octubre de 2024 - VIII Año

Mercedes Lezcano: ‘No concibo el Teatro como una simple herramienta de ocio sin substancia’

escanear0004 2Mercedes Lezcano nació en Zaragoza, estudió Arte Dramático en el Instituto del Teatro de Barcelona. También es Profesora de Educación General Básica por la Universidad Complutense de Madrid. Su labor profesional como actriz y directora de escena se ha desarrollado en Teatro, Cine y TV. Entre los títulos de sus representaciones destacan ‘Extraño Anuncio’, ‘Conversación con Primo Levi’, ‘Leonor de Aquitania’, ‘Noche de Reyes sin Shakespeare’, ‘Mujeres’, ‘Danza Macabra’, ‘Viva el Mestizaje’, ‘Otoño en Familia’… Más allá de la escena, ha sido diputada socialista de la VIII Legislatura (2007-2011) en la Asamblea de Madrid. En la actualidad, acaba de finalizar una novela. Una historia de amor con el conflicto palestino-israelí de fondo. ‘Entreletras’ ha conversado con Mercedes Lezcano sobre su trayectoria y planes de futuro.

-Usted era más de Ciencias que de Letras y, sin embargo, su trayectoria profesional desembocó en el Arte Dramático ¿Cómo surgió su vocación por el Teatro?

-Siempre he sentido una enorme curiosidad tanto por las Ciencias como por las Letras. La Ciencia exige un conocimiento exacto, riguroso y comprobado de una materia determinada. Las Letras te comunican con el lenguaje, con el mundo del pensamiento humano, la ilustración, la razón, la filosofía, la literatura… De hecho yo hice todo el bachillerato (elemental y superior) de Ciencias pero al cursar la carrera de Magisterio, que en mi época se llamaba Profesorado de Educación General Básica, elegí la especialidad de Ciencias Humanas. Mi vocación por el Teatro tiene su origen en la literatura. Siempre quise escribir. Cuando terminé el bachillerato quería entrar en la Escuela de Cine de Madrid para estudiar Guión, pero aunque tenía los estudios necesarios carecía de la edad mínima exigida, 20 años. Así que entré en el Institut del Teatre de Barcelona, donde residía. Elegí Interpretación con la finalidad de conocer el Teatro por dentro. Sólo se daban entonces dos disciplinas, Interpretación y Escenografía. Desde la Escuela ya entré en la Compañía Nacional de Barcelona, sita en el Teatro Poliorama, dirigida por Ricard Salvat.

-Luego se trasladó a Madrid…

-Al finalizar la temporada teatral me vine a Madrid, tras haber visto Sócrates dirigida e interpretada por Adolfo Marsillach. Me dije, si este es el teatro que se hace en Madrid… no puedo perder más tiempo. Sócrates fue revelador, el espectáculo más hermoso, crítico y valiente tanto estética como políticamente que he visto jamás, y más, si tenemos en cuenta que en 1972 aún vivíamos en el franquismo. Aún no era mayor de edad y mis padres me amenazaron con enviarme a la Guardia Civil a buscarme. Pero no cumplieron su promesa, simplemente vivían angustiados. Ya en Madrid, al tiempo que trabajaba en Teatro y TVE, estudié Magisterio en la Complutense. Al ver que estudiaba y me mantenía económicamente con mi trabajo, mis padres se calmaron un poco. Siempre tuve sobre mí su mirada protectora.

473-¿Qué ha significado el Teatro en su vida?

– El Teatro lo definiría como el Arte de la persona. El Teatro debería ser -al menos el que a mí me interesa- un observador de la sociedad y de los seres humanos que la conforman, pero no para zambullirse en ella y halagarla y alimentar -como sucede en muchos casos- sus más bajos instintos, sino para hacerla reflexionar, cuestionarla, vapulearla. No lo concibo como una simple herramienta de ocio sin substancia. El Teatro me ha dado la oportunidad de realizarme como ser humano, de explorarme, de exigirme, de sumergirme en el mundo de las ideas y de la belleza del lenguaje. Gracias a él he sido inmensamente feliz.

-Usted conoce la escena como actriz y como directora ¿Qué le resulta más gratificante?

-Ambas lo son, pero diferentes. La interpretación es más sensual, el actor o actriz entra en contacto con el público de una manera muy física, se funde con él, necesita de su energía para avanzar, especialmente en el Teatro, pero también en el Cine; el ojo de la cámara es el del espectador, y lo sientes muy próximo. Hay algo de entrega íntima muy perturbador, la interpretación es exhibicionista. La Dirección escénica es más racional, más reflexiva, toma distancia, el cuerpo a cuerpo con el espectador no es físico sino mental. Me siento cómoda con ambas pero, en los últimos años, desde 1999 me he dedicado más a la Dirección, que a su vez me ha permitido escribir el texto adaptando o partiendo de textos de otros. Como por ejemplo hice en ‘Mujeres’, a partir de cuentos de Mercè Rodoreda o en ‘Conversación con Primo Levi’ con textos de Ferdinando Camon y el propio Levi. Dirigiendo y adaptando tienes más control sobre el producto final del espectáculo. Tú decides que quieres contar y cómo expresarlo. Como interprete sólo puedes aceptar o negar tu participación en un producto que es de otro, y debes ponerte a su servicio. Me cuesta comprender a esos actores que aceptan un trabajo pero luego le hacen la vida imposible al director, con la excusa de que ellos lo ven de otra manera.

