marzo de 2024 - VIII Año

Jenny Jerome Churchill, madre de Winston Churchill e inventora del cóctel Manhattan

Jenny Jerome Churchill

Los expertos en cócteles no se ponen de acuerdo a la hora de determinar los orígenes del célebre Manhattan. Ya en 1882 el periódico The Democrat hablaba de un cóctel de whisky, vermú y bitter que estaba de moda, conocido como «Turf Club», «Jockey Club» y «Manhattan». También se cita esta bebida en una guía de bares fechada en 1860. Otra historia se remonta a 1899. Al parecer el coronel Walker de New Orleans durante una travesía con unos amigos neoyorquinos y sin más bebida a bordo que vermú y whisky, decidió mezclar ambas bebidas. El resultado fue tan bueno que a su vuelta a casa perfeccionó la mezcla a la que bautizó “Manhattan” en honor a sus amigos. ​

Pero la historia de su origen se atribuye sobre todo a Jenny Jerome, (1854-1921), una destacada editora de revistas y pianista aficionada. Ocurrió en 1874, siendo anfitriona de un banquete para celebrar el nombramiento de Samuel Jones Tilden, amigo de su padre, como gobernador del Estado de Nueva York. Aquello tuvo lugar en el entonces emblemático New York City’s Manhattan Club, situado frente al lugar que hoy ocupa el Empire State. Parece ser que Jenny Jerome pidió al barman que elaborara un cocktail a base de vermut amargo y bourbon. El hombre, animado por tan original sugerencia, se puso manos a la obra y agitó la mezcla para impresionarla en un gesto que pasaría a la posteridad. El éxito de aquella bebida entre los invitados fue tal que se puso de moda en otros establecimientos. La gente la pedía haciendo referencia al nombre del club donde se había originado: «el cóctel de Manhattan». Acababa de nacer el famoso cocktail que todos conocemos.

Madre de Winston Churchill

Nacida en Brooklyn en 1854, Jernny Jerome fue una destacada socialicé y una vividora toda su vida a la que le importó muy poco “el qué dirán”. Hija de un millonario, se dio la buena vida desde joven viajando por Europa y residiendo una larga temporada en París, donde permaneció con su familia incluso tras el estallido de la guerra franco-prusiana. Era una era marcada por los eventos sociales y fue precisamente durante la celebración de uno de ellos, en un baile celebrado en honor al heredero al trono del Imperio ruso, Nicolás, donde conoció a su futuro marido, Randolph Churchill. ​La boda, se celebró en la embajada británica de París.

Ella era una auténtica belleza. Una dama de elegancia profunda, casi insondable, morena, de rizos perfectos siempre recogidos, un rostro fino y delicado, unos ojos oscuros e inteligentes y una seguridad imposible de derribar, que enamoró a cuantos hombres se cruzaron en su camino. Tras casarse, Lady Churchill se trasladó a vivir al Reino Unido. Allí tendría sus dos hijos, el futuro estadista Winston Churchill y John Strange Spencer-Churchill. Esta dama a la que todos sus conocidos atribuían una inteligencia notable fue muy activa en la carrera política de su esposo y en la vida pública. Al parecer al enviudar, retomaría su actividad apoyando la carrera de su hijo Winston y acompañándolo en muchos de sus viajes por el país.

Dos matrimonios más y numerosos amantes

Lady Churchill tuvo dos maridos más. El segundo fue un militar veinte años más joven que ella y al parecer no tuvo reparos en interrumpir su luna de miel para acompañar a su hijo Winston en uno de sus viajes. Cuando muchas otras damas habrían aparcado su vida social, ella siguió presentando batalla. En 1918, con 64 años, esta dama a la que claramente le atraían los jóvenes, se casó con un funcionario británico de 44 años, (tres años más joven que su hijo Winston). Además, se le atribuyen numerosos amantes, entre ellos el embajador del Imperio austrohúngaro en el Reino Unido y el entonces príncipe de Gales y futuro rey Eduardo VII. ​ A solo dos meses del fallecimiento de su primer marido, tuvo una relación con su compatriota y senador del Partido Demócrata, William Bourke Cockran.

Autora y antisufragista

Jennie Jerome tuvo un protagonismo relevante en la vida política de Reino Unido y publicó varios libros, entre ellos su autobiografía. También coordinó una colección de ensayos sobre la participación de la mujer en la I Guerra Mundial. Pese a destacarse como una figura adelantada a su tiempo, fue una convencida anti sufragista. Jennie Jerome murió en 1921 a causa de un proceso gangrenoso, tras una caída en su casa.

Pese a todas sus andanzas y méritos, nos gusta pensar que por lo que Jenny Jerome ha pasado a la historia es por la invención del Manhattan, la bebida que en las décadas de 1930 y 1940 con el esplendor del cine de Hollywood se convirtió en el cóctel más varonil y cosmopolita.  Decorada con una cereza marrasquino y servida fría en una elegante copa de Martini, esta bebida también es conocida como «el abuelo de los cócteles estadounidenses». El cine la inmortalizó y la Paramount estrenó una película en 1928 titulada: Manhatan Cocktail, con los dos protagonistas emergiendo de una copa de Martini en el cartel que la anunciaba.

Así pues, tal vez la próxima vez que nos dirijamos a un barman pidiendo que nos sirva “un Manhattan por favor”, o que volvamos a ver la película “Con faldas y a lo loco”, en la que Marilyn Monroe prepara la famosa bebida a base de whisky y vermut dulce, recordemos a la neoyorquina que legó un clásico de cualquier bar que se precie. La estética de esta bebida, su color, su sabor y su aroma llamativo, encarna el espíritu de la ciudad natal y la personalidad de tan singular dama.

Este artículo está basado en un capítulo dedicado del libro “Damas de Manhattan-Las mujeres que forjaron la historia de Nueva York” (Editorial Casiopea)

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