se hace dominio de la noche. El título abre una etapa final de inmersión en la fragilidad de ser que prosigue con Los deslumbramientos y Recapitulaciones. Ambos libros cierran el lustro 2015-2020.  

Con voz apelativa en Los deslumbramientos el sujeto verbal hace del poema un soliloquio en torno a la existencia y su continua estela de desapariciones. También lo más compacto termina disgregándose, como piedra caliza. El pasado fue y ahora se diluye en lo más íntimo, se esconde en esas hondas grietas por las que se escapa la vida hacia su última mudanza. Como si volviera los ojos hacia sí mismo, el alter ego repasa los contornos del después en Recapitulaciones. No hay camino de vuelta y se acrecienta la orfandad mientras el yo dispersa por el suelo imágenes y recuerdos, su fe de vida, la confesión desnuda de quien ha vivido.

La antología integra como coda composiciones circunstanciales, entre la crítica y el homenaje y un libro póstumo, publicado en 2023, Aparición y otras desapariciones, con el que se completa el mapa lírico y sus itinerarios en el tiempo. Queda en Vida ávida la certeza de que más allá de la fecha de caducidad de cada cuerpo está el impulso vital de la palabra, esa masa madre de “inteligencia, armonía, belleza y claridad” con sabor a pan tierno.

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Archivo Entreletras

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