-¿Clásicos o contemporáneos? ¿Cuáles son sus autores dramáticos preferidos? ¿A quién le gustaría llevar hoy a la escena?

fotonoticia 20120314131150 640El elenco de ‘Extraño anuncio’ dirigido por Mercedes Lezcano-Como dice Georges Steiner, autor al que adoro: ‘Un clásico de la literatura, de la música, de las artes, de la filosofía, es para mí una forma significante que nos lee. Es ella quien nos lee, más de lo que nosotros la leemos, escuchamos o percibimos. El clásico nos interroga cada vez que lo abordamos. Desafía nuestros recursos de conciencia e intelecto, de mente y de cuerpo‘. No tengo predilección por clásicos o contemporáneos. Hay infinitos autores presentes y pasados en la Historia de la Literatura Dramática, muy, muy apetecibles para llevarlos a la escena. Para mí, lo esencial a la hora de elegir un texto es que diga algo que me conmueva, que sirva para reflexionar y cuestionarnos. El Teatro es el arte de la palabra, con ella comunica conceptos cuyo tema central es el ser humano y sus complejidades. Recuerdo unos versos del poeta Miguel Hernández, con el que estoy plenamente de acuerdo: ‘¡Fuera de aquí, de los ojos y las orejas de aquí, aquellos espectáculos que no sirven para otra cosa que para mover la lujuria, dormir el entendimiento, y tapiar el corazón reluciente de los españoles!

-Usted se dedicó un tiempo a la Política activa. ¿Qué recuerdo conserva de aquella etapa?

-Sí, entré en política, de la mano del socialista Rafael Simancas. Me ofreció formar parte de su lista a la Asamblea de Madrid. Fue una sorpresa su ofrecimiento y un orgullo ser diputada socialista. Siempre he sido votante de ese partido aunque nunca me afilié. Admiro a todos aquellos que se comprometen, porque es muy necesario en una democracia, pero siento un rechazo a las afiliaciones, me siento más cómoda yendo por libre. A veces se puede ser más fiel a unas ideas sin esperar la consigna. Siempre me ha fascinado la política, en especial, la internacional. Mi experiencia como diputada socialista fue muy enriquecedora. Aprendí mucho sobre la condición humana, y comprobé lo compleja y difícil que es llevar a cabo las políticas en las que uno cree. Todos los ciudadanos deberían, en algún momento de sus vidas, formar parte de esa experiencia, quizás sus juicios de valor sobre los políticos cambiarían. En estos momentos de tanta corrupción -afortunadamente ahora salen a la luz- es difícil confiar en los políticos. Pero no todos son iguales. En todos los partidos hay sinvergüenzas, pero también mucha gente honesta que hace un gran servicio público. La política articula la sociedad y es el arte de gobernar. Cuando este se ejerce con honestidad y su único fin es el desarrollo democrático de la sociedad, se convierte en el más grande y elevado cometido que pueda desempeñarse.

-¿Cree que los poderes públicos deberían apoyar más a las artes escénicas?

-No sólo a ellas, sino a todas las manifestaciones artísticas y culturales. Un país que no fomenta las Humanidades, como está sucediendo en nuestro sistema educativo, es una sociedad abocada a su propia destrucción. La enfermedad, las carencias económicas, las dificultades que la vida nos presenta todos los días, se soportan mejor si el ciudadano tiene unos recursos culturales que le llevan a entenderlos y, por tanto, a superarlos. Zambullirte en un buen libro te ayuda en momentos de zozobra personal. Los que no aman la lectura no saben lo que se pierden. Es el salvavidas más seguro en época de tempestad.

Varias fotos 727-Como mujer que se ha comprometido políticamente… ¿Cuál es su percepción sobre el ascenso de los movimientos antieuropeístas y xenófobos que cada vez cobran más fuerza en Europa?

– Siento gran preocupación. Es legítimo amar el lugar donde uno ha nacido pero yo me siento ciudadana del mundo, y detesto los nacionalismos. Todos son excluyentes y reaccionarios. Ese llamamiento a la tribu me produce nauseas. Es muy perturbador verlo brotar por doquier; una manifestación más de la miseria humana que nos invade. La Unión Europea surge de los escombros y cenizas de la 2ª Guerra Mundial, con el propósito de que aquella monstruosidad no vuelva a repetirse. Muchos padecen amnesia y no ven el peligro. Es cierto que, durante décadas, se han cometido errores, pero también ha habido muchos aciertos. Rescatemos los principios y valores que la hicieron admirable y defendámosla con orgullo. No existe en todo el planeta un lugar de mayor bienestar social, político y económico como Europa. Pero debemos corregir y reconducir todo aquello que está creando escepticismo y desafección en muchos ciudadanos, por las desigualdades sangrantes que se han producido. En los últimos años, muchos países han sacado de la pobreza a millones de personas gracias a la globalización, y eso -a mi juicio- está bien. Muy bien. Pero, a su vez, en otras sociedades, como la europea por ejemplo, la brecha de la desigualdad se ha ahondado vertiginosamente.

-¿Qué se puede hacer…?

Es urgente atender y frenar esa grieta que tanto sufrimiento está causando si no queremos destruir todo lo bueno y decente que Europa representa. La pavorosa desigualdad no es sostenible ni ética, ni social, ni políticamente, y nos arrastra al caos y la destrucción. Los cambios deben hacerse con una cirugía exquisita y con altura de miras. Siento una gran aversión hacia todos aquellos movimientos de extrema derecha e izquierda que, desde la violencia verbal y física, pretenden romperlo todo, porque -dicen- ellos van a hacerlo mejor. Nada decente, ni sólido, podemos construir sino respetamos y reconocemos aquello que otros que nos han precedido han hecho. Reconocer lo bueno, y reconducir lo malo. Creo que el respeto al otro es la actitud que más debería practicarse y sin embargo brilla por su ausencia. Defendamos Europa, pero, por favor, no hagamos de ella un coto cerrado. No existe paraíso alguno si tras el muro acecha la pobreza, la humillación, la violencia y la inseguridad. Seamos generosos porque somos, a pesar de las dificultades, unos privilegiados. Sobre la xenofobia recuerdo las palabras de mi amado Primo Levi (las recita): ‘Hay muchos individuos, y pueblos, que piensan más o menos conscientemente que todo extranjero es un enemigo. En la mayoría de los casos esta convicción yace en el fondo de las almas como una infección latente; y ese odio al extranjero, al que es diferente, sólo se muestra de forma aislada e intermitente. Pero puede llegar a manifestarse violenta y mayoritariamente cuando se dan las condiciones necesarias. Y, entonces, como en el caso de la Alemania nazi, al final de esa forma de pensamiento está el campo de concentración. Esos brotes de xenofobia deberían ser entendidos por todos como una siniestra señal de peligro.

muro lezcano Lezcano en el muro israelí de Cisjordania-Entre sus proyectos actuales hay una novela ya finalizada. ¿Puede hablarnos de su libro?

-Cuando escribes reflexionas y miras hacia dentro, y hacia afuera de ti. Es una tarea apasionante. Inventas unos personajes y una historia que acaba formando parte de tu universo. Estoy enamorada de mis protagonistas. Ahora necesito darlos a la luz, compartirlos con los demás para poder desprenderme de ellos y seguir mi camino. Pero la dificultad es muy grande a la hora de encontrar un editor que se moleste en leerla y decida publicarla. Somos muchos los que escribimos y es lógico que seleccionen, pero también es cierto que cuesta comprender porque publican, a veces, tanta basura. Mi novela, Sólo quedaban… preguntas, es una historia crítica y de rabiosa actualidad. Una apasionada historia de amor en medio del conflicto palestino-israelí. En ella encontramos amor, desamor, miedos, injusticias, impotencia, sueños… Esta novela es un grito de rebeldía. Mi conciencia no me permite callar.

-¿Qué otras ideas para el futuro tiene Mercedes Lezcano?

-Tengo la inmensa suerte de poseer tiempo para leer. Sigo escribiendo. Y observo el mundo con perplejidad, pero con moderado optimismo. Como decía Albert Camus, uno de los grandes autores que tengo siempre junto a mí, ‘A pesar de las circunstancias, tenemos la obligación moral de intentar ser felices‘. Por desgracia, las personas que más ensucian y envenenan nuestra convivencia con vulgaridad, intransigencia y violencia son los que más ruido hacen, pero no son mayoría. Sólo alborotan mucho porque carecen de argumentos.

-No puedo dejar de traer aquí la figura de Adolfo Marsillach con quien mantuvo una larga relación y estuvo casada hasta su fallecimiento…

-Hacia Adolfo siento una inmensa gratitud. Ha sido, y sigue siendo, lo que da sentido a mi vida. Ojalá que él pueda seguir sintiéndose orgulloso de mí. Con él conocí el amor, el respeto, la educación, la ternura, la complicidad, el humor. Era un hombre exquisito por dentro y por fuera. Pocos consiguieron atravesar la barrera que él creo a su alrededor, por pudor y por prudencia. Yo fui afortunada pues descubrí al verdadero Adolfo, el ser más elegante y honesto que he conocido. Convivimos, -y al final nos casamos- durante 28 años, desde que nos conocimos hasta su muerte. Esos años me han sabido a poco, pero todos los días le doy gracias por haberme hecho tan feliz. Nuestro amor aún me ilumina y sigue brillando dentro de mí. Soy muy afortunada.

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Archivo Entreletras

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