marzo de 2024 - VIII Año

Despidiendo a un grande, despidiendo a mi padre

Por Carlos Grau*.- / Febrero 2019

grau2Se acabó, fin, bajada de telón, the end…. espacio infinito es lo que queda, mucho más allá de este momento efímero de luz en el que nos quedamos, que es la vida, y que brilla, más, mucho más, gracias a Jordi Grau.

Intenso y mandón, apasionado sereno: creador por encima de todo, mal espectador, o mejor dicho, espectador siempre crítico, nada complaciente.

Se le conoce por ser director de cine, mítico autor de la escuela de Barcelona (signifique lo que quiera significar), personaje clave en el cine de la transición donde su película ‘La Trastienda’, una dura crítica al Opus Dei y al cinismo de la sociedad que quedó inmortalizada para los anales por esos escasos segundos que dura la imagen reflejada en un espejo que supuso el primer desnudo integral del cine español, con la inefable María José Cantudo de protagonista. Gran amigo de Fellini, admirador de Rosellini, Ford y Bresson.

Y sin embargo mucho más.

Escritor; en su último libro publicado se autopresentaba como un director descatalogado, y nos remitía a sus experiencias, luchas internas con el Opus, para conseguir hacer su primera película, ‘Noche de verano’, o su polémica relación con Sara Montiel, que desembocó en negarse a firmar como propia la película ‘Tusset Street’. En realidad siempre ha sido, en cualquier edad, un director con ideas, ganas y proyectos, pero que en su última época se encontró sin apoyo alguno para poder dirigir (no es el único caso, por ejemplo Paco Regueiro sigue y sigue intentándolo). Ya sabemos lo cruel que es la industria en general y lo poco que cuidamos los valores culturales propios en particular. Nada que ver lo que hizo Portugal con su gran Manoel de Oliveira, o Grecia con el no menos grande Theo Angelopoulos.

nocheveranoJordi fue poeta por necesidad vital desde muy joven, también fotógrafo y pintor; incluso escribió varias canciones para sus película (una de ellas, cantada por Nuria Feliú, burló incomprensiblemente la censura, tal vez porque estaba en catalán). Con un punto de vista original y exigente, muy exigente consigo mismo y, lo he sufrido en mis carnes, con los demás. No se casaba con nada ni con nadie. Sus trabajos al frente de la FERA (Federación Europea de Realizadores Audiovisuales) sirvieron para defender, entre otras cosas, la integridad de las obras audiovisuales tal y como la deja su autor frente a actuaciones comerciales que, por ejemplo, querrían poner color a lo que es originalmente blanco y negro, siempre presente la dicotomía entre autoría y propiedad de la obra (los realizadores norteamericanos aplaudieron y se integraron en esta defensa, como es lógico, por su propio interés). Obsesionado por el orden, el control y la estética… sus paellas eran un placer multidisciplinar, una auténtica juerga.

Alguien tan grande que nos va a dejar un vacío imposible. Cuanto más cercanos más vacío, pues él abarcaba mucho y, para los más próximos, va a ser duro hacerse a la idea.

Un vacío que los friquis del terror van a saber llenar. En los últimos años sólo los entusiastas friquis del terror han inundado la vida de Jordi de homenajes y cariño, mostrando una profunda y sincera admiración. Su incursión en este género, de un modo casual y totalmente atípico dentro de su obra, ha trascendido las fronteras mucho más que cualquier otro trabajo suyo y ‘No profanar el sueño de los muertos’ o, mejor dicho, ‘The living dead at Manchester Morgue’ se ha convertido en un icono del cine de terror en todo el mundo. Precisamente la última entrevista se la hicieron este verano para una edición de esta película en 4k que van a editar en Estados Unidos. Gracias, muchas gracias a vosotros, friquis, le habéis llenado de alegría y perplejidad su última época.

trstiendaY sin embargo, qué tristeza al ver los premios Goya de la Academia de Cine, una academia que él ayudó a formar apoyando a José María Gonzalez Sinde, una academia que él pretendía fuera un instrumento de apoyo al cine, como lenguaje, como ente, un foro de pensamiento fuera de los intereses económicos, con miras únicamente para potenciarlo y abrir debates, para protegerlo frente a la Televisión, cuyo poder ha ido creciendo en lo audiovisual y parece que finalmente ha conseguido su propósito de mandar en los contenidos y en el lenguaje que genera el cine, al menos el cine español. Qué tristeza, repito, ver los premios Goya; tristeza por la muerte de tantos profesionales del cine y tristeza por cómo se les trató en la realización del evento ya que, de forma aleatoria, se iba cambiando el plano del video original, en el que se veía la foto y nombre del difunto, a un plano general en el que aparecía el pianista y al fondo, mucho más pequeño, de modo que costaba leer quién era el afectado, la proyección que se hacía de ese video en la sala de la gala. A mi padre le tocó el plano general, pero eso da igual, la tristeza es que al realizador le importara más el ritmo de su realización que el contenido que mostraba a las personas que ya no están entre nosotros y que han sido parte de este nuestro mundo tan querido del cine. Y tristeza porque, cuando la nueva generación española de los realizadores de terror se pusieron a alabar al Goya de honor, el gran Chicho Ibañez Serrador, no tuvieran ni una palabra de recuerdo para Jorge o Jordi Grau, ya que hablaban del cine de terror español y la gran influencia que en ellos había tenido…

profanarY por último, la Gemi, Gemma Arquer, mi madre, actriz y escritora que colaboró en alguno de sus guiones. Su compañera de vida y de arte, alguien maravilloso a quien él, en la última época, pensaba y trataba casi como a una hija… hasta que la perdió, murió repentinamente en 2014, y valoró lo mucho que le aportaba, lo mucho que llenaba y equilibraba, de modo que, sin ella, casi perdió sentido su vida. Ahora, de nuevo, donde sea y como sea, vuelven a estar juntos; por lo menos es seguro que están en un lugar luminoso, en un sitio llamado recuerdo.

El 26 de diciembre es el día de San Esteban, es un día en el que los catalanes solemos (me siento e incluyo como catalán aunque también soy tanto o más madrileño, por contradictorio que parezca) celebrar con unos canelones, estilo Rossini, hechos con los restos de la ‘carn d´olla’ que sirvió para comer el día de Navidad junto con la ’escudella’ y los ‘gallets’. Ese día solíamos compartir la comida con el gran amigo de Jordi y hace tiempo fallecido, Alfredo Mañas, gran autor teatral, seguro que todos recordaréis ‘Los Tarantos’ (también es padre de mi amigo Acher
o) y ese día de este año 2018 era el fijado por mí como objetivo para que estuviéramos todos en su casa de Madrid: sus hijos, nuestras parejas y sus nietos… en realidad no somos tantos, apenas ocho, nueve si le contamos a él. Pues bien, todos estuvimos y todos nos despedimos de ti, pero tú, Papá, te fuiste por la mañana, el 26 de diciembre, en San Esteban, y nos dejaste… sin canelones.

T´estimen molt, Jordi.

*Carlos Grau es profesor universitario, director y guionista

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