marzo de 2024 - VIII Año

Robert Nozick, un anarquista de derechas

Una reflexión sobre el neoliberalismo, sus trapacerías y sus cómplices mediáticos e intelectuales

nozikEn este 2020 nos vemos azotados por una pandemia, cuyas consecuencias sociales y económicas aún estamos lejos de poder valorar. En la reclusión que todos estamos padeciendo, se me ocurren algunas ‘verdades del barquero’ que se van haciendo cada vez más evidentes, pero que ya apuntaban sus efectos devastadores hace más de una década.

El neoliberalismo económico se ha mostrado, notoriamente incapaz de dirigir la marcha de los acontecimientos globales. Todo está ‘patas arriba’ y a día de hoy, ni siquiera vislumbramos una salida.

Quienes hacían una impúdica ostentación, por un lado, del fin de la historia y, por otro, de que el capitalismo financiero y la globalización iban a alumbrar una nueva etapa, donde el poder de los países y de sus gobernantes, iba a quedar supeditado a las decisiones de un mercado mundial movido por hilos invisibles… han visto fracasar estrepitosamente sus expectativas, han comprobado las consecuencias que la fractura social de ese invento llamado ‘minimal state’ trae consigo y se han apresurado, tan pronto ‘pintan bastos’, a solicitar de nuevo que el denostado Estado vuelva a tomar las riendas y a ver con otros ojos, los servicios públicos de los que echaban pestes.

Han ido demasiado lejos. Las injusticias, las atrocidades y las graves consecuencias y desigualdades dejan tras sí un reguero de miseria moral y económica que será difícil reconducir y que pueden dar origen a conflictos, violencias y situaciones nada tranquilizadoras aunque se trate de relativizarlas con subterfugios y evasivas que actúen como amortiguadores.

Las sociedades que logran mayor estabilidad son aquellas que disponen de mecanismos para redistribuir los bienes y rentas de forma equitativa. Donde no hay derechos sociales reconocidos, los ciudadanos no pueden satisfacer sus necesidades básicas, ni tan siquiera vivir con dignidad.

Los poderosos y sus voceros han creído que gozaban de una inmunidad sin límites y que podían hacer o decir lo que se les antojara. Pensemos, como ejemplo, en este comentario de Steve Bannon, Consejero de Donald Trump, para ver hasta qué punto han llegado las cosas: ‘la obligación de la prensa es cerrar el pico’. Todo lo que estorba a sus planes debe someterse o desaparecer.

Pasemos a hablar de Robert Nozick (1938-2002). Esta visión sombría y desagradable de un periodo crítico sin parangón, no hubiera logrado imponerse -o lo habría hecho con mayor dificultad- si no hubiera habido pensadores y medios de comunicación dispuestos a justificar y hasta apoyar estas ideas… aunque, algunos como en el caso de Nozick, tirando la piedra y escondiendo la mano, más de una vez. Sus comentarios sobre Milton Friedman, sin embargo, dejan poco lugar a dudas sobre sus verdaderas intenciones.

anarDurante muchos años fue profesor en la Universidad de Harvard, lo que ya de por sí es una pista y también en la Princeton y Columbia. Entre sus obras la más destacada es, sin duda, Anarquía, Estado y Utopía, (1974) que es una respuesta, en toda regla, a la Teoría de la Justicia de John Rawls (1971)**. Robert Nozick pone de manifiesto, sobradamente, en esta obra que su pensamiento político está muy lejos del de Rawls. Es más, es prácticamente antitético. Viene a ser una especie de montaña rusa que da saltos, dialécticamente,

No es necesario estar muy familiarizado con la filosofía política estadounidense, para advertir que estas obras defienden dos modelos sociales antagónicos. Rawls apuesta por una redistribución de la riqueza que suponga estabilidad, por una vía impositiva y por unos principios bien cimentados de justicia social.

Robert Nozick por su parte, dio un giro notable a sus ideas, pasando de una proximidad a la ‘New-Left’ a una defensa del capitalismo, en la era del capitalismo económico y financiero, tal vez excesivamente influido por el Premio Nobel de Economía (1974) Friedrich Hayek. Para justificar el cambio de postura defiende un anarquismo de derechas que no logra ocultar su reaccionarismo.

Es la suya una justificación, poco matizada, tanto del liberalismo económico como del Estado mínimo. Sus ‘ataques’ al Estado son sutiles aunque aluda, constantemente a John Locke.

Sus equilibrios en la cuerda, son a veces arriesgados y brillantes. Cuando juega a prestidigitador es incluso sorprendente. No es un mal escritor. Pretende jugar, por un lado, con la ‘mano invisible del mercado’ y por otro, con lo que él denomina ‘principio de compensación’. Más, en definitiva, se adhiere con fuerza a los preceptos del Estado mínimo.

En la segunda parte de su obra, Anarquía, Estado y Utopía, formula una contra-teoría de la justicia que llama ‘teoría de la intitulación’.

Se mire por donde se mire, el capitalismo es una olla a presión a punto de estallar… pero hasta hoy, siempre, ha sabido encontrar un resquicio para resistir y sobreponerse.

Paulatinamente, sus diferencias con John Rawls se van haciendo abismales, aunque en algunos aspectos pueda haber coincidencias, como ocurre cuando Nozick formula su Principio de Rectificación en el que postula que las pertenencias adquiridas de forma violenta o fraudulenta, regresen a sus verdaderos y legítimos dueños. Critica, asimismo, de forma agresiva y virulenta las teorías marxistas, socialistas e igualitaristas.

El paso del tiempo, no obstante, acaba por poner a cada uno en su lugar. Todavía se lee y se comenta en los departamentos de Filosofía Política de varias Universidades la obra de Rawls, en tanto que los planteamientos de Nozick que gozaron de una cierta relevancia en determinados círculos económicos… se van apagando y hoy es difícil encontrar quienes los defiendan.

Algo muy diferente es la conveniencia de extraer consecuencias de esta contienda y, hasta plantear que son necesarios nuevos debates sobre las fórmulas de Rawls, para hacer frente a tanta desregulación y a tanta desigualdad.

meditPodemos añadir que en un Estado ultramínimo no hay justicia distributiva, lo que no deja de ser un buen punto de apoyo para tomar partido. Equilibrar libertad e igualdad sigue siendo una idea que es necesario poner en práctica… para que en nombre de la libertad las sociedades no queden huérfanas primero de igualdad y luego de la libertad misma.

El panorama globalizado que se presenta ante nuestros ojos, es no sólo confuso sino peligroso. Los que manejan las grandes empresas de comunicación y los pseudo intelectuales a su servicio, han logrado que en algunos círculos de poder se dé por bueno que ‘verdad es todo aquello que alguien es capaz de defender con éxito’. Por otro lado, el taimado Rorty formula, sin empacho, que las teorías filosóficas no son más que metáforas que fingen ser algo más que simples metáforas.

¡Qué reaccionario y medievalizante nos está resultando el siglo XXI! Da la impresión de que hemos dejado de evolucionar y que involucionamos hacia un estado de cosas que debería haber quedado definitivamente atrás. Como en toda época obscura hay ‘nuevos fariseos’ que se envuelven con el manto de lo políticamente correcto… sin darnos cuenta la zafiedad se respira en el aire por doquier.

No hay más que mirar en el panorama internacional los mandatarios y mandarines que andan sueltos. Cada día se echa más de menos, una figura casi desaparecida que no es otra que el pensador ‘alerta’ capaz de detectar los sofismas y las fake-news. Hacen falta hombres y mujeres que piensen más en el bienestar social que en las cifras macroeconómicas. Sin embargo, llevamos ya demasiado tiempo recorriendo el camino inverso.

La denominación todavía no se ha impuesto pero todo llegará. Me estoy refiriendo a los ‘Spin Doctor’ que no son otra cosa que las personas o medios de comunicación que se ocupan de que transcienda a la opinión publica una versión determinada de la realidad. Naturalmente, la que les conviene. En nuestro país es un fenómeno incipiente. Invito a los lectores a que detecten quienes son, aquí y ahora, los ‘Spin Doctor’.

nozik2Regresemos a Robert Nozick. Sus obras, siempre polémicas y su pensamiento ambiguo pero en el fondo conservador, es casi una enmienda a la totalidad del modelo progresista defendido por John Rawls.

Es ameno leer The examined life en la que expone ideas y comentarios polémicos pero atrayentes sobre, por ejemplo, el amor, la muerte o el holocausto.

Es un pensador original. Merece la pena leerlo, siempre que no lo tomemos excesivamente en serio… como en el fondo debe hacerse con todo ácrata de derechas.

Tiene agilidad mental, soltura de cuerpo y facilidad para vérselas con las paradojas. Le gusta, siempre que tiene ocasión, actuar como provocador. ¿O no lo es acaso ser a un tiempo conservador y libertario? No es infrecuente que haya textos que lo califiquen de anarquista de derechas.

Mi impresión es que su figura está asociada a la de John Rawls. Ambos son el haz y el envés de una moneda. Sus diatribas a la justica distributiva sirvieron para que lo encumbraran determinados sectores, casi todos vinculados a círculos de poder y a multinacionales. Esto trajo consigo, a ‘sensu contrario’, que otros lo descalificaran situándolo en las posiciones más retrogradas.

He pensado siempre que de los diversos modelos para explicar cómo surgen las sociedades, los más atractivos son aquellos que ponen énfasis en defender los derechos y libertades. Me parece acertado que los ciudadanos, en un contrato original y primigenio, transfirieran temporalmente el poder a un órgano representativo de la comunidad. El papel del Estado, es en este sentido de vital importancia… ya que se trata de un instrumento para favorecer la igualdad. Por el contrario, entregar la libertad a cambio de seguridad me parece cada día más una pamema. Creo que la ideología de Robert Nozick queda reflejada cuando reduce el papel del Estado al de un ‘vigilante nocturno’. Su léxico es, también, indicativo de las ideas que defiende.

Un intelectual que me ha parecido fascinante, desde hace mucho tiempo, es Tzvetan Todorov. Es mucho más que un periodista y se encarga de demostrar en sus trabajos que la memoria, cumple y debe seguir cumpliendo, una función crítica.

Creo en los peligros que significa el adanismo. Los que lo practican y no son pocos, se muestran incapaces de reconocer lo que de antiguo trae cualquier novedad que se anuncie a bombo y platillo.

Finalizo exponiendo mi convencimiento de que hemos de seguir aspirando a unas sociedades democráticas que respeten los derechos humanos, que practiquen una justicia redistributiva y que apuesten con firmeza por la igualdad.

Se me quedó grabada en la memoria una reflexión suya, extraída del libro Los enemigos íntimos de la democracia, donde formula una idea sobre la que conviene reflexionar: ‘El mayor peligro para las democracias occidentales no son los ataques desde fuera sino aquellos que amenazan destruirlas desde dentro’

Tal vez, por eso, sigo leyendo a John Rawls y me he permitido escribir este artículo para poner de manifiesto como los postulados de Robert Nozick, de un tiempo a esta parte, van cayendo justamente en el olvido.

** Ver artículo de Antonio Chazarra sobre John Rawls pinchando aquí

